Nuestra Venerable Madre Domnica nació en Cartago (norte de África) y floreció durante el reinado del Emperador Teodosio I el Grande (379-395).
Habiendo abrazado la fe cristiana en su juventud, huyó de su tierra natal y tomó un barco hacia Alejandría. Allí se fue a vivir con otras cuatro doncellas paganas. Domnica vivió virtuosamente entre ellas y aprovechó toda oportunidad para instruirlas en el Evangelio. Llenas de admiración por semejante modelo de perfección cristiana, las cuatro doncellas decidieron abandonar sus creencias paganas y abrazar la fe en Cristo. Las cinco jóvenes decidieron ir a Constantinopla para ingresar allí en un monasterio.
Después de llegar a Constantinopla en barco, el Patriarca Nectario, a quien un ángel le había notificado previamente de su llegada, las esperaba con su clero. Luego bautizó a las cinco doncellas y les puso los siguientes nombres a las compañeras de Domnica: Dorotea, Evancia, Nona y Timotea. El Patriarca las instaló en un monasterio.
Como monja, Domnica vivió una vida ascética estricta, y con el tiempo le fue concedido el carisma de realizar milagros. Esto hizo que su fama se extendiera por toda Constantinopla, y el Emperador Teodosio el Grande, con la Emperatriz, acompañados por la Corte Imperial, fueron a verla. Esto hizo que su fama se extendiera aún más, atrayendo a muchos visitantes al monasterio. Debido a que ya no había paz ni silencio en el monasterio para llevar una vida de oración, Dios le pidió a Domnica que se marchase a un lugar remoto habitado por demonios, que antes había sido un lugar de ejecución, y que todos evitaban.
Ella le solicitó al Patriarca Nectario que estableciera un monasterio allí, pero el Patriarca no se lo permitió de inmediato; sólo cuando se le confirmó que realmente estaba divinamente inspirada para hacerlo le concedió su petición. Por lo tanto, llevó esta solicitud al Emperador, quien inmediatamente se encargó de financiar la construcción del monasterio junto con una capilla dedicada al profeta Zacarías. Una vez finalizada la construcción del monasterio, el Patriarca Nectario decidió consagrarlo el 26 de enero de 388. Sin embargo, Domnica insistió en que la ceremonia debía llevarse a cabo dos días antes. El Patriarca así lo hizo, e hizo la inauguración el 24 de enero. También la nombró Abadesa y ordenó a una diaconisa. La predicción de la santa se manifestó dos días después, cuando los arrianos causaron un gran alboroto en la ciudad y derramaron mucha sangre. Ella también predijo más tarde la muerte del Emperador en el año 395 y las desgracias que siguieron.
En su vejez, Domnica cayó enferma y confió su rebaño espiritual a la hermana Dorotea. Después de orar fervientemente al Señor para que el monasterio fuese preservado y que Dios protegiese a la ciudad, descansó en paz hacia el año 474.
Domnica siguió haciendo milagros después de su reposo en la tumba. Una vez, cuando el monasterio estaba sufriendo un incendio, se vio a Santa Domnica y al Profeta Zacarías alejando las llamas de la iglesia.
La pureza moral de la Santa Domnica, unida a su admirable humildad, tuvo tal resonancia en la conciencia de nuestra Iglesia que fue admitida en la categoría de los santos.
Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
Adaptación propia