Desde muy joven, este santo se entregó a la vida ascética, y a través de la sobriedad y la oración meticulosa expulsó de su alma la mente carnal. Así brilló como el sol radiante e iluminó a aquellos que estaban oscurecidos por sus pasiones y las artimañas de los demonios. Y no solo hizo milagros extraordinarios en esta vida presente, sino que después de partir al Señor, sigue brotando una cantidad cada vez mayor de milagros y curaciones para aquellos que se apresuran a él con fe. Estas palabras se pueden confirmar en su cueva, donde se pueden encontrar sus honorables reliquias.
No se sabe mucho más sobre San Lampado además de lo que aquí consignado, aunque en fuentes eslavas se ha conservado que vivió y fue sepultado en Irenópolis de Isauria alrededor del siglo X.
Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
Adaptación propia