06/02 - Barsanufio el Grande


Nacido hacia la mitad del siglo V en Egipto, Barsanufio ingresó en un monasterio de Gaza, donde vivió en perfecta soledad, tratando solamente con un monje que le hacía de secretario. Fue un gran contemplativo y gozó de dones sobrenaturales. La fama de su santidad hizo que lo buscaran muchos anacoretas, con los cuales mantuvo relación epistolar. Entre ellos estuvo Juan, llamado "el profeta", abad del monasterio de Merosala y maestro del famoso Doroteo.


La correspondencia de san Barsanufio, compuesta por cerca de 800 cartas, es importante para la historia de la espiritualidad. En ellas se tratan cuestiones precisas y breves, resueltas con aforismos (apotegmas, una sentencia breve y graciosa en la que subyace un contenido moral aleccionador) que fueron luego utilizados como preceptos monásticos. La insistencia principal de esos textos está en la fidelidad a la tradición, y en la discresión de los consejos, adaptados a las reales necesidades humanas, lejos de cualquier exceso. Tuvieron un gran influjo en los monasterios orentales, mientras que permanecieron desconocidas para Occidente.


Una vez cierto Padre le rogó a San Barsanufio que rezara para que Dios contuviera su ira y se compadeciera del mundo. El Santo le respondió que había tres hombres perfectos ante Dios cuyas oraciones llegaban ante el trono divino y protegían al mundo entero, y a los cuales se les había revelado que la ira de Dios no duraría demasiado: Juan de Roma, Elías de Corinto y «otro de la diócesis de Jerusalén» (por él mismo).


Barsanufio murió a avanzada edad, hacia el 540, y su imagen se encuentra reproducida en la iglesia de Santa Sofía, en Constantinopla, junto con la de san Antonio, Efrén, y otros santos. Es festejado en la iglesia oriental el 6 de febrero.


Sus reliquias fueron transportadas por un monje palestinense a Oria, en Italia, hacia el 850, y colocadas por el obispo Teodosio en la antigua basílica junto a las puertas de la ciudad; por ese motivo la diócesis de Oria lo festeja como patrono. Destruida la basílica por los sarracenos, por mucho tiempo se perdió el recuerdo, pero fueron más tarde reencontradas -se dice que siguiendo una visión- por el sacerdote Marcos, y trasladadas a la catedral, donde están aún hoy.



Fuente: catholic.net