09/07 - El Santo Hieromártir Pancracio, Obispo de Taormina en Sicilia


El santo hieromártir Pancracio procedía de Antioquía y vivió en el tiempo del Señor y de los Santos Apóstoles.


Al escuchar acerca de los milagros de Cristo, los padres de Pancracio desearon ver al Señor Jesucristo. Junto con Pancracio, viajaron a Jerusalén, donde lo vieron, escucharon sus palabras y presenciaron sus milagros. Fue en Jerusalén donde Pancracio conoció al apóstol Pedro.


Aprendió la fe en Cristo del  apóstol y después de la Ascensión del Señor, sus padres y Pancracio fueron bautizados en Antioquía. Después de que sus padres murieron, el Santo abandonó todas las cosas mundanas y se dirigió a la zona del  Mar Negro. 


Se retiró a una cueva en el Ponto donde fue encontrado por el apóstol Pedro, y juntos regresaron a Antioquía, dirigiéndose desde allí a la zona de Cilicia. En dicho lugar se encontraron con el apóstol Pablo, y Pancracio fue nombrado obispo de Taormina en Sicilia (en ese momento Crescente también fue nombrado obispo de Galacia, y Marciano de Siracusa).


Pancracio, después de su ordenación, tuvo que trasladarse a Taormina, ya que era su diócesis episcopal. De acuerdo con la economía divina, conoció a dos marineros, Rómulo y Licaonides. Eran personas bondadosas, y tan pronto como escucharon del Santo sobre Cristo, abrazaron la religión cristiana. Los marineros eran de Sicilia y estaban a punto de regresar allí con sus barcos. Entonces Pancracio se subió a bordo de uno de ellos y se dirigió a Taormina en Sicilia. Cuando el Santo llegó allí, obró muchos milagros, destruyó las estatuas y los templos de Halcón, Lisona y de los otros demonios. Bautizó a los no bautizados y fortaleció a los que ya lo estaban. También logró atraer a la fe de Cristo al gobernante del lugar, Bonifacio. Y no solo eso, sino que también  hizo construir una iglesia para las necesidades de los cristianos de la región, la cual fue terminada en treinta días.


San Pancracio había sido dotado por Dios con el don de milagros. Sanó toda enfermedad, con el resultado de que multitud de personas acudían diariamente a la fe de Cristo. Un comandante pagano llamado Aquilino oyó que toda la ciudad de Taormina se había convertido en cristiana y partió con todo un ejército hacia esta ciudad para destruirla. El obispo Pancracio alentó a los fieles a no tener miedo, y él junto con el clero salieron de la ciudad llevando en sus manos el arma invencible, la Honorable Cruz. Cuando el ejército se acercó a la ciudad, la oscuridad los invadió y los soldados fueron presa de un gran temor. Entonces comenzó una gran confusión entre ellos y los atacantes se volvieron uno contra el otro, matándose entre ellos con sus espadas. De este modo Pancracio, el elegido de Dios, salvó a la ciudad y a su rebaño por el poder de su oración ante el Señor.


Aunque Pancracio liberó la ciudad del paganismo, algunos seguidores de la herejía del Montanismo permanecieron en la ciudad y se opusieron al obispo Pancracio. Queriendo deshacerse de él, llamaron a un cierto general llamado Artagalo y mataron al Santo Jerarca de Cristo mediante la lapidación (aunque los iconos lo representan decapitado o estrangulado). De esta manera, partió con el Señor y recibió de Él la corona del martirio.


Se pueden encontrar partes de las reliquias de Pancracio en Roma y en el Monte Ato. San Pancracio de Taormina no debe confundirse con San Pancracio de Roma, un muchacho de catorce años que fue martirizado al ser decapitado alrededor del año 304.



Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

Adaptación propia