10/10 - Los Mártires Eulampio y Eulampia


Eulampio y Eulampia eran hermanos y vivían en Nicomedia de Asia Menor, donde el gobernador romano era Máximo. Durante una de las terribles persecuciones de los cristianos por parte del emperador Maximiano, en el año 296, algunos de los fieles huyeron de Nicomedia y se escondieron en las montañas; entre ellos estaban los dos hermanos.


Un día el jóven Eulampio fue enviado a la ciudad para comprar pan. Allí vio en una pared el edicto imperial decretando la persecución de los cristianos. Leyéndolo, fue sorprendido por los idólatras y llevado ante Máximo el gobernador. Cuando éste le instó a que negara a Cristo, Eulampio aconsejó al gobernador que rechazara los ídolos falsos y que reconociera a Cristo como el único Dios vivo. El gobernador, enfurecido, ordenó que lo azotaran durante mucho tiempo hasta que su sangre fluyera y que lo atormentaran con otras torturas crueles.


A pesar de su gran dolor y tormento, Eulampio se compadeció de los paganos griegos que se negaban a reconocer al verdadero Dios y servían a ídolos sin vida. Por esta razón, pidió que lo llevaran a su templo como si fuera a ofrecer un sacrificio, y allí, en el nombre de Cristo, le ordenó al ídolo principal Ares que cayera; y cayó. Este milagro fue la causa de muchos paganos para abrazar la fe cristiana. Otros, sin embargo, cegados por su devoción a los dioses, lo consideraban un hechicero peligroso.


Al enterarse de lo que sucedió con su hermano, la virgen Eulampia acudió corriendo, y junto con su hermano sufrieron por Cristo, animándose mutuamente en sus torturas. Fue golpeada y azotada hasta que la sangre fluía de su nariz y boca. Después de eso, fueron lanzados a una cisterna con aceite hirviendo, y luego a un horno al rojo vivo, pero por el poder de la señal de la Cruz y el nombre de Cristo, hicieron que saliesen ilesos. Presenciaron esto doscientos griegos y creyeron en Cristo.


Finalmente Eulampio fue decapitado, pero Eulampia murió antes de ser decapitada, mostrando al tirano que Dios tiene autoridad sobre la vida y la muerte. Los otros doscientos cristianos también fueron asesinados: quienes habían llegado a creer en Cristo al presenciar el poder y los milagros de Eulampio y su hermana saliendo ilesos de las torturas y derribando sus ídolos. Todos fueron coronados con las coronas inmarcesibles de los mártires y pasaron a su patria celestial eterna. 


Se pueden venerar partes de sus reliquias sagradas en el Monasterio de San Panteleimon en el Monte Athos y en la Laura de San Alejandro Nevsky de San Petersburgo.



Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

Adaptación propia