San Fantino era procedente de Calabria, Italia. El nombre de su padre era Jorge, y su madre Briene.
Desde muy joven se dedicó al servicio de la fe, y fue tan virtuoso y educado que le siguieron muchos discípulos a los que les enseñó la práctica de la piedad.
Según se dice, fue abad del monasterio griego de San Mercurio, en Calabria. Tras algunos años de ejercer el cargo, Fantino declaró que Dios le había mandado que abandonase el monasterio. Obedeció esa orden y empezó a peregrinar de un sitio a otro, durmiendo al aire libre y alimentándose de hierbas y frutas. Cuando llegaba a alguna iglesia o monasterio, profetizaba desgracias, con grandes lamentaciones. Cuando encontraba a algún monje en el camino, lloraba por él como por un muerto. Sus amigos, muy afligidos de su extraña conducta, trataron de persuadirle a que volviese al monasterio, pero Fantino respondió simplemente que muy pronto dejaría de existir el monasterio y que él moriría en el extranjero. Poco después, los sarracenos asolaron la Calabria y destruyeron el monasterio de San Mercurio.
A la edad de 60 años, junto con dos de sus discípulos, Vitalio y Nicéforo, San Fantino se fue al Peloponeso, donde se instaló por un corto tiempo en Corinto y trajo a muchas almas a la Salvación. Luego visitó Atenas, donde visitó la iglesia de la Virgen. Luego fue a Larisa de Tesalia, y de allí a Salónica, donde sus virtudes y milagros le hicieron muy famoso. Se quedó allí durante ocho años enteros sirviendo al Evangelio y murió pacíficamente, ya anciano, en el año 974 d.C.
Fuente: saint.gr
Traducción de Google Translator
Adaptación propia