Eusebio cuenta el martirio de Román, diácono de la iglesia de Cesarea, en su relato sobre los mártires de Palestina, ya que, si bien sufrió el martirio en Antioquía, era originario de Palestina. Poseemos además un panegírico escrito por San Juan Crisóstomo y un poema de Prudencio sobre el mártir. A esto hay que añadir, según señala Delehaye, un testimonio muy importante sobre el culto a san Román en la mención que de él hace el Breviarium sirio de principios del siglo V. Por otra parte, el patriarca de Antioquía, Severo, fue consagrado a principios del siglo VI en una iglesia dedicada a nuestro santo y allí predicó varios sermones en su honor.
Cuando estalló la persecución de Diocleciano, Román exhortó a los fieles de la región a permanecer firmes en la fe. Hallándose en Antioquía, en el juicio de unos prisioneros cristianos, al ver que éstos se disponían a ofrecer sacrificios por miedo a los tormentos, los exhortó al martirio. Inmediatamente fue hecho prisionero, azotado y condenado a perecer en la hoguera; pero una violenta tempestad apagó las llamas. Entonces el emperador, que se hallaba en la ciudad, ordenó que se arrancase de raíz la lengua al mártir. La orden fue ejecutada, pero Román prosiguió, milagrosamente, exhortando a los presentes a amar y adorar al único y verdadero Dios. El emperador le envió de nuevo a la prisión, donde los verdugos le descoyuntaron las piernas en el potro y le colgaron de una viga del techo. San Román soportó la tortura largo tiempo y murió estrangulado en la prisión hacia el año 303.
Prudencio (quien pide al mártir que con sus oraciones le alcance la gracia de pasar del rebaño de los cabritos al de las ovejas) menciona a un niño anónimo de siete años, que alentado por San Román, confesó al verdadero Dios y fue encerrado en la cárcel, «para que así Román, verdadero autor de sus males, sea más agriamente atormentado»; el niño fue finalmente azotado y decapitado. El Martirologio Romano de Baronio daba el nombre de Bárulas a ese niño. Delehaye ha demostrado que Bárulas es casi seguramente el mártir sirio Baralaha o Barlaam, cuyo nombre se asoció en las antiguas listas al de san Román.
Fuente: eltestigofiel.org