24/08 - Eutiquio el Hieromártir y Discípulo de San Juan el Teólogo

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San Eutiquio (del gr. "Ευτυχής", [Eftíjis]) fue discípulo del Apóstol Santo y Evangelista Juan el Teólogo, y estaba lleno de la gracia del Espíritu Santo.


En las Actas del apóstol Juan, atribuidas a su discípulo Prócoro, leemos lo siguiente sobre la estrecha relación entre el apóstol Juan y San Eutiquio:


"Y después de partir el pan, [Juan] nos lo dio, orando por cada uno de los hermanos, para que pudiera ser digno de la Eucaristía del Señor. Él también, habiéndolo probado, dijo: "Permite que haya también para mí una porción contigo, y paz, oh amado". Y habiendo dicho esto, y confirmado a los hermanos, dijo a Eutiquio, también llamado Vero: "He aquí, te nombro ministro de la Iglesia de Cristo, y te confío el rebaño de Cristo. Ten en cuenta los mandamientos del Señor, y si hubieses de caer en pruebas o peligros, no tengas miedo, porque caerás bajo muchos problemas, y serás mostrado como un testigo eminente del Señor. Por lo tanto, Vero, atiende al rebaño como un siervo de Dios, hasta el momento señalado para tu testimonio".


Y cuando Juan hubo dicho esto, y más que eso, después de haberle confiado el rebaño de Cristo, él le dijo: "Toma a algunos hermanos, con cestas y vasos, y sígueme". Y Eutiquio, sin considerarlo, hizo lo que le ordenaron. Y el bendito Juan, saliendo de la casa, tras pasar por las puertas le dijo a la multitud que se apartara de él. Y al llegar a la tumba de uno de nuestros hermanos, les dijo que cavaran. Y cavaron. Y él dijo: "Que el hoyo sea más profundo". Y mientras cavaban, él conversaba con los que habían salido de la casa con él, instruyéndolos y preparándolos a fondo para la majestad del Señor. 


Y cuando los jóvenes terminaron el socavón, como él había deseado, aunque no sabíamos nada, se quitó la ropa y la arrojó, como si fuera ropa de cama, a la profundidad del socavón; y, permaneciendo solo en sus telas (vestimenta) interiores, extendió las manos y rezó ...  Y mirando hacia el cielo, glorificó a Dios; y habiéndose preparado por completo, se incorporó y nos dijo: "¡Paz y gracia sea con ustedes, hermanos!" Y despidió a los hermanos. Y cuando regresaron al día siguiente ya no lo encontraron, sino sólo sus sandalias y una fuente que brotaba. Y después de recordar lo que Pedro le había dicho al Señor acerca de él: "Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?. Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú." (Juan 21, 21-22). Y glorificaron a Dios por el milagro que había sucedido"


San Eutiquio proclamó valientemente el evangelio de Cristo y derribó muchos templos de los ídolos. Por esto fue golpeado, atado y encarcelado. Muchos años sufrió en prisión, y fue alimentado con pan enviado del cielo. Después de esto, trataron de matarlo arrojándole al fuego, pero al haber sido preservado ileso, lo lanzaron para que lo comieran las bestias salvajes. Como una de las bestias habló con voz humana al Santo, la multitud que se había reunido para presenciar su muerte quedó asombrada.


Indemne ante todos los tormentos y castigos, Eutiquio regresó a su tierra natal de Eleusa. Un ángel del Señor caminaba ante él, fortaleciéndole. Habiendo vivido allí durante mucho tiempo y trabajado para el Señor, se partió hacia el Señor en paz.


LECTURAS


Ef 4,7-13: Hermanos, a cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres. Decir subió supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de los cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.


Mt 10,1;5-8: En aquel tiempo, llamó Jesús a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».



Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española

Adaptación propia