19/12 - Bonifacio el Mártir


Bonifacio era esclavo y amante de Aglaida (o Aglae o Aglais), una dama romana noble y riquísima que, por llamar la atención, llegó a costear en tres ocasiones grandes festejos y espectáculos públicos en la ciudad. Mientras que ella era derrochadora, Bonifacio era comedido y amante de socorrer a los pobres, aunque ninguno de los dos era cristiano. Aun así, ella quiso poseer reliquias de algún mártir cristiano, ya que había oido decir que “los que honran a los que sufren por Jesús tendrán una parte en su gloria”. Al no haber persecusiones en Roma en esa época (año 306), ella envió a Bonifacio a Oriente con una buena suma de dinero a conseguirle reliquias. Este, que ya había recibido la gracia de la conversión, le responde: “no regresaré sin reliquias de mártires, pero, si no hallara, ¿aceptarías mi propio cuerpo como una de ellas?” Aglais no le hizo mucho caso y Bonifacio partió a su misión;  en todo el viaje ayunó, no bebió vino e hizo oración.


La Iglesia en aquella época gozaba de paz en Occidente, pero en Oriente la persecución inaugurada bajo Diocleciano continuaba bajo Galerio Maximiano, y era más feroz aún en Cilicia por causa del gobernador Simplicio. Bonifacio se dirigió a Tarso, directamente a la corte del gobernador, donde se estaba efectuando un juicio contra los cristianos. Al ver esto, Bonifacio clamó: “¡Grande es el Dios de los cristianos! Grande es el Dios de los mártires! ¡Vosotros, siervos de Jesús, rogad por mí para que yo me una a vosotros en la lucha contra el Diablo!” El gobernador, enojado, ordenó que fuera arrestado y azotado con varas y que le metieran cañas afiladas y púas bajo las uñas. Luego mandó que le vertieran plomo ardiendo por la garganta, tormento que no le causó daño alguno.


Al ver tanta iniquidad del gobernador, el pueblo gritó “¡Grande es el Dios de los cristianos!”, por lo que Simplicio, alarmado y temiendo una revuelta, huyó del lugar, pero al día siguiente mandó traer de nuevo a Bonifacio a su presencia y lo condenó a ser metido en una caldera de pez hirviendo de la que, otra vez, salió ileso. Finalmente le condenó a ser decapitado con la misma espda del santo. Corría el año 290.


El cuerpo fue comprado en secreto por los otros siervos que le acompañaban, que lo embalsamaron y lo enviaron a Roma. Aglais salió a su encuentro en la Vía Latina, y acompañó el cortejo con una procesión de antorchas. En esta misma Vía Latina se hizo una iglesia para conservar el cuerpo del santo mártir, donde ella se consagró a hacer vida de oración y penitencia por sus pecados, muriendo al cabo de quince años. Fue enterrada junto a su amado Bonifacio. 


Las reliquias se perdieron con el tiempo, y la devoción decayó tanto que incluso la iglesia pasó a llamarse "de San Alejo" al trasladarse allí las veneradas reliquias de dicho santo. En 1603 las reliquias de San Bonifacio fueron halladas y depositadas junto a las de San Alejo.


En Europa del Norte, San Bonifacio forma parte junto a San Mamerto de VienneSan PancracioSan Servacio de Maastricht Santa Sofía de los llamados “santos de hielo” al celebrarse su fiesta en el rito latino el 14 de mayo, ya que los días de mediados de ese mes tienden a ser excepcionalmente fríos para esa época del año.


San Bonifacio es invocado especialmente para recibir ayuda contra el vicio de la bebida.



Fuente: GOARCH / Religión en Libertad

Traducción del inglés y adaptación propias