19/06 - Tadeo (Judas) el Apóstol y Hermano de nuestro Señor


El Apóstol Judas era del número de los Doce, y Lucas (Lc 6,16; Hch 1,13) lo llama «Judas el de Santiago» (el Hermano del Señor), por lo que sería también pariente del Señor según la carne. Sin embargo, Mateo (Mt 10,2) lo llama Tadeo (no confundirlo con el que curó a Agbar según cuenta Eusebio en su ‘Historia eclesiástica’, 1,13; ver el 21 de agosto).


Desde el punto de vista etimológico, Tadeo significa “magnánimo, valiente”, aunque también se puede considerar una deformación. Y todos sabemos que Judas significa “alabanzas sean dadas a Dios”.


Después de Pentecostés asistió al primer Concilio de Jerusalén y desde el punto de vista histórico, no se sabe nada más de él.


La tradición oriental dice que predicó en Palestina y en las regiones vecinas, pero tradiciones más tardías lo hacen predicador en Arabia, Mesopotamia, Armenia e incluso en Persia, junto con el apóstol Simón Zelotes. Los textos sirios más antiguos lo presentan como mártir en Arado (Beirut) en el año 80.


Sus reliquias, en los siglos III y IV se encontraban en Verona, pero actualmente están en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, junto con las del otro apóstol, Simón Zelotes. Reliquias pequeñas existen en otros países como España, Italia, Francia y Alemania. En cuanto a su culto hay que decir que ha sido venerado siempre, desde el siglo I. En el año 1059, el emperador Enrique III le dedicó una Colegiata en Goslar.


Iconográficamente se le representa siempre como un hombre maduro, barbudo y hasta viejo, con un hacha (haciendo mención al martirio) y con un libro (mención de la Epístola).


Escrita después de la destrucción de Jerusalén por Tito, la suya es la última de las Epístolas Católicas (generales), y está dirigida a los judíos creyentes de la Diáspora. Los rasgos principales que caracterizan a esta Epístola son la denuncia de las herejías de los primeros tiempos, pone a sus destinatarios en guardia contra las falsas doctrinas, condena la lujuria y la adulación interesada, anima a estar firmes en la fe, anuncia que surgirán falsos profetas y maestros, alienta el amor a Dios y al prójimo, exhorta a la paciencia y concluye la carta con una oración.


Antonio Barrero



Fuente: preguntasantoral / GOARCH

Adaptación propia