En el vigésimo cuarto año del reinado de León el Isaurio, en el año 740 d.C., en la novena indicción, el veintiséis de octubre, hubo un terremoto tan grande y terrible en Constantinopla que la parte superior y lo más espléndido de los edificios se derrumbó, y muchas personas fueron aplastadas bajo las ruinas y murieron.
La tradición era que, en el día del Gran Mártir Demetrio, se conmemoraba esta terrible amenaza del terremoto yendo en procesión a la Iglesia de la Madre de Dios de las Blanquernas, donde se celebra la Divina y Sagrada Liturgia.
Mediante este terremoto, los habitantes de Constantinopla comprendieron que «el Dios que ama bien castiga bien».
Fuente: goarch.org
Traducción del inglés propia