31/12 - Melania la Joven, Monja de Roma


Santa Melania de Roma, también conocida como Melania «la Joven» (o la «Menor») es una de las primeras monjas santas y es conmemorada hoy, el último día del calendario. Se la llama «de Roma» porque nació en esa ciudad en el año 383, pero murió en Jerusalén en el año 439. El sobrenombre de «la Joven” es para distinguirla de su abuela paterna, Melania la Mayor o la Anciana, que también fue monja y fundadora de un monasterio.


Valerio Publícola, hijo de Melania la Anciana, se quedó en Roma cuando marchó su madre al desierto, siendo cuidado por unos parientes ricos y casándose más tarde con Caeionia Albina. Juntos tuvieron una hija llamada Melania, por su abuela. Melania la Joven estuvo casada por la fuerza ante la insistencia de sus padres, pues era la única heredera de su fortuna. Su matrimonio fue un matrimonio formal y se efectuó con un primo paterno de diecisiete años, llamado Valerio Piniano, teniendo ella sólo trece años de edad. A pesar de su deseo de llevar una vida ascética, tuvieron dos hijos, varón y hembra, que murieron muy pronto. Su propia vida quedó en peligro después del segundo nacimiento y en este momento Melania y su esposo juraron vivir en adelante como hermanos.


Se marcharon de Roma, dieron sus riquezas a los pobres y vivían en un pueblo como ascetas. Entonces tenían veinticuatro y veinte años de edad respectivamente. Aun así, lo que todavía tenían, les fue arrebatado por la fuerza por parte de Severiano, hermano de Valerio Piniano, porque existía una ley que no les permitía gastar sus riquezas sin el consentimiento de los familiares mayores. La emperatriz Verena oyó hablar de esta injusticia y solicitó a Melania que se presentara ante ella en palacio. Aunque según la tradición, a ninguna mujer se le permitía entrar en el palacio de la emperatriz con la cabeza cubierta, Melania lo hizo, mostrando así su vida ascética. La emperatriz, admirada, dio la orden de dejar que ellos hicieran lo que quisieran con sus propiedades. Así que vendieron todo lo que les quedaba, lo dieron a los pobres no sólo en Roma, sino enviando parte a algunos países del este.


Melania y Piniano salieron de Roma en el año 408, viviendo una vida monástica cerca de Mesina (Sicilia) durante dos años. En el 410, viajaron a África, donde se hicieron amigos de San Agustín de Hipona y se dedicaron a llevar una vida de piedad y a hacer obras de caridad. Juntos fundaron un convento en el que Melania llegó a ser superiora encargándose Piniano de los monjes en el claustro.


En el año 417 Melania y su esposo viajaron a Palestina, donde visitaron, entre otros, el Santo Sepulcro de Jerusalén. Después, oyendo hablar acerca de la vida ascética de los Padres del desierto en Egipto, Melania se fue a Alejandría, con el fin de visitar a algunos de ellos y aprender más acerca de esa santa vida. Hay una historia en un famoso libro asceta que contiene los dichos de los Padres (Apophthegmata Patrum) en el que San Arsenio de Roma es presentado como que fue visitado por una rica mujer romana, que en mi opinión, no pudo ser nadie más que Melania. Arsenio se negó a aceptar la visita, pero ella insistió en solicitarla acudiendo a la autoridad del patriarca Teófilo. Finalmente: «Cuando ella había llegado a la celda del anciano, por una dispensa de Dios, este estaba fuera de ella. Al verlo, se echó a sus pies. Indignado, la levantó de nuevo y dijo, mirándola fijamente, «Si tienes que ver mi rostro, aquí está, mira”. Ella se cubrió de vergüenza y no le miró a la cara. Entonces el anciano le dijo: «¿No habéis oído hablar de mi estilo de vida? Tendría que ser respetado. ¿Cómo te atreves a hacer un viaje así? ¿No te das cuenta de que eres una mujer y no puedes ir a ninguna parte? ¿O es para que cuando regreses a Roma puedas decir a las otras mujeres: ¿He visto a Arsenio? Ella dijo: «Con la venia del Señor, no voy a dejar que nadie venga aquí, pero ora por mí y acuérdate de mí siempre”. Pero él le respondió: «Yo ruego a Dios que quite vuestro recuerdo de mi corazón.» Ella, al oír estas palabras, se retiró” (Arsenius 28).


Melania visitó también a algunos otros Padres, pero muchos de ellos se negaron a realizarle ofrendas. De todos modos ella regresó con un curioso regalo de Abba Macario el Grande. Después de esta historia, que es contada de forma independiente por tres autores diferentes (Paladio, Timoteo de Alejandría y la autora anónima de la Patrum Apophthegmata), Abba Macario fue visitado por una hiena quien trató de convencerlo de que fuera a su cueva. Macario fue allí, donde vio a los hijos ciegos del animal salvaje, a los que curó mediante la oración. Al segundo día, la hiena se le acercó con una piel de lana de un carnero u oveja. Esta piel fue utilizada por Melania, durante los fríos inviernos, hasta su muerte.


Melania regresó a Palestina para vivir en la ermita de su abuela, Melania la Mayor, cerca del Monte de los Olivos. Allí recibía la visita de su ex marido y de su madre, pero sólo una vez a la semana, porque ella decidió vivir aislada. Después de un tiempo su madre, Albina, murió, y pronto también murió Piniano (año 420). Melania construyó entonces un claustro para los hombres y una iglesia, donde pasó el resto de su vida.


En el año 436 se fue a Constantinopla, después de recibir una carta de su tío Volusiano, que estaba enfermo y quería verla, y en ese viaje ella convenció a su tío para que se bautizara. Se reunió allí con la emperatriz Eudoxia, quien más tarde visitó Jerusalén en el año 437 y, aconsejada por Melania, hizo algunas donaciones importantes para las diferentes iglesias de Palestina. Sus últimos años estuvieron dedicados a la apostólica misión de consejera, aunque también a curar milagrosamente a diferentes tipos de enfermos.


Durante las fiestas de la Natividad, en el año 439, Melania supo que su muerte ocurriría pronto. Participó en la Santa Liturgia de la Navidad, se reunió con sus amigos más cercanos y les dio los últimos consejos, muriendo el 31 de diciembre de ese mismo año. Es en este día cuando se conmemora en las Iglesias de Oriente y Occidente. Su monasterio resistió hasta en año 614, cuando fue destruido por los persas.


La veneración de Santa Melania y sus reliquias


La vida de Santa Melania fue escrita en griego por un monje llamado Geroncio. Existen algunas otras, más cortas, en la “Historia Lausiaca” de Paladio y en la obras de Pedro el Ibero. La tumba de Santa Melania está situada en el monasterio de Megale Panagia en Jerusalén. Este lugar sagrado es especial por el hecho de que la puerta del monasterio es muy pequeña. Sus reliquias se encuentran en el lugar donde se supone que estaba su celda de piedra, de hecho, en una estrecha cueva. Junto a las reliquias se guardan allí sus cadenas, que llevaba debajo de sus vestidos.


Mitrut Popoiu



Fuente: preguntasantoral

Adaptación propia