02/11 - Los Santos Mártires Acindino, Pegasio, Aftonio, Elpidoforo y Anempodisto


San Acindino sufrió el martirio en Persia juntamente con los santos Pegaso, Aftonio, Elpidoforo, Anempodisto y otros siete mil cristianos en tiempos del Rey Sapor II (310-381), más concretamente durante la esecución que tuvo lugar en el año 330. Estos santos pertenecían a la corte de Sapor, disfrutando de posiciones honrosas a su lado, y eran cristianos en secreto.


Cuando el rey inició la persecución contra los cristianos, los paganos, llenos de envidia, los denunciaron. Comenzaron las persecuciones y las torturas, y los santos Aquindino, Pegaso y Anempodisto se escondieron en una casa en la cual enseñaban a los cristianos. Por esta razón fueron arrestados y llevados ante el rey.


Convocados a la presencia de Sapor para el interrogatorio, los santos mártires confesaron su fe valientemente en la Santísima Trinidad. 


Acto seguido el tirano ordenó colgar a los santos y golpearlos con varas. De esto se encargaron cuatro torturadores. Lanzaron sus latigazos hasta que se cansaron, momento en el que fueron reemplazados por otros cuatro hombres. Cuando el tirano vio su resistencia, ordenó que se encendiera fuego bajo sus pies. En aquel momento en los santos oraron y apareció nuestro Señor Jesucristo; una lluvia provocó que la llama fuera apagada, y los santos fueron liberados de sus ataduras. Esto provocó temor entre los persas. Los santos fueron llevados ante el tirano con sonrisas en sus rostros. Él creía que eran magos, pues sólo así podrían haber salido ilesos de semejante tortura. Esta confusión y asombro hicieron que perdiera la capacidad de hablar y de escuchar, así que usó sus manos para comunicarse. Acindino, sintiendo compasón, lo curó. Pero en lugar de glorificar a Dios, se enfureció más.


El tirano entonces ordenó que los santos fueran tendidos sobre una cama de hierro, con fuego debajo de la misma. Aguantaron esto de una manera milagrosa y fueron preservados ilesos. Esto hizo que muchos creyeran en Cristo, pero el rey Sapor, sin embargo, les ordenó adorar al dios Zeus y negar a Cristo Dios. Los santos oraron y el ídolo se rompió en mil pedazos. Acto seguido, ordenó que fueran arrojados en una caldera con plomo hirviendo, resultando también ilesos. El tirano, lleno de ira, trató luego de ahogarlos en el caldera con sus propias manos, pero éstas se le abrasaron. Cuando un soldado llamado Aftonio vio este milagro, proclamó su aceptación de la fe cristiana, y a continuación el tirano ordenó su decapitación. Aftonio oró a Dios y bien dispuesto ofreció su cuello para ser sesgado. Los cristianos recogieron su santos restos y los enterraron con honores.


Posteriormente el tirano ordenó que los santos fueran envueltos en pieles de bueyes y arrojados al mar para ahogarse. Pero las pieles se desgarraron por la intervención milagrosa de San Aftonio y los santos emergieron del agua ilesos. Luego, el tirano ordenó que fuesen cortadas las manos de los verdugos, pensando que no cumplieron su orden, y fueron arrojados al mar cuando creyeron en Cristo ante el milagro que presenciaron. Así, estos cuatro verdugos recibieron la corona del martirio.


Entonces Elpidoforo, que era un líder con rango senatorial, así como cristiano en secreto, confesó valientemente su fe ante el tirano. Sapor le instó a que fuese sensato, y que, como hombre formado que era, reconociese la verdad. Le respondió que precisamente por eso creía en Cristo, porque Él es "el camino y la verdad y la vida" ( Juan 14,6). Es decir, que el único camino que conduce a la absoluta verdad y a la fuente real de vida, por el cual merece la pena morir, es Cristo Dios. Esta respuesta enfureció sobremanera a Sapor II y directamente le mandó decapitar. 


Otro senador llamado Filólogo hizo lo mismo. Otros siete mil se adelantaron y confesaron su fe en Cristo, y todos fueron decapitados. Luego, el tirano ordenó que Acindino, Pegasio, Anempodisto y otros que fueran arrojados a un lago lleno de bestias salvajes, pero salieron ilesos. Esto hizo que la madre del tirano creyera en Cristo. Finalmente, todos fueron arrojados a un horno de fuego, donde fueron perfeccionados en el fuego, como el oro: recibieron la corona del martirio.


Dos iglesias fueron dedicadas en Constantinopla a estos Mártires.


Como ocurre a menudo en los himnos eclesiásticos, hay un juego de palabras con los nombres de los Santos. Acindino significa «sin peligro»; Pegasio viene del verbo ‘pegazo’, que significa «brotar» o «manar»; Aftonio deriva de ‘áfthonos’, que significa «abundante»; Anempodisto significa ‘sin impedimento’. Todas estas son traducciones griegas de los nombres persas originales.



Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com