San Andrés era cretense; sin embargo, para distinguir a este mártir de otro san Andrés de Creta, obispo muerto unos veinticinco años antes, se le llama «el Calibita» o «de Crisis», por el sitio donde fue sepultado.
Era hijo de padres piadosos y virtuosos, y tras haber sido bien educado, se convirtió en un ferviente trabajador de los mandamientos de Dios como monástico.
Cuando el emperador Constantino V Coprónimo desató la campaña contra las sagradas imágenes, y al ver el rebaño de Cristo completamente destruido por la malvada herejía iconoclasta, san Andrés se transladó a Constantinopla para participar en la lucha. Cuando vio la violencia contra los ortodoxos, sintió la necesidad de reprender al propio emperador con sagrada indignación. En cierta ocasión en que el propio emperador asistió en persona a la tortura de unos cristianos, San Andrés protestó violentamente en público; se acercó valientemente a él y le preguntó: “¿Y tú te llamas cristiano?”, acusándolo de hereje, mientras que este le acusaba a él de idólatra. Constantino se sintió avergonzado al principio, pero luego enfurecido ordenó arrestarle. Al punto, los presentes se arrojaron sobre él y le golpearon. Uno de los asaltantes golpeó a Andrés, mientras le preguntaba: "¿Así te han enseñado a deshonrar al rey? " Y Andrés respondió con la siguiente razón inmortal: "nadie peca reprochando a un rey injusto”. Enojado el rey, ordenó que le azotasen cruelmente.
Al día siguiente defendió de nuevo el culto a las sagradas imágenes ante el emperador. Dijo lo siguiente: "Ustedes, emperadores, con terribles castigos disciplinan a aquellos que deshonran sus estatuas reales, como si se estuvieran deshonrando a sí mismos; ¿cuánta ira y disciplina divina, por lo tanto, van a recibir quienes insultan al icono del Cristo Maestro?". Cuando los guardias le conducían, cubierto de sangre, a la prisión, Andrés gritó todavía al emperador «¡Ved cuán poco podéis contra la fe!». Esto encendió la ira del tirano, e inmediatamente ordenó que el santo fuera despojado de su ropa. Y habiéndolo atado fuertemente con cuerdas, fue golpeado hasta que el suelo se enrojeció por con la sangre del mártir. Le rasgaron sus costados y le golpearon en la boca, y luego le arrojaron en la cárcel.
Finalmente el Emperador le hizo recorrer las calles de la ciudad atado por los pies para escarmiento público. Al pasar por el mercado, un fanático iconoclasta, pescadero, movido por el diablo, aprovechó la ocasión para cortarle con un cuchillo que blandía un pie al mártir, quien falleció en la Plaza del Buey.
Los que lo arrastraron decidieron echarlo en un lugar sucio, una cloaca, donde llevaban los malvados y asesinos condenados. Permaneció allí durante algún tiempo entre los cadáveres de los delincuentes. Luego doce hombres poseídos por demonios vinieron de varias partes de Constantinopla, como si actuaran al unísono, y juntos fueron y tomaron la reliquia santa, y la enterraron en un lugar sagrado llamado Crisis («Juicio»), donde se construyó más tarde el monasterio de San Andrés; por haberlo encontrado y sepultado, fueron liberados de los demonios.
Fuente: eltestigofiel.org / goarch.org / laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
Adaptación propia