El nombre de San Antipas nos ha sido transmitido por el libro de Apocalipsis: “Eres fiel a mi nombre y no has renegado de mi fe, ni siquiera en los días de Antipas, mi testigo fiel, que fue muerto entre vosotros, ahí donde habita Satanás” (Ap. 2;13), esa es la única mención que nos da el Apóstol San Juan. Era, pues, contemporáneo de los Santos Apóstoles, que lo consagraron Obispo de Pérgamo.
Un relato escrito muy posteriormente nos cuenta que Antipas fue martirizado en Pérgamo, en Asia Menor, durante el reinado de Nerón, emperador que realizara una feroz persecución a los cristianos. Andrés de Cesarea, en sus comentaros del Apocalipsis escritos en el siglo VII, declara haber leído el relato del martirio del santo, pero tan sólo nos da brochazos de información, tal como se acostumbraba en el modelo del género literario usado por el autor.
De acuerdo a este relato Antipas, ya de avanzada edad, fue arrestado tras un levantamiento popular en tiempos de Domiciano y llevado ante el tribunal del prefecto de la ciudad. Este intentó convencerle de la antigüedad y lo venerable del culto a los dioses, frente a la novedad del Cristianismo. Antipas, que era versado en las Escrituras, le mostró como desde el principio, toda la Revelación apuntaba a Cristo, y no a los falsos dioses. Demostró la vacuidad de la filosofía y la maldad y repugnancia de los dioses, llenos de pecados y males como los humanos. Y todo siempre confrontándolo con la pureza de la fe cristiana y el testimonio de Jesucristo. El juez, irritado, mandó fuera metido en un toro de bronce (el toro de Falaris) y este encendido hasta quemar vivo al santo. Aún dentro de aquel horno, Antipas entonaba salmos y cánticos al Señor, hasta que expiró.
Tanto en el Sinaxario Bizantino como en el Martirologio Romano a San Antipas se lo conmemora el 11 de abril. La iconografía lo representa como obispo y según la tradición oriental él era parte de los 72 discípulos de Cristo que se menciona en los Evangelios.
Los fieles rezan a este Santo para ser aliviados de las dolencias de los dientes.
Fuente: eltestigofiel.org / religionenlibertad.com