«Herodes, que había sido burlado por los Magos, montó en cólera y mandó matar a todos los niños que había en Belén, en toda la comarca, de dos años para abajo, conforme al tiempo que había cuidadosamente averiguado de los Magos. Entonces se cumplió lo que había predicho el profeta Jeremías: “Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento; es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen”».
La narración evangélica es bien clara. Los magos venidos de Oriente preguntaron dónde estaba el recién nacido rey de los judíos porque habían visto su estrella y venían a adorarlo. Herodes había tenido la respuesta de los doctores de la Ley: “el Mesías tenía que nacer en Belén de Judá”. Interrogó a los magos sobre el tiempo preciso en el que había aparecido la estrella porque Herodes suponía, y con razón, que la aparición coincidiese en el tiempo con el nacimiento del Rey-Mesías, y así, hipócritamente dijo a los magos: “Id e informaros diligentemente sobre ese niño y, cuando lo encontréis, avisadme para que vaya yo también a adorarle”. Los magos encontraron a Jesús en Belén y lo adoraron, pero avisados en sueño por un ángel, no retornaron a Jerusalén, sino que cogiendo el camino del desierto, atravesaron el valle del río Jordán y marcharon directamente a su tierra. La cólera de Herodes explotó; humillado por el fracaso de su falsa trama y obsesionado por el temor a perder el trono, ordenó matar a todos los niños varones de Belén y su entorno, menores de dos años, basándose en los datos de la aparición de la estrella indicada por los magos.
Esta matanza, narrada solo por el evangelista Mateo, corresponde exactamente a cuanto sabemos. Existen otras fuentes históricas que nos hablan del carácter ambicioso y cruel de Herodes, que mató a su propia mujer, a algunos de sus hijos y a otros parientes. Ingenio y astucia estaban al servicio de su egoísmo y la obsesión por el poder no consiguió frenar su crueldad, matando a personas queridas de su propia familia. Si había hecho eso, ¿no iba a impedir que un simple niño pusiese en peligro su trono?No lo dudó y ordenó matar a todos los varones menores de dos años. La narración histórica del evangelista Mateo está garantizada también por la inspiración divina, ya que aceptamod que el evangelio es un libro inspirado.
Los niños inocentes, se convirtieron en los primeros Mártires asesinados por Cristo. Pero su sangriento ejecutor, el perseguidor de Cristo, contrajo hidropesía poco tiempo después y sus miembros se pudrieron y fueron devorados por los gusanos, acabando su vida de una manera misérrima.
Sobre el número de las víctimas, cuántos eran, a lo largo de la historia las tradiciones han variado mucho. Una tradición interpreta el sentido de territorio (entorno) de Belén y mete también en él a la patria de San Juan Bautista (Ain Karin), que dista unos siete kilómetros de Belén, aumentando así el número de los inocentes masacrados por Herodes. Pero el término griego “oriois” indica solamente el entorno de Belén, o sea, un territorio que no incluía a ninguno de los pueblos ni aldeas cercanas. Aunque Mateo escribió su evangelio en arameo, muy pronto fue traducido al griego y ese es el término usado en dicha traducción. Sin embargo, según los sinaxarios bizantinos eran unos catorce mil. San Jerónimo de forma parecida dice: “multa parvulorum millia”.
Desde los primeros tiempos del cristianismo, los Niños Inocentes de Belén fueron venerados popularmente como los primeros mártires cristianos y su “bautismo de sangre” fue considerado equivalente al bautismo por el agua. El culto que se les atribuyó, se desarrolló muy pronto, en primer lugar en Palestina donde, en la Basílica de la Natividad de Belén existía una capilla dedicada a ellos. En Occidente fueron venerados como mártires desde los tiempos de San Ireneo y San Cipriano. Ya Prudencio, a finales del siglo IV les dedicó unos poemas, y San Paulino de Nola compuso unos versos en su honor. Con toda probabilidad, su fiesta litúrgica se inició en el siglo V, ya que se encuentra en los calendarios y libros litúrgicos latinos del año 450.
Pero el texto más antiguo que conmemora a estos pequeños mártires, es el Calendario de Cartago, del 505 que dice el día 28 de diciembre: ”conmemoración de los santos niños matados por Herodes”, elogio que posteriormente figura en el Martirologio Jeronimiano, en el mismo día, diciendo: ”En Belén el aniversario del nacimiento de los santos niños y lactantes que bajo el dominio de Herodes, sufrieron por Cristo”. En Constantinopla la fiesta se celebraba el día 29 de diciembre, y los mozárabes de España los conmemoraban el día 8 de enero, un día después de la Epifanía.
En Francia, el ejemplo artístico más antiguo es el labrado en las tapas de algunos sarcófagos de los siglos IV al VI. Por ejemplo, existe uno en la cripta de la iglesia de San Maximino en Provenza en el cual se ve a Herodes sentado ordenando matar a un niño, acto que ejecuta un soldado que tiene cogido al niño por el pie, boca abajo y en alto. Para compensar esta representación dramática, en el mismo sarcófago se representa también la adoración de los Magos. Esto ocurre en otros muchos lugares. Y fuera de Europa, también. En la iglesia subterránea de Deïr Abou Hennys, cerca de Antinoe, en Egipto, existen unos frescos del siglo V en el que se representa a Herodes y sus soldados vestidos a la usanza romana y a un grupo de mujeres que huyen con los niños en sus brazos.
En Europa, el culto a los Santos Inocentes tuvo una gran difusión, debido en parte a que se empezaron a distribuir sus presuntas reliquias. En Francia, Italia y España los testimonios son muy numerosos. Por ejemplo: San Juan Casiano, en el año 414 trajo reliquias desde Oriente y las puso en la Abadía de San Víctor de Marsella y de esta Abadía, se cedieron parte a la Abadía de Saint Maximin.
En el siglo XII se les dedicó una capilla en la iglesia de San Caprasio en Agen y en París, el cementerio de los Inocentes (célebre por la llamada “danza macabra”) se encontraba cerca de una iglesia a la que el rey Luís XI habría ofrecido el cuerpo entero de uno de estos niños metido en una urna de cristal.
El culto desembocó muy pronto en representaciones teatrales sacras y en un folklore muy característico. En Italia, las representaciones de los Santos Inocentes se multiplicaron a partir del siglo XV a causa de la fundación de hospicios de los llamados “niños expósitos”, hospicios que se pusieron bajo la protección de los Santos Inocentes. En Francia, Alemania e Inglaterra, en la Edad Media, fue muy popular la manera de festejarlos el día 28 de diciembre: todos los monaguillos, formando como una especie de colegio, se sentaban en los asientos de los canónigos en el coro de las catedrales y elegían a su propio obispo y durante el canto del “Magnificat” en el Oficio de Vísperas, se ponían las insignias. Algunos sínodos diocesanos franceses condenaron estas prácticas que se consideraban como una especie de burla, ya que por ejemplo, los monaguillos para la elección de “su obispo” utilizaban una graciosa danza. Por poner solo un ejemplo, esto fue condenado en Cognac en el año 1260. En Saint-Etienne de Caen, en el 1423, entre las jóvenes aspirantes a la vida monacal, se elegía a una pequeña abadesa que recibía el dinero de las dotes de las futuras monjas y en Sainte Croix de Poitiers, a finales del siglo XV, se habla de un regalo de cinco sueldos al “pequeño obispo de los Inocentes”.
Antiguamente, en algunos lugares, era considerado nefasto el día en el que se conmemoraba la muerte de los Santos Inocentes. Por ejemplo, por esta razón se retrasó la coronación de Eduardo IV de Inglaterra que debiera haberse realizado ese día. Otro ejemplo: el duque Renato de Lorena renunció a entrar en batalla ese día porque sus guerreros se negaban a luchar el 28 de diciembre, pues lo consideraban día de mala suerte.
Actualmente, en muchas partes de Europa y América, en el día de los Santos Inocentes, se dan “las inocentadas”.
La matanza de los Santos Inocentes no es recordada en el arte de la primitiva Roma cristiana ya que la representación de este cruento episodio era contrario al principio, al objetivo original del cristianismo: el amor, la salvación en Jesús.
Existe un mosaico en el arco del Papa Sixto III (440), que se conserva en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma. El artista hace esta descripción: delante de Herodes, aparecen algunas mujeres con los cabellos sueltos y con los niños en los brazos. La escena tiene un cierto tono heroico, da como si dijésemos un cierto ejemplo de heroísmo, ejemplo que se repite infinidad de veces en otras iconografías representativas de los antiguos mártires presentándose ante los jueces para confesar su fe. Es también muy original una miniatura del “Codex Purpureus” de Mónaco, del siglo VIII, en el que el acontecimiento es representado alegóricamente en forma de cruz. Existen otras muchísimas representaciones.
Fuente: GOARCH / preguntasantoral
Traducción del inglés y adaptación propias