Zacarías (Hebreo: זְכַרְיָה Zeḥaryáh) es uno de los profetas menores, a quien se atribuye el libro que lleva su nombre. Su nombre significa Yahveh Ha Recordado. Zacarias "el grande" se llama a sí mismo hijo de Baraquías hijo de Idó (Zac 1:1,7) pero en otros pasajes se omite dicho nombre.
Probablemente nació en algún lugar de Babilonia, puesto que su actividad profética empezó tan solo diecisiete años después del regreso del exilio, y es razonable pensar que para entonces tenía más de diecisiete años, aunque todavía se le consideraba joven.
Dios se valió de Zacarías y de su contemporáneo Ageo para animar a Zorobabel, al sumo sacerdote Josué y a los exiliados que habían regresado a terminar la reconstrucción del Templo de Dios, aun cuando todavía estaba en vigor una prohibición del gobierno persa. El libro de la profecía de Zacarías, dividido en catorce capítulos y contado el 11° entre los Profetas Menores, contiene mensajes que pronunció con ese fin durante un período de dos años y un mes. Dentro de «Los Doce», es decir el conjunto de doce pequeños libros proféticos que en la Biblia hebrea forman una unidad, Zacarías es uno de los extensos, junto con Oseas y Amós. Y no sólo es mediano en longitud, sino tan rico en imágenes, que nos lo encontraremos citado o aludido abundantemente en el Nuevo Testamento, sobre todo en Apocalipsis. El elogio del Martirologio evoca una de esas citas: «Anunció al mismo tiempo que un rey pacífico, Cristo el Señor, iba a entrar triunfante en la Ciudad Santa de Jerusalén, lo que se llevó a cumplimiento», se refiere a Zacarías 9,9: «¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna.» Gracias a los relatos de la Pasión, es posiblemente uno de los versículos de los profetas que más se conocen popularmente. Sin embargo el libro no se agota en esa imagen.
En cuanto al libro, los especialistas están de acuerdo en que hay una marcada diferencia entre la primera parte del escrito, los capítulos 1 a 8, y la segunda parte, del 9 al 14. Hasta tal punto que se suele hablar, como en el caso del libro de Isaías, de dos profetas distintos: el Zacarías de la vuelta del destierro, que ya hemos presentado sumariamente, y un profeta (o una escuela) anónimo posterior, que desarrolla el pensamiento de Zacarías, pero no con su estilo, y que a falta de otro nombre simplemente se denomina Déutero-Zacarías, o Segundo Zacarías. Stuhlmüller señala así las diferencias entre el primero y el segundo Zacarías.
Aunque podemos, entonces, hablar de un desarrollo doctrinario entre una y otra parte, al leer Zacarías debemos tener en cuenta este dato de que estamos leyendo realmente dos libros. De todos modos, todo el conjunto está dominado por el surgimiento de un nuevo tipo de profecía, que de a poco se va a ir imponiendo: la profecía "apocalíptica". No es casual que precisamente sean el libro y los fragmentos apocalípticos del Nuevo Testamento los que más imágenes hayan tomado prestadas de Zacarías; es que realmente podemos considerar a Zacarías como uno de los precursores de ese estilo que se va a hacer tan habitual en la vida del pueblo bíblico en los siglos inmediatamente anteriores a Jesús, que incluso pasará a confundirse la profecía con la «futurología» apocalíptica, confusión que permanece popularmente hasta hoy.
Según la interpretación cristiana, una de las profecías mesiánicas que recogería el libro de Zacarías en el capítulo 11:12-13 haría referencia al precio (treinta piezas de plata) que los sacerdotes principales ofrecieron a Judas por entregarles a Jesús. Ver el Evangelio de Mateo en el capítulo 26 y versículo 15.
En otra de las profecías de Zacarías (14:4-5 sobre la llegada del día del Señor) se dice que el monte de los Olivos se separaría en dos y se allanaría, como el valle del Hinón se allanó por un terremoto que ocurrió en tiempos de Ozías (o Azarías), rey de Judá que reinó desde el 809 al 759 a. C. En el registro de terremotos anteriores al siglo XX cristiano, hay uno datado en octubre del 759 a. C. en Israel, y tal año es precisamente el último año del reinado de Ozías en Judá.
Sozomeno cuenta que las Santas reliquias del profeta Zacarías fueron halladas en Eleuterópolis de Palestina en tiempos del Emperador Honorio; el mismo profeta se le habría aparecido a cierto Calemero para contarle dónde encontrar su tumba, que contenía su cuerpo incorrupto (Hist. Ecles., libro IX, 17).
Fuente: GOARCH / El Testigo Fiel
Traducción del inglés y adaptación propias