03/11 - Dedicación del Templo del Megalomártir Jorge en Lida


El Santo Megalomártir Jorge (conmemorado el 23 de abril), tras sufrir grandes torturas, le ordenó a un sirviente suyo que, después de su muerte, llevase su cuerpo a Palestina. También le entregó una carta con su voluntad escrita por él mismo. El criado se comprometió a obedecer sus órdenes. Al día siguiente, el mártir fue llevado nuevamente a juicio, y después de no ser persuadido para sacrificar a Apolo, a través de sus oraciones destruyó los ídolos del templo, siendo finalmente fue decapitado por la espada.


El sirviente del santo entonces recogió sus santos restos y se fue a Palestina, donde reverente y honrosamente enterró su cuerpo sagrado, junto con otros cristianos; así que cumplió todo lo que el santo le ordenó hacer.


No mucho tiempo después, Constantino el Grande, el emperador e Isapóstol, comenzó a reinar. El piadoso rey, que amaba al santo mártir Jorge, tuvo la oportunidad de construir un templo más solemene y más grande en su honor en Lida, transportándolo desde un lugar desconocido, donde el muy disputado cuerpo del mártir se encontraba anteriormente, a este templo de nueva construcción. Y con la colocación de esta reliquia se llevó a cabo la consagración del templo en este tercer día del mes de noviembre. 


La reliquia del Santo entonces se convirtió en una fuente inagotable de milagros para los que con fe se acercaban a él. De este modo Dios glorifica a los que le glorifican. A partir de aquel momento la Santa Iglesia de Cristo celebra anualmente el día de hoy el traslado de las reliquias de San Jorge para gloria y alabanza de Cristo nuestro verdadero Dios, así como de su gran mártir Jorge.


Esta reliquia sagrada exuda una hermosa fragancia y miro curativo hasta el día de hoy.


LECTURAS


En Vísperas


Is 43,9-14: Así dice el Señor: «Que todas las naciones se congreguen y todos los pueblos se reúnan. ¿Quién de entre ellos podría anunciar esto, o proclamar los hechos antiguos? Que presenten sus testigos para justificarse, que los oigan y digan: es verdad. Vosotros sois mis testigos —oráculo del Señor—, y también mi siervo, al que yo escogí, para que sepáis y creáis y comprendáis que yo soy Dios. Antes de mí no había sido formado ningún dios, ni lo habrá después. Yo, yo soy el Señor, fuera de mí no hay salvador. Yo lo anuncié y os salvé; lo anuncié y no hubo entre vosotros dios extranjero. Vosotros sois mis testigos —oráculo del Señor—: yo soy Dios. Lo soy desde siempre, y nadie se puede liberar de mi mano. Lo que yo hago ¿quién podría deshacerlo? Esto dice el Señor, vuestro libertador, el Santo de Israel».


Sab 3,1-9: La vida de los justos está en manos de Dios, y ningún tormento los alcanzará. Los insensatos pensaban que habían muerto, y consideraban su tránsito como una desgracia, y su salida de entre nosotros, una ruina, pero ellos están en paz. Aunque la gente pensaba que cumplían una pena, su esperanza estaba llena de inmortalidad. Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como sacrificio de holocausto. En el día del juicio resplandecerán y se propagarán como chispas en un rastrojo. Gobernarán naciones, someterán pueblos y el Señor reinará sobre ellos eternamente. Los que confían en él comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque la gracia y la misericordia son para sus devotos y la protección para sus elegidos.


Sab 5,15-6,3: Los justos viven eternamente, encuentran su recompensa en el Señor y el Altísimo cuida de ellos. Por eso recibirán de manos del Señor la magnífica corona real y la hermosa diadema, pues con su diestra los protegerá y con su brazo los escudará. Tomará la armadura de su celo y armará a la creación para vengarse de sus enemigos. Vestirá la coraza de la justicia, se pondrá como yelmo un juicio sincero; tomará por escudo su santidad invencible, afilará como espada su ira inexorable y el universo peleará a su lado contra los necios. Certeras parten ráfagas de rayos; desde las nubes como arco bien tenso, vuelan hacia el blanco. Una catapulta lanzará un furioso pedrisco; las aguas del mar se embravecerán contra ellos, los ríos los anegarán sin piedad. Se levantará contra ellos un viento impetuoso que los aventará como huracán. Así la iniquidad asolará toda la tierra y la maldad derrocará los tronos de los poderosos. Escuchad, reyes, y entended; aprended, gobernantes de los confines de la tierra. Prestad atención, los que domináis multitudes y os sentís orgullosos de tener muchos súbditos: el poder os viene del Señor y la soberanía del Altísimo.


En la Liturgia


Ef 2,4-10: Hermanos, Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo —estáis salvados por pura gracia—; nos ha resucitado con Cristo Jesús, nos ha sentado en el cielo con él, para revelar en los tiempos venideros la inmensa riqueza de su gracia, mediante su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. En efecto, por gracia estáis salvados, mediante la fe. Y esto no viene de vosotros: es don de Dios. Tampoco viene de las obras, para que nadie pueda presumir. Somos, pues, obra suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que de antemano dispuso él que practicásemos.


Tropario de San Jorge




Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española / Youtube

Adaptación propia