Sábado de la I Semana de Cuaresma (Conmemoración del Milagro de la Coliba Obrado por San Teodoro el Tirón)


Julián el Apóstata, sabiendo que los cristianos se purifican ayunando sobre todo durante la primera semana de Cuaresma -por eso la llamamos la Semana Pura-, planeó mancillarlos especialmente con tal ocasión. Así pues, ordenó en secreto que durante esos días los mercados estuvieran llenos de alimentos que habían sido manchados con la sangre de animales ofrecidos en sacrificio a los ídolos.

Sin embargo, por mandato divino el Mártir Teodoro (conmemorado el 17 de febrero) se le apareció en sueños a Eudoxio, a la sazón Arzobispo de Constantinopla. El Santo le reveló el plan del tirano y le pidió que convocara a los fieles inmediatamente el lunes por la mañana, que les impidiera que compraran dichos alimentos y que más bien hicieran coliba para subvenir a sus necesidades. El Obispo le preguntó qué era la coliba, y el Santo respondió: «Así es como llamamos al trigo hervido en Euqueta».

De ese modo el plan del malvado se vio frustrado, y la gente piadosa que fue preservada sin mancilla toda la Semana Pura le dio gracias al Mártir este sábado y celebró su conmemoración con colibas.

Estas cosas ocurrieron en el año 362, y la Iglesia guarda esta conmemoración cada año para gloria de Dios y honor del Mártir.

LECTURAS DE LA DIVINA LITURGIA

Del ciclo regular


Heb 1,1-12: En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues ¿a qué ángel dijo jamás: Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy; y en otro lugar: Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo? Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice: Adórenlo todos los ángeles de Dios. De los ángeles dice: Hace de los espíritus sus ángeles; de las llamas de fuego, sus ministros. En cambio, del Hijo: Tu trono, oh Dios, permanece para siempre; y cetro de rectitud es tu cetro real. Amaste la justicia y odiaste la iniquidad; por eso Dios, tu Dios, te ha distinguido entre tus compañeros, ungiéndote con aceite de júbilo. También: Tú, Señor, en los comienzos cimentaste la tierra; los cielos son obra de tus manos; ellos perecerán, tú permaneces; se gastarán como la ropa, los envolverás como un manto. Serán como vestido que se muda. Pero tú eres siempre el mismo tus años no se acabarán.


Del Santo


2 Tim 2,1-10: Hijo mío, Timoteo, hazte fuerte en la gracia de Cristo Jesús, y lo que has oído de mí, a través de muchos testigos, esto mismo confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros. Toma parte en los padecimientos como buen soldado de Cristo Jesús. Nadie, mientras sirve en el ejército, se enreda en las normales ocupaciones de la vida; así agrada al que lo alistó en sus filas. Tampoco el atleta recibe la corona si no lucha conforme a las reglas. El labrador que se afana con fatiga tiene que ser el primero en participar de los frutos. Reflexiona lo que digo, pues el Señor te dará inteligencia para que lo comprendas todo. Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.


Mc 2,23-38;3,1-5: En aquel tiempo, sucedió que atravesaba Jesús un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas. Los fariseos le preguntan: «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?». Él les responde: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él?». Y les decía: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado». Entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo. Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio». Y a ellos les pregunta: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?». Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». La extendió y su mano quedó restablecida.



Fuente: goarch.org / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española
Traducción del inglés y adaptación propias