09/08 - El Santo Apóstol Matías


Matías en hebreo significa “dado a nuestro Señor” o “un regalo de nuestro Señor”, o incluso, humilde, pequeño. El fue elegido por nuestro Señor cuando entró en el grupo de los setenta y dos discípulos y cuando, por sorteo, fue elegido para entrar en el grupo de los apóstoles. Se consideraba pequeño, porque era manso y humilde. Como dice San Ambrosio hay tres formas de ser humilde: la primera es hacerse humilde por aflicción, la segunda es ser humilde por la consideración de si mismo y la tercera es serlo por devoción a nuestro Creador. San Matías, tuvo la primera por sufrir el martirio, tuvo la segunda por despreciarse a sí mismo y tuvo la tercera por maravillarse de la majestad de nuestro Señor. Por San Matías como cambiar el bien por el mal, porque por ser bueno, ocupó el lugar de Judas, el traidor. Su vida es leída en la Santa Iglesia y San Beda escribió sobre él como de un hombre santo que da testimonio (Leyenda áurea, siglo XIII).


Sobre San Matías se dicen pocas cosas en la Biblia. Solo es mencionado una vez en el Nuevo Testamento, o sea, cuando es elegido para reemplazar a Judas a fin de que se cumpla el que hubiera doce apóstoles de Cristo (Hechos 1, 15-26). Después de la Ascensión del Señor, se reunieron los discípulos, con María la Madre de Jesús y los once apóstoles. Estaban esperando la prometida venida del Espíritu Santo, perseverando en la oración. Como el puesto ocupado por Judas había quedado vacante, el número de los doce no estaba completo y este es el texto sobre la divina elección del nuevo apóstol, el número doce.


“Uno de aquellos días Pedro se puso en pie en medio de los hermanos – el número de los reunidos era de unos ciento veinte – y les dijo: «Hermanos, era preciso que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, había hablado ya acerca de Judas, el que fue guía de los que prendieron a Jesús. Porque él era uno de los nuestros y obtuvo un puesto en este ministerio. Este, pues, compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. Y esto fue conocido por todos los habitantes de Jerusalén de forma que el campo se llamó en su lengua Haqueldamá, es decir: «Campo de Sangre». Pues en el libro de los Salmos está escrito: “Quede su majada desierta, y no haya quien habite en ella”. Y también: “Que otro reciba su cargo”. «Conviene, pues, que de entre los hombres que anduvieron con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús convivió con nosotros, a partir del bautismo de Juan hasta el día en que nos fue llevado, uno de ellos sea constituido testigo con nosotros de su resurrección». Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás, por sobrenombre Justo, y a Matías. Entonces oraron así: «Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido, para ocupar en el ministerio del apostolado el puesto del que Judas desertó para irse adonde le correspondía.» Echaron suertes y la suerte cayó sobre Matías, que fue agregado al número de los doce apóstoles. (Hechos, 1, 15-26).»


Por este texto se conoce cómo fue elegido el nuevo discípulo (apóstol), o sea, por sorteo. Hoy en día, esta elección podría ser considerada de alguna manera como anticristiana, ya que podría asociarse con el juego. Sin embargo, la tradición judía conocía lo sagrado de las probabilidades llamadas Urim y Tummim, que eran utilizadas por el sumo sacerdote del Templo. Y aun hoy en día, este sorteo es utilizado por la Iglesia; por ejemplo, los ortodoxos serbios eligen a su Patriarca por sorteo contando con dos o tres candidatos propuestos por el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Serbia. Pero de todos modos, de acuerdo con la Leyenda Áurea, la elección de Matías no fue exactamente un sorteo, sino una elección divina, una señal dada por Dios, pues añade: “Pero dice San Dionisio que habiendo un empate en la elección, un rayo bajó del cielo brillando sobre él”.


Asimismo, por este pasaje bíblico que hemos mencionado, sabemos que Matías fue elegido para reemplazar a Judas. Sabemos que Judas compró la tierra llamada Haceldamah (Haqueldamá) y esto es una novedad porque parece que San Pedro, con este discurso, contradice lo dicho por los evangelios. Parece que Judas no se suicidó, sino que murió en su causa a consecuencias de un accidente: “Compró un campo con el precio de su iniquidad y cayendo de cabeza, se reventó por medio, derramándose todas sus entrañas” (Hechos 1, 18). Asimismo, por este texto, nos enteramos que tanto Matías como José el Justo, eran miembros del grupo más amplio, el de los setenta y dos discípulos que acompañaban a Jesús después de su Bautismo. Así que Matías fue testigo presencial de todas las enseñanzas y milagros de Jesús, aunque no formaba parte del grupo restringido de los doce.


San Matías apóstol en la Tradición Cristiana


Más que por los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles, sabemos más de San Matías por la Leyenda Áurea(Occidente, siglo XIII) y por el Synaxarion de Simeón Metafrastes (Oriente, siglo X). Sabemos que Matías nació en Belén y pertenecía a la tribu de Judá y que, según la tradición, aunque esto es poco probable, estudió la Ley de manos de San Simeón. Digo que esto no es probable porque según otra tradición, Simeón murió poco después de que el Niño fuese presentado en el Templo, diciendo la conocida oración del “Nunc dimittis”, (Lucas, 2, 29-32). La Leyenda Áurea empieza a hablar de Matías desde que este reemplazó a Judas, pues habla primero de este “apóstol traidor” hasta su muerte. Solo a partir de ese momento comienza la historia de Matías, que reemplazó a Judas no solo como apóstol sino como hombre. Matías es el nuevo Judas, pero bueno.


Haciendo un repaso digamos que Matías pertenecía al grupo de los setenta y dos y que es elegido para el grupo de los doce; pero la tradición dice a qué parte del mundo fue cada apóstol para predicar el Evangelio de Cristo. Cuando es elegido Matías y después de Pentecostés, predica en Judea y posteriormente parece que marchó a Etiopía a fin de predicar allí a nuestro Señor Jesucristo como Dios. Algunos escritos de los Padres de la Iglesia y algunos documentos apócrifos (uno incluso tiene el nombre de Evangelio de Matías), nos dicen que Matías predicó en Etiopía, concretamente en la región llamada Colchis (Cólquida). Existe en Georgia otra región con el mismo nombre, lo que hace que muchos crean que predicó también allí, en Georgia. De todos modos, la tradición reconoce a San Matías como el apóstol de Etiopía. Por predicar a Cristo, fue torturado y perseguido por algunos habitantes de la región. Un documento muy antiguo dice incluso que los etíopes fueron muy crueles, bárbaros y hasta caníbales. Parece que Matías fue arrastrado por el suelo, golpeado, le rasparon las costillas con herramientas de hierro, colgado, quemados los pies, muriendo finalmente crucificado en el año 63.


Pero otra tradición dice que San Matías fue a predicar a Macedonia, donde sus habitantes le obligaron a tomar una bebida venenosa, que normalmente dejaba ciego a quienes la bebían. Esto lo hicieron para comprobar la veracidad de la nueva religión predicada por el apóstol. Matías bebió el veneno en el nombre de Cristo y se mantuvo incólume, curando al mismo tiempo a más de doscientas cincuenta personas a las que en el nombre de Cristo les imponía las manos. Pero los que no se convirtieron seguían con la intención de matarlo, por lo cual Matías se hizo invisible durante tres días a fin de no ser encontrado. Posteriormente, Matías se les presento, fue encarcelado pero por la noche, de manera similar a como le sucedió a Pedro, fue liberado por un milagro divino. Una vez liberado, nuevamente siguió predicando a Cristo. Con posterioridad marchó a Amasea, ciudad en la costa del Mar Negro y durante tres años acompañó al apóstol Andrés en su apostolado por Edesa y Sebasta.


Con posterioridad; Matías volvió de nuevo a Judea, predicando la palabra de Dios, realizando milagros y bautizando a todos los que creían en Cristo. Pero el Sumo Sacerdote del Templo Anán (o Ananías), cuyos esbirros habían asesinado a Santiago, el hermano del Señor, ordenó capturar a Matías. En una asamblea, Anán acusó falsamente al apóstol de poner en peligro al pueblo hebreo apoyando una subversión contra los romanos, puso como ejemplos a Judas el Galileo y a Teudas y finalmente, incluso a Jesús de Nazareth “que se proclamó a si mismo como Dios e Hijo de Dios, que asombró a muchos por los prodigios que hacia con artimañas de encantamiento y que arrastraba sus corazones hacia él, haciendo que se denigrara la Ley (…) sin embargo, debido a su orgullo, encontró el final que se merecía pagando de esa forma sus actos” (párrafo del Synaxarion de San Simeón Metaphrastes).


El Sumo Sacerdote recuerda el sometimiento de los judíos a los romanos y culpa a Cristo de que este sometimiento aun se ha vuelto más difícil de soportar, por lo cual, los discípulos de Jesús merecen la muerte, “así que es mejor que estos galileos, que no son muchos, mueran, abandonen este lugar santo y al pueblo que está sometido a los romanos”. Finalmente piden a Matías que elija entre abandonar a Cristo o seguir como discípulo suyo. San Matías predica a Cristo y discute con el Sumo Sacerdote sobre las profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías. Matías se refiere a la profecía de Moisés en el Deuteronomio: “El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo; lo hará surgir de entre vosotros, de entre tus hermanos, y es a él a quien escucharán” (Deut., 18, 15), recuerda también “Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado” (Números, 21, 9) e incluso a la zarza ardiente del Sinaí (Exodo, 3) y a la historia de Jonás en el vientre de la ballena durante tres días. Estos contenidos se asemejan a lo proclamado por San Esteban (Hechos, 7). Por último, Matías proclama la Resurrección de Cristo por lo que es acusado de blasfemo y merece ser apedreado conforme dictamina la Ley: “Saca al blasfemo fuera del campamento; que todos los que lo oyeron, pongan las manos sobre su cabeza, y que toda la comunidad lo mate a pedradas. Luego di a los israelitas: Cualquier hombre que maldiga a su Dios, cargará con su pecado”. (Levítico, 24, 14-15). El Sumo Sacerdote aprueba esta condena y Matías es llevado a un lugar llamado Betlaschila o sea, “la casa de los que apedrean”. “El Santo les pide que las primeras piedras lo entierren a fin de dar testimonio sobre la pasión de Cristo. Así que comenzaron a arrojar piedras sobre él y, alzando sus manos hacia el cielo, entregó su alma” (Synaxarion). De este juicio injusto y de este asesinato no se enteró el gobernador romano hasta que los asesinos le cortaron la cabeza con un hacha. Esta era la muerte con la que se castigaba a quienes se oponían al César, por lo que le dan a entender que Matías es asesinado por despreciar al derecho romano. Es por esto, por lo que como le cortaron la cabeza, San Matías es el patrón de los carniceros y de los carpinteros.


Las reliquias de San Matías


Según la tradición, a continuación, los cristianos de Jerusalén lo sepultaron con honor y la emperatriz Santa Elena llevó las reliquias a Roma en el año 324 y son puestas en una urna de pórfido en el altar mayor de la Basílica de Santa María la Mayor de Roma. Una pequeña fue llevada a Padova, donde se encuentran en la iglesia de Santa Justina y otras fueron enviadas posteriormente a Trier, la ciudad más antigua de la actual Alemania. Durante la restauración de una iglesia, las reliquias fueron descubiertas en el siglo XII y trasladadas a una abadía benedictina que tomó su nombre. Sin embargo, otros documentos afirman que sus reliquias se encuentran en Georgia, sepultadas bajo un castillo en la misma región donde habría sido crucificado. Esta afirmación tiene su justificación en que por “Etiopía”, que es donde predicó más intensamente, algunos investigadores identifican a la región oriental de Georgia.


Himnología, sus símbolos y festividad


En el Oriente cristiano hay un tropario dedicado a San Matías: «Santo apóstol Matías, ruega a Dios misericordioso para que conceda a nuestras almas el perdón de nuestros pecados”. Sus símbolos son la lanza, la espada, el hacha, la sierra, la cimitarra, el libro y una cruz. Como he dicho es el patrón de los carniceros y carpinteros.


En el Oriente cristiano se le conmemora solo el día 9 de agosto y junto al resto de los apóstoles, el día 30 de junio. 


Mitrut Popoiu



Fuente: preguntasantoral

Adaptación propia