Domingo de las Miróforas


En este día conmemoramos a las Santas Mujeres Miróforas: Santas María Magdalena (22 de julio), María esposa de Cleofás, Juana (27 de junio), Salomé, madre de los hijos de Zebedeo (3 de agosto), Marta y María, hermanas de Lázaro (4 de junio). También recordamos a San José de Arimatea (31 de julio), y Nicodemo.


La Santa Reina Tamara de Georgia es conmemorada dos veces al año: el 1 de mayo, el día de su descanso, y también el domingo de las Mujeres Miróforas.


Los Evangelistas mencionan que entre los presentes a la cruz estaban la madre del apóstol Jacobo y Salomé y las otras mujeres que seguían a Cristo desde Galilea y todos mencionan a María Magdalena primero. San Juan adicionalmente incluye a María la Madre de Dios, nombrándola a ella y a María Cleofás.


Según las costumbres judías, estas mujeres pasaron el siguiente día después de la sepultura de Cristo en descanso por ser el sábado, día de descanso, cual también coincidía con la fiesta de Pascua Judía. Las mujeres entonces recogieron las especies aromáticas para llevarlas a la tumba del Señor al amanecer del domingo y ungir su cuerpo como era la costumbre de los Judíos.


Es necesario mencionar que las mujeres se marcharon cada una a sus viviendas el Viernes en la noche y salieron de sus casas solas en la madrugada del siguiente día para ir a la sepultura de Cristo, ellas no tenían posibilidades de haberse reunido el Sábado, ellas llegaron a un acuerdo de asistir a la tumba temprano en la madrugada del primer día de la semana.


El Evangelista Mateo escribe que las mujeres llegaron en la madrugada, o como el Evangelista Marcos recuenta que llegaron al sitio donde estaba el cuerpo de Cristo antes de la salida del sol. El Evangelista Juan aclara que María Magdalena vino al sepulto cuando estaba todavía oscuro, espero impacientemente que la noche se terminara, pero no había salido el sol todavía. Ella corrió al lugar donde el Señor estaba sepultado.


Después de haber visto al Señor resucitado, María se recupero y corrió hacia donde estaban los apóstoles para complacer la voluntad del Señor mandándola a predicar. Cuando llego a la casa de los apóstoles, ellos se encontraban tristes y María les proclamo sus buenas noticias "¡He visto al Señor!". Esta fue la primera vez que se predico en el mundo La Resurrección.


Los apóstoles llevaron las buenas noticias al mundo, pero María fue la que lo proclamó por primera vez a los apóstoles.


LECTURAS


Hch 6,1-7: En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas. Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron: «No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra». La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando. La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.


Mc 15,43-47;16,1-8: En aquel tiempo, vino José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín, que también aguardaba el reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de Joset, observaban dónde lo ponían. Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?». Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y quedaron aterradas. Él les dijo: «No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro: “Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo”». Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, del miedo que tenían.



Fuente: catecismoortodoxo.blogspot.com / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española