Nuestro Venerable Padre Zacarías era hijo de Abá Carión (24 de noviembre), y junto con su padre fue de niño a Escete de Egipto y se convirtió en monje. Alcanzó una humildad y virtud tan extremas que fue hecho digno de convertirse en recipente del Espíritu Santo, que enardecía su corazón día y noche. Por esta razón, su propio padre, Abá Carión, dijo de él: "He realizado muchas más tareas físicas que mi hijo Zacarías, pero no he alcanzado su estatura en humildad y silencio".
Muchos de los grandes Padres y Ancianos buscaron aprender cómo el Espíritu Santo vino a encontrar descanso dentro de Zacarías. Esto llevó a Abá Macario a preguntarle: "Dime, ¿qué hace a un monje?" Él dijo: "¿No es malo que tú me preguntes a mí?" Y el abá Macario le dijo: “Estoy seguro de que debo preguntarte a ti, hijo mío, Zacarías. Hay uno que me insta a que te pregunte ". ZacaríS le dijo: "Hasta donde yo sé, Padre, creo que quien se controla y se obliga a contentarse con las necesidades y nada más, ese hombre es un monje".
Una vez, Abá Zacarías tuvo una visión cuando estaba en Escete, y se lo comunicó a su padre, Abá Carión; pero él, siendo un hombre de acción, realmente no sabía nada de tales cosas. Lo golpeó, diciendo que la visión era de los demonios. Pero el pensamiento perduró; así que fue a ver a Abá Pemeno de noche y le contó todo, y cómo le ardía en su interior. El Anciano percibió que era de Dios, así que lo envió a otro Anciano y le dijo: "Haz lo que él te diga". Se fue y, antes de hacer cualquier consulta, el Anciano se anticipó a él y le contó todo. "La visión es de Dios", dijo, "pero ve y sométete a tu padre".
También leemos cómo un día Abá Moisés le dijo a Abá Zacarías: "Dime qué debo hacer" Ante estas palabras, este último se arrojó al suelo a los pies del Anciano y dijo: "¿Me preguntas tú a mí, padre?" El anciano le dijo: "Créeme, Zacarías, hijo mío, he visto al Espíritu Santo descender sobre ti y desde entonces me veo obligado a preguntarte". Entonces Zacarías se quitó la capucha de la cabeza, se la puso debajo de los pies y la pisoteó, diciendo: "El hombre que no se deja tratar así, no puede convertirse en monje".
Abá Pemeno dijo: "Abá Moisés le hizo una pregunta a Abá Zacarías cuando estaba a punto de morir, diciendo: 'Abá, ¿es bueno que guardemos silencio?' Y Zacarías le dijo: "Sí, hijo mío, guarda silencio". Y en el momento de su muerte, mientras el Abá Isidoro estaba sentado con él, miró al cielo y dijo: 'Regocíjate y alégrate, hijo mío Zacarías, porque se han abierto las puertas del cielo' ".
Fuente: laortodoxiaeslaverdad. blogspot.com
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