27/02 - Procopio el Confesor de Decápolis


Este santo era de Decápolis de Isauria, una región montañosa de Asia Menor. Vivió en el siglo octavo, en la época del emperador León III el Isauro (717-741).


Se caracterizó por su nobleza y valentía para defender la fe. En su juventud, se dedicó a una vida de ascetismo, y realizó todos los esfuerzos posibles mediante los cuales el corazón se purifica y el espíritu se eleva a Dios.


Cuando comenzó la persecución del infame emperador iconoclasta León contra los iconos, Procopio se alzó en defensa de los mismos, demostrando que su veneración no es idolatría.  San Basilio (celebrado mañana) y su compañero Procopio de la Decápolis de Isaura fueron de los monjes que sufrieron durante el reinado del emperador iconoclasta, quien luego de obligar al bautismo de todos los judíos y montanistas del Imperio, emitió una serie de edictos contra el culto de las imágenes que fue llamada la "reforma iconoclasta".


Esta prohibición de una costumbre que sin duda había dado lugar a todo tipo de abusos obtuvo el rechazo de la gran mayoría de los teólogos y casi todos los monjes, quienes se opusieron a estas medidas con firmeza.


Procopio fue arrestado, brutalmente torturado, azotado y raspado con un cepillo de hierro. Por todo esto fue reconocido como confesor de la fe. Soportó estas torturas y fue encarcelado con su compañero San Basilio el Confesor.


Cuando el malvado Emperador León fue asesinado en el cuerpo (ya que ya había perdido su alma antes), los iconos fueron restaurados en las iglesias y Procopio regresó a su monasterio, donde pasó el resto de sus días en paz y se le concedió la gracia para hacer milagros. En la vejez, fue trasladado a la realeza increada del reino de Dios, donde mira con alegría a los ángeles y santos vivos, ahora "cara a cara" (1 Cor. 13:12). Reposó pacíficamente en 750.



Fuente: catholic.net / laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

Adaptación propia