El Santo Mártir Procopio nació de un padre piadoso llamado Cristóbal, pero su madre Teodosia era idólatra. Tras la muerte de Cristóbal, Teodosia presentó a su hijo Neanías (nombre original del Santo) ante Diocleciano, que se encontraba en Antioquía de Siria, que lo nombró Duque de Alejandría y lo envió a castigar a los cristianos. Cuando Neanías se dirigía a cumplir su misión, el Señor le habló como antaño al Santo Apóstol Pablo y se convirtió a la fe, volviéndose a Escitópolis y predicando a Cristo.
Han salido varios decretos del emperador Diocleciano y cada versión es peor para los cristianos que el anterior. En todo lo ancho y largo del Imperio se han enturbiado las cosas hasta el punto de crearse un ambiente de persecución abierta y ya se habla de cárceles, cruces, hogueras y espadas contra los discípulos de Jesús; al emperador le dan respeto porque desprecian a los dioses nacionales y piensan que acabarán poniendo en peligro el fundamento de su unidad.
Por desgracia, bastantes han sido flojos; no han perseverado al llegar los tiempos malos y por miedo han sacrificado a los ídolos; han sido blandos. Neanías no ha claudicado. Ya vive en Jerusalén. El amor sincero al Señor Jesús, su deseo de imitarlo, le han llevado a vivir bastante lejos de la marcha que lleva el común de los mortales que con harta frecuencia piensa en vivir del modo más cómodo posible, huyendo de lo que cuesta, y siendo amigos de cuidar que el estómago no sufra con privaciones, procurando al cuerpo algo más del sueño y descanso que pide, con el añadido de conseguir todos los placeres que a la vuelta de la esquina pueden encontrarse como oferta permanente. Así es su presencia, flaco y seco como un asceta. Supo preparar la pelea última con la lucha y el esfuerzo diario.
Tiene responsabilidades añadidas a la profesión de la fe cristiana. Lo han hecho Lector en la iglesia y lee con voz alta y pausada al pueblo lo que está escrito en el Libro Sagrado; como Exorcista, trata al poseso con la energía de quien tiene por el Señor el mando; le encomendó también el obispo la traducción oficial a la lengua vulgar -al arameo- los textos griegos de la Liturgia.
Por la persecución que se ha iniciado, y denunciado por su propia madre, a Neanías lo trasladan a Cesarea y allí comienza la encrespada lid contra los que aman al único Dios y rechazan a los ídolos de los paganos. Estando en la prisión, se le apareció de nuevo el Señor y le cambió el nombre a Procopio, que en griego significa «progreso» o «avance».
Lo sacan de prisión para que adorara a los ídolos, pero ante el gobernador Flaviano no tiene más palabra que negar la existencia de dioses, ni mejor actitud que negarse a ofrecer incienso a ídolos falsos y a los emperadores romanos. Ante sus oraciones, los ídolos caían y muchos se convertían a Cristo, sufriendo el martirio, entre ellos ciertos soldados, doce mujeres de rango senatorial y la propia madre del Santo, Teodosia. Así las cosas, Flaviano decide que es crimen de estado negar a las imágenes incienso y censurar la tetrarquía. Termina el episodio, tras muchos tormentos, decapitando a Procopio hacia el año 290.
La mayor parte de los cristianos en Cesarea se ha motivado con el ejemplo. Acuden a decir a Flaviano que ellos también son cristianos y que no aceptan la imposición de llamar dioses a los falsos ídolos ni a la tetrarquía imperante en el Imperio Romano. No tenían otro modo de hacer causa común para proclamar y defender sus derechos humanos. Tantos son que el gobernador disimula, parece no oír las palabras y decide aparentar en público la claudicación de los cristianos con la simulación de que ofrecen el incienso que ni siquiera llegan a tocar las manos. Desea mantener a toda costa la apariencia del triunfo, pero quiere evitar también la masacre de los mejores y más honrados ciudadanos pacíficos.
Fuente: catholic.net / goarch.org
Adaptación propia