Este santo vivió en el siglo octavo, en la época del emperador León III el Isauro (717-741).
Cuando comenzó la persecución del infame emperador iconoclasta León contra los iconos, Basilio, junto con su maestro Procopio (celebrado ayer) se alzó en defensa de los mismos, demostrando que su veneración no es idolatría. San Basilio y San Procopio de la Decápolis de Isaura fueron de los monjes que sufrieron durante el reinado del emperador iconoclasta, quien luego de obligar al bautismo de todos los judíos y montanistas del Imperio, emitió una serie de edictos contra el culto de las imágenes que fue llamada la "reforma iconoclasta".
Esta prohibición de una costumbre que sin duda había dado lugar a todo tipo de abusos obtuvo el rechazo de la gran mayoría de los teólogos y casi todos los monjes, quienes se opusieron a estas medidas con firmeza.
Basilio fue arrestado, encarcelado y duramente torturado. Soportó estas torturas con su compañero San Procopio.
Cuando el malvado Emperador León fue asesinado en el cuerpo (ya que ya había perdido su alma antes), los iconos fueron restaurados en las iglesias y Basilio fue liberado de la prisión y regresó a su vida ascética monástica. Gran defensor de la Iglesia, luchó continuamente por el refuerzo de la recta fe, por la iluminación de los herejes, por el afianzamiento de los fieles y por el arrepentimiento de los pecadores. Y a través de la abundante gracia que recibió de Cristo, se le concedió el poder de obrar milagros y sanar enfermedades.
San Basilio durmió en paz en el año 750 d.C.
Fuente: catholic.net / laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
Adaptación propia