11/11 - Menas de Egipto


San Menas nació en Egipto, y era soldado de profesión. Se hallaba en una guarnición que estaba acampada en Cotyaeum (actual Cute), Asia Menor, cuando llegó a sus oídos el edicto persecutorio contra los cristianos ordenado por Diocleciano y Maximiano. Sabiendo que, como soldado, tendría que capturar cristianos y, por supuesto, no podría profesar su fe abiertamente, abandonó la milicia y se retiró a un desierto donde vivió cinco años en oración, ayunos, penitencias, preparándose por si el Señor aceptaba su martirio. Al cabo de dicho tiempo tuvo la inspiración de darse a conocer, confesar a Cristo y que, literalmente "fuera lo que Dios quiera". Aprovechó la circunstancia de que se celebraban en Cute grandes festejos y el teatro estaba día y noche a rebosar para hacer acto de presencia.


Entró Menas en el teatro y citó al profeta Isaías: "He sido hallado de los que no me buscan, y manifestado a los que no me preguntan" (Is. 65, 1), para que todos supieran que se presentaba por propia voluntad. A pesar de su aspecto ajado por las penitencias, le reconocieron y le llevaron a Pirro, el juez, que procuró tentar al santo con promesas y palabras halagüeñas para que abandonase la “superstición cristiana”. Y como el santo le recriminase lo absurdo de la fe en los ídolos hechos por hombres, de sus historias de pasiones y envidias, Pirro le mandó azotar con nervios de buey. Nuevamente fue conminado a adorar a los dioses y como Menas se negó con rotundidad, le subieron al ecúleo, donde le quemaron los costados, le rasgaron con peines y le apaleraron con varas y plomadas. Pero nada, Menas solo se burlaba de sus verdugos y les pedía que le pegaran más fuerte si podían. Algunos amigos intentaron auxiliarle y convencerle de que no se dejara maltratar más por su fe, pero Menas, hizo oídos sordos. Finalmente, cansado Pirro de aquel espectáculo, mandó le degollasen y quemasen luego.


Lo arrastraron hasta un sitio llamado Potemia, donde el santo oró y suplicó a Dios le diese la victoria prometida por Jesucristo a los que confiesan su nombre. Luego fue degollado y, según la sentencia, el cuerpo fue arrojado al fuego, el 11 de noviembre de 296 (ó 303 según otros). Algunos cristianos de Alejandría que se hallaban presentes, recogieron los huesos que quedaron, los limpiaron con reverencia, los perfumaron y los llevaron consigo a su tierra. Iban las reliquias sobre un camello que al llegar a las afueras de Alejandría se detuvo y habló: "Es este es el sitio elegido por el Señor para que descanse el cuerpo de su amado Menas", por lo que allí mismo fueron enterradas las santas reliquias.


Algunas versiones coptas hablan de un monstruo marino que intenta comerse a los que viajan en barco con las reliquias (la travesía es marítima en esta versión), pero San Menas les protege.


La historia


La historia y la liturgia demuestran lo antiguo del culto a San Menas, sobre todo en Oriente. Durante el paso de los siglos su leyenda ha sido trasmitida por diversos martirologios y hagiógrafos: En el siglo IV ya le menciona el Martirologio Pseudo-jeronimiano, en el siglo VI San Román el Meloda compone un poema en su honor, con detalles de la "passio" anterior, lo cual indica que ya eran “datos” conocidos. En estas fechas los egipcios que han huido de los árabes dedican una iglesia a su querido San Menas en Roma, junto a la Puerta de Ostia, y el Liber Pontificalis dice que San León III la enriqueció con beneficios materiales espirituales. Hoy no existe dicho templo. En el siglo VII consta que San Juan el Limosnero le tenía gran devoción a San Menas. San Beda habla del santo y su culto, y Baronio en el siglo XVI lo introduce en el Martirologio Romano.


Con la paz de la iglesia, el mismo emperador San Constantino levantó un santuario en su honor, entre Wadi Natrun y Alejandría, sitio sobre el cual el Patriarca San Atanasio (2 de mayo) habría tenido conocimiento estaban las reliquias luego que una oveja de un pastor quedara sanada milagrosamente. Allí surgiría Mayrut, una ciudad en torno al culto a San Menas. Monasterios, santuarios, comercios, etc. Lamentablemente en el siglo IX los árabes destruyeron el complejo y el santuario. Con la conquista de los cruzados, en el siglo XII se levantó la iglesia, pero nada más. En 1960 el patriarca copto de Alejandría reconstruyó Mayrut, edificando la iglesia, un monasterio y una universidad. 


Sobre las reliquias del santo hay diversos pareceres, sobre si se trasladaron al Cairo (ciertamente allí se veneran algunas reliquias suyas) o no. Reliquias suyas se veneran en diversos sitios como Rumanía, Italia e incluso España, pues Sentmenat de Barcelona venera reliquias de San Menas, cuya traslación se celebraba a tercer domingo de abril. 


Su intercesión se invoca para recuperar los objetos perdidos y terrores nocturnos, aunque San Menas tiene un patronato extensísimo, al ser considerado uno de los santos "sanadores" más venerados de todo Oriente. Es importante que no hay que confundirle con San Menas de Alejandría, cuya "passio" es diferente y del que se narra hasta de sus padres e infancia.


LECTURAS


2 Cor 4,6-15: Hermanos, el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo. Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo, la muerte actúa en nosotros, y la vida en vosotros. Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: Creí, por eso hablé, también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él. Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.



Fuente: preguntasantoral / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española