San Trifón nació en Camposede, municipio del Helesponto cerca de Nicea, en Frigia, en el año 232, en tiempo de los emperadores Gordiano y Decio.
Era un niño de familia muy pobre que tenía que dedicarse al cuidado de los animales en el campo para poder ayudar a sus padres, pero mientras pastoreaba se dedicaba a estudiar las Sagradas Escrituras y era muy piadoso. Como llegó a conocer tan bien las Escrituras, siendo niño se dedicó a enseñarlas y por tanto, Dios le dio el poder de hacer milagros. Se cuenta que no solo curaba enfermedades sino que una vez libró a su país de una plaga de langostas.
Tantos prodigios llegaron a los oídos de Gordiano, que lo llamó porque su hija Gordiana estaba enferma poseída por un demonio. Como ningún médico de la corte conseguía curarla, el demonio habló por boca de ella solicitando la presencia de Trifón. Este mandó al demonio que apareciese como un perro rabioso, para que la gente pudiera comprender su malicia, por lo cual muchos se convirtieron, y la chica quedó curada. Gordiano quiso pagar el favor, pero Trifón se negó a aceptar regalo alguno para sí mismo, aunque aceptó otros que repartió entre los pobres.
Sin embargo, más tarde, gobernando el emperador Decio, fue arrestado y llevado ante el prefecto Aquilino, en Nicea, por predicar la fe en Cristo, y entonces fue golpeado, destrozado su cuerpo con garfios de hierro, amarrado a un caballo que lo arrastró por la ciudad, le clavaron los pies y desnudado para ser quemado con teas encendidas y, como no moría, lo decapitaron. Antes de morir Trifón rogó a Dios diciendo: “Oh Señor, Dios de dioses, Rey de reyes y Santo entre los santos, te doy gracias porque has hecho que acepte mi martirio sin vacilación alguna. Te pido que las manos del demonio invisible no me toque, que no me arrastre hasta el abismo de la destrucción, sino que tus santos ángeles me lleven a tu hermosa morada. Atiende la oración de todos cuantos te ofrezcan sacrificios en mi recuerdo, míralos desde tu santa morada y concédeles abundantes dones, ya que tu eres Dios por los siglos de los siglos”. Era el año 250.
Los habitantes de Nicea quisieron sepultar su cuerpo en la ciudad, pero él se les apareció pidiendo ser sepultado en su pueblo natal. Sus restos fueron trasladados a Camposede, donde los tuvieron hasta 809, en el que un buque veneciano inició el traslado hacia Italia. Pero frente a la costa de Montenegro fue sorprendido por una tormenta y no podía regresar a su ruta, hasta que se invocó la intercesión del santo. Este milagro fue seguido por otros, y pronto se difundió el culto por la costa dálmata, donde se erigió una magnífica basílica en su honor. En el siglo X el cuerpo del santo -sin la cabeza- fue llevado a Roma y depositado en una pequeña iglesia en Campo de Marte, convertida después en la Basílica de San Agustín. Pero aun así sus restos no hallaron el descanso final: se trasladaron fragmentos a Ravello, de allí otros a Tramonte; durante la peste, en el siglo XVI, fragmentos a Onano, otros a Altilia, a Cerignola... las reliquias se expandieron desde Roma hacia cada parte del sur de Italia, y junto con ellos sus milagros.
Como decimos, a la ciudad de Kotor (Montenegro) llevaron las reliquias en el siglo IX, por lo que fue proclamado patrono de ella. También en Roma, en el Campo Marzio, se le dedicó una iglesia en el mismo siglo IX; en ella se hacía estación penitencial el primer sábado de Cuaresma. Esta iglesia romana fue reconstruida por el Papa Juan XVIII el 28 de noviembre del año 1006, aunque en el siglo XVIII fue destruida para construir en solar el actual monasterio e iglesia de San Agustín, donde se asegura que existen reliquias tanto de él como de Respicio. La tradición dice que en esta iglesia está su cuerpo, pero lo más probable es que sean solo reliquias menores, porque se estima más verosímil que esté en Kotor.
El centro inicial de su culto fue Lampsaco, que es una localidad muy pequeña no lejos de Apamea en Frigia (en el Asia Menor), aunque era conocido en Nicea y Constantinopla, donde ya el emperador Justiniano edificó en el siglo VI una iglesia en su honor. Es especialmente venerado en Italia, y en la Iglesia griega; desde el siglo XII se imparte la «bendición de Trifón» contra los malos espíritus y los insectos. Los rusos lo consideran el santo protector de las aves, ya que se cuenta que en tiempos del Zar Iván el Terrible, estando este de caza, perdió su halcón, exigiendo a quien iba con él que lo encontrara porque en caso contrario, lo condenaría a muerte. El ayudante del Zar lo buscó pero al no encontrarlo regresó a Moscú con la esperanza de que si le rezaba a San Trifón, este le ayudaría. Entonces San Trifón se le apareció y le entregó el halcón que había perdido el Zar, el cual pudo ser devuelto a su dueño. Por eso le construyeron una iglesia al santo en Moscú, y se le considera patrono de los halconeros.
Fuente: preguntasantoral / El Testigo Fiel / laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
Adaptación propia