Miércoles de la V Semana de Cuaresma. Lecturas


En la Hora Sexta


Is 41,4-14: Así dice el Señor: «Yo soy el Señor desde el principio, y siempre el mismo, hasta con los últimos». Las islas lo han visto y temen, se estremecen los confines de la tierra, se acercan y se presentan las islas y naciones. Se ayudan uno a otro; uno dice a su compañero: «¡Ánimo!». Anima el artesano al orfebre, el que forja con el martillo, al que golpea el yunque, diciendo: «¡Buena soldadura!»; y lo sujetan con clavos para que no se mueva. Y tú, Israel, siervo mío; Jacob, mi escogido; estirpe de Abrahán, mi amigo, a quien escogí de los extremos de la tierra, a quien llamé desde sus confines, diciendo: «Tú eres mi siervo, te he elegido y no te he rechazado», no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortalezco, te auxilio, te sostengo con mi diestra victoriosa. Se avergonzarán humillados los que se enfurecían contra ti; serán aniquilados y perecerán los que pleiteaban contra ti. Buscarás a tus adversarios, y no podrás encontrarlos: serán aniquilados, como nada, los que te combaten. Porque yo, el Señor, tu Dios, te tomo por tu diestra y te digo: «No temas, yo mismo te auxilio». No temas, gusanillo de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio —oráculo del Señor—, tu libertador es el Santo de Israel».


En Vísperas


Gn 17,1-9: Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: «Yo soy Dios todopoderoso, camina en mi presencia y sé perfecto. Yo concertaré una alianza contigo: te haré crecer sin medida». Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así: «Por mi parte, esta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos. Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré fecundo sobremanera: sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti. Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios». El Señor añadió a Abrahán: «Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes en sucesivas generaciones».


Prov 15,20-16,9: Hijo sabio alegra a su padre, hijo necio deshonra a su madre. La necedad divierte al ignorante, el sensato camina con rectitud. Si faltan consultas, fracasan los planes, y si hay consejeros, se llevan a efecto. Respuestas adecuadas alegran al hombre, resulta agradable la palabra oportuna. El sensato camina hacia la vida y se libra de bajar al Abismo. El Señor derriba la casa del soberbio y mantiene firmes los linderos de la viuda. El Señor detesta los planes perversos; le agradan, en cambio, las palabras sinceras. Quien mucho codicia destruye su casa, quien odia el soborno vivirá. La mente del honrado medita la respuesta, la boca del malvado vomita maldades. El Señor está lejos de los malvados y escucha la oración de los honrados. Mirada benévola alegra el corazón, buena noticia fortalece el cuerpo. Oído que escucha corrección adecuada tiene entre los sabios su morada. Quien rechaza la corrección se desprecia, quien escucha la reprensión se hace sensato. Temer al Señor educa en la sabiduría, delante de la gloria va la humildad. El hombre tiene proyectos, el Señor proporciona la respuesta. El hombre se cree irreprochable, pero el Señor examina sus intenciones. Encomienda al Señor tus tareas, y tendrán éxito tus planes. El Señor da a cada cosa su destino, al malvado el día funesto. El Señor detesta al arrogante, tarde o temprano lo pagará. Amor y fidelidad reparan la culpa, temer al Señor aparta del mal. Si el Señor aprueba la conducta de alguien, lo reconcilia incluso con sus enemigos. Más vale poco con justicia que muchas ganancias injustas. 9El hombre proyecta su camino, el Señor dirige sus pasos.



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española

29/03 - Los Santos Mártires Jonás y Baraquesio


Los Santos Mártires Jonás y Baraquesio eran monjes de Persia que vivieron durante el reinado de Sapor, Rey de Persia de 325 a 379.

Estos Santos encontraron a nueve cristianos que sufrían en prisión por su fe y les consolaron, animándolos a permanecer firmes hasta el final; así lo hicieron estos, recibiendo la corona del martirio.

A causa de ello, los Santos Jonás y Baraquesio fueron también apresados y se les ordenó que adoraran al fuego, al sol y al agua. Como ellos se negaran, a Jonás, entre otras torturas, se le cortaron las manos y los pies, se le introdujo en un aparato que le quebró los huesos y se le aserró el cuerpo en dos partes.

En cuanto a Baraquesio, se le arrastró desnudo encima de espinas, se le pinchó el cuerpo entero con juncos afilados y luego se le introdujo en el mismo aparato que a Jonás; finalmente, cuando se le metió brea hirviendo por la garganta, entregó su alma en las manos de Dios.


Fuente: GOARCH
Traducción del inglés y adaptación propias

29/03 - Cirilo el Diácono Mártir y sus Compañeros


Es Teodoreto en su "Historia Eclesiástica" quien da razón de estos mártires.


Fue Cirilo un diácono de Heliópolis en Fenicia que destacó en su predicación evangélica y por su celo contra la idolatría. Derribó varios altares de los ídolos y destrozó por su propia mano algunos de estos.


En el año 361 subió al trono Juliano el Apóstata, y ya sabemos cómo se dedicó a instaurar el antiguo culto a los dioses y al emperador, atrayendo la persecución para los cristianos que se le oponían. Ocurrió que, sintiéndose protegidos los paganos de Heliópolis, capturaron a Cirilo, le apuñalaron varias veces, le abrieron y le arrancaron el hígado, que se comieron como bestias.


Dice Teodoreto que todos los verdugos quedaron castigados, pues en menos de un día perdieron sus dientes, se les pudrió la lengua y finalmente terminaron todos ciegos y enloquecidos.



Fuente: GOARCH

Traducción del inglés y adaptación propias

29/03 - Marcos, Obispo de Aretusa


Durante el reinado del emperador Constantino, Marco de Aretusa demolió un templo pagano y construyó una iglesia, convirtiendo a muchos a la fe cristiana. Al hacer esto, se granjeó el resentimiento de la población pagana, que, sin embargo, no pudo vengarse mientras el emperador fuera cristiano.


Su oportunidad llegó cuando Juliano el Apóstata ocupó el trono y proclamó que todos aquellos que hubieran destruido templos paganos deberían reconstruirlos o pagar una fuerte multa. Marco, que no podía ni quería obedecer, huyó de la furia de sus enemigos, pero enterándose de que algunos de sus fieles habían sido aprehendidos, regresó y se entregó. El anciano fue arrastrado por los cabellos a lo largo de las calles, desnudado, azotado, arrojado en una sentina de la ciudad y después entregado al arbitrio de jóvenes escolares para que lo punzaran y desollaran con agudos estiletes. Ataron sus piernas con correas tan apretadas, que le cortaron la carne hasta el hueso, y le arrancaron las orejas con pequeños cordeles. Finalmente, lo untaron de miel y encerrándolo en una especie de jaula, lo suspendieron en alto al medio día, bajo los ardientes rayos del sol de verano, para que fuera presa de las avispas y moscones. Conservó tanta calma en medio de sus sufrimientos, que se mofó de sus verdugos por haberlo elevado más cerca del cielo, mientras ellos se arrastraban sobre la tierra. Corría el año 361.


A la larga, la furia del pueblo se tornó en admiración y lo dejaron en libertad, en tanto que el gobernador acudía a Juliano para recabar su perdón. Eventualmente, el emperador lo concedió, diciendo que no era su deseo dar mártires a los cristianos. Aun el retórico pagano Libanio parece haberse dado cuenta de que la crueldad que provocó tal heroísmo solamente fortaleció la causa cristiana, e imploró a los perseguidores que desistieran en su persecución. Nos cuenta el historiador Sócrates que la población de Aretusa quedó tan impresionada con la fortaleza del obispo, que muchos pidieron ser instruidos en una religión capaz de inspirar tal firmeza, y que muchos de ellos abrazaron el cristianismo. Así, Marco fue dejado en paz hasta el fin de su vida y murió durante el reinado de Joviano o el de Valente.


San Gregorio Nazianceno, Teodoreto y Sozomeno le rinden homenaje al relatar sus sufrimientos.



Fuente: eltestigofiel.org

Adaptación propia

Martes de la V Semana de Cuaresma. Lecturas


En la Hora Sexta


Is 40,18-31: Así dice el Señor: «¿Con quién podréis comparar a Dios y qué imagen pondréis en su lugar? ¿Un ídolo? Un artesano lo funde, el orfebre lo recubre de oro y un platero le suelda cadenas de plata. Alguno escoge una madera fina que no se desgaste, se busca un hábil artesano para hacerse una imagen resistente». ¿No lo sabéis? ¿No lo habéis oído? ¿No os lo anunciaron desde el principio? ¿No habéis percibido quién fundó la tierra? Es él, que tiene su trono sobre el círculo de la tierra, cuyos habitantes son como saltamontes. Es él, que extiende el cielo como un toldo, como tienda habitable lo despliega. Es él, que reduce a nada a los que mandan, y declara inhábiles a los jueces del país. Apenas plantados, apenas sembrados, apenas arraigan sus brotes en tierra, sopla sobre ellos y se agostan, el vendaval se los lleva como paja. «¿Con quién podréis compararme, quién es semejante a mí?», dice el Santo. Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿quién creó todo esto? Es él, que despliega su ejército al completo y a cada uno convoca por su nombre. Ante su grandioso poder, y su robusta fuerza, ninguno falta a su llamada. ¿Por qué andas diciendo, Jacob, y por qué murmuras, Israel: «Al Señor no le importa mi destino, mi Dios pasa por alto mis derechos»? ¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído? El Señor es un Dios eterno que ha creado los confines de la tierra. No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia. Fortalece a quien está cansado, acrecienta el vigor del exhausto. Se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas.


En Vísperas


Gn 15,1-15: El Señor dirigió a Abrán, en una visión, la siguiente palabra: «No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante». Abrán contestó: «Señor Dios, ¿qué me vas a dar si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?». Abrán añadió: «No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará». Pero el Señor le dirigió esta palabra: «No te heredará ese, sino que uno salido de tus entrañas será tu heredero». Luego lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas». Y añadió: «Así será tu descendencia». Abrán creyó al Señor y se le contó como justicia. Después le dijo: «Yo soy el Señor que te saqué de Ur de los caldeos, para darte en posesión esta tierra». Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?». Respondió el Señor: «Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón». Él los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El Señor dijo a Abrán: «Has de saber que tu descendencia vivirá como forastera en tierra ajena, la esclavizarán y la oprimirán durante cuatrocientos años. Pero yo juzgaré a la nación a quien han de servir, y después saldrán cargados de riquezas. Tú te reunirás en paz con tus padres y te enterrarán en buena vejez.


Prov 15,7-19: Los labios del sabio destilan ciencia; la mente del necio, ignorancia. El Señor detesta el sacrificio del malvado, la oración de los rectos alcanza su favor. El Señor detesta la conducta del malvado, pero ama al hombre que busca la justicia. Quien deja el buen camino tendrá su castigo, quien odia la corrección morirá. El Señor conoce Abismo y Perdición, ¡cuánto más el corazón humano! El soberbio no quiere reprensiones, por eso no se junta con los sabios. Corazón contento alegra el semblante, corazón afligido deprime el ánimo. La mente inteligente cultiva el saber, la boca del tonto se apacienta de sandeces. Para el apenado todos los días son malos, corazón feliz siempre está de fiesta. Más vale poco con temor del Señor que grandes tesoros con preocupación. Más vale ración de verdura con amor que buey cebado con rencor. Hombre impulsivo provoca peleas, hombre paciente calma contiendas. En la senda del vago crecen espinos, la ruta del que trabaja está allanada.



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española

28/03 - Herodión el Apóstol de los 70


En Patras (ubicada hoy en día en el Peloponeso, Grecia) ningún cristiano era más odiado que este hombre, Herodión, quien había convertido a cientos de paganos al Santo Evangelio de Cristo antes de haber sido consagrado obispo. Hombre inteligente y curioso, con una gran afición por los libros y el aprendizaje, el Santo Apóstol Herodión había nacido en la ciudad cilicia de Tarso (hoy parte de Turquía) sólo algunos años después del nacimiento de Santo Redentor en el pesebre de Belén. 


Amigo cercano de San Pablo, este atento joven se había convertido al Santo Evangelio luego de haber escuchado las extasiadas descripciones que hacía su compañero de la muerte agonizante y la gloriosa resurrección del Salvador. Escuchando totalmente fascinado, el joven impresionable había sentido el inmenso poder espiritual del Cristianismo y le había rogado al Gran Apóstol recibir el bautismo a la primera oportunidad posible.


Una vez comprometido con su nueva fe, Herodión intentó ser un trabajador infatigable mientras acompañaba a San Pablo en muchas de sus misiones de predicación en Grecia. Fue tan efectivo atrayendo conversos a los pies de los Doce Apóstoles que muy pronto fue elegido para formar parte de “Los Setenta”, gran grupo de discípulos que habían sido reclutados por los Doce Apóstoles Originales para llevar el Santo Evangelio a lo largo y ancho del mundo.


Como muchos otros de los miembros de “Los Setenta”, Herodión demostró no tener miedo en absoluto mientras viajaba sin cesar a través de un mundo lleno de fanáticos paganos que habían jurado hacer todo lo que pudieran con tal de detener la marcha de la nueva fe. Para Herodión, a quien le encantaba comprometer a quienes lo escuchaban en diálogos profundos sobre el Cielo, el Infierno y la Verdadera Naturaleza de la Salvación, predicar entre los Griegos ha de haber sido una experiencia estimulante. ¿Cuán frecuentemente en Olimpo, Minos o Patras había gozado con el reto de llevar a esos paganos faltos de educación el sublime conocimiento de su Salvador? ¿Cuán frecuentemente les habría dicho a ellos, con el fuego de la certeza consumiéndole los ojos: «Pues tanto amó Dios al mundo que envió a Su Unico Hijo para redimirlo, de modo que todos puedan gozar de la vida eterna?».


Herodión era un predicador sumamente alegre, y los griegos que lo escuchaban no podían hacer otra cosa que responder a sus palabras. Como resultado de ello, muy pronto se ganó la reputación a lo largo del país de ser un evangelizador sumamente efectivo que electrizaba a su audiencia dondequiera que estuviere. Sin embargo, esa creciente efectividad en proclamar la Buena Nueva conllevaba un riesgo... y él lo sabía. Ultimamente, adondequiera que iba, se podía ver al acecho a los idólatras paganos en la parte posterior de las multitudes, murmurando mentiras a los otros y algunas otras veces agitando sus puños. Herodión sabía que lo estaban observando y esperando, así como planeando el momento en que pudieran atacarlo. Sin embargo lo que no esperaba era que los paganos comenzaran a tramar un compló con algunos de los miembros de la comunidad judía y algunos de sus enojados sacerdotes. Esos sacerdotes ancianos y conservadores estaban profundamente preocupados por de la posibilidad real de que puedieran comenzar a perder influencia entre sus propios adherentes religiosos si esta fascinante fe cristiana seguía ganando conversos cada día. Los ofendidos hebreos no tenían intención de permitir que esto sucediera. Durante numerosos encuentros con los sacerdotes que servían a los ídolos paganos, los primeros dejaron en claro que encontrarían la manera de eliminar esta nueva amenaza y a este «engañado» seguidor del carpintero de Nazaret con su llamado “Evangelio basado en el amor.” No se opondrían al uso de la fuerza por parte de los paganos si ello era necesario para detener en su predicación al Obispo de Patras. 


Finalmente, después de meses de compló, los conspiradores hicieron su jugada. Habiendo acusado de sedición y traición al Obispo con cargos falsos que no hubieran sido capaces de resistir el escrutinio de un tribunal, un grupo de vigilantes de los adoradores de ídolos secuestraron al santo varón y lo llevaron al centro de la plaza, ubicada en el medio del pueblo. Ahí lo torturaron sin interrupción. Mientras algunos lo golpeaban con sus puños y otros le arrojaban piedras de cemento arrancadas de la calle, un tercer grupo lo golpeaba repetidamente en la cabeza con un mazo de madera. Luego llegó el cuchillo. Dando un paso rápidamente de entre la muchedumbre, uno de los instigadores deslizó su mano dentro de su túnica. La cuchilla brilló por un momento en el aire y luego hizo un corte profundo en el pecho del Obispo. Este solo lanzó un grito apagado y cayó. Ellos observaron caer su cabeza contra el suelo y vieron cómo brotaba de su cuerpo estremecido un río de sangre escarlata. Lo patearon y no se movió. Parecía muerto, pero no era así, siendo esta la segunda intervención del Dios Todopoderoso. De alguna manera, el terrible sangrado se había detenido y Herodión siguió respirando, seguramente porque el Señor Dios tenía otro plan para él en esa tarde brutal en la ciudad de Patras. Se recuperó y muy pronto fue llamado a Roma, donde pasaría muchos años gloriosos predicando la Palabra junto a San Pedro antes de que el Príncipe de los Apóstoles recibiera el martirio por Cristo.


Luego llegaría su verdadero destino. Cuando los paganos decapitaron a su amado mentor, San Pablo, que lo había saludado afectuosamente en su Epístola a los Romanos (16, 11), estos también decidieron eliminar al carismático predicador de quien había sido su buen amigo. Al final el camarada de toda la vida de San Pablo de Tarso fue decapitado y murió sólo algunas horas después de que el Gran Apóstol Pedro pereciera en su propia cruz. 


La vida del Santo Apóstol Herodión de Los Setenta nos dice mucho acerca del misterio del destino y también sobre la inescrutable voluntad de Dios. ¿Quién hubiera predicho que el Obispo de Patras viviría después de haber recibido semejantes heridas o que sobreviviría al ataque en Patras sólo para morir a manos de otro grupo de paganos, esta vez en las calles abarrotadas de Roma? Nadie puede predecir su destino. De Herodión, cuya estrecha amistad con San Pablo hizo de él una figura importante en el crecimiento de la Santa Iglesia a lo largo de Tierra Santa, aprendemos que la única acción sabia es poner completamente el propio destino, con amor y con fe, en las manos de Dios.



Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

Adaptación propia

28/03 - Hilarión el Nuevo


El santo Hilarión que conmemoramos hoy es llamado «el joven», para distinguirlo de otros santos del mismo nombre que también han sido monjes: San Hilarión de Gaza, abad, y San Hilarión, abad y presbítero, con quien es más fácil confundirlo porque pertenece al mismo contexto histórico, el de la persecución iconoclasta.


De este Hilarión no ha quedado la narración de una «Vita», sino que prácticamente todos los testimonios que tenemos acerca de él son litúrgicos: antífonas, lecturas del sinaxario, y sobre todo un largo poema escrito por san José el Himnógrafo, que, aunque vivió un siglo después, fue también víctima de la persecución iconoclasta.


El poema tiene la curiosidad de que es un acróstico, donde cada estrofa (de cuatro versos), en griego, comienza con una de las letras de la frase: «Cantaré tus gozosas costumbres, Padre - José»; en griego como en latín, «gozosas» se puede decir con la palabra "hilaris", por lo que el himnógrafo aprovecha para aludir al nombre del santo.


El contenido del poema, así como de las antífonas y noticias de los sinaxarios, es panegírico más que biográfico; insisten en la pureza de vida de Hilario, que desde joven ingresó a la vida monástica y fue creciendo en la lucha cuerpo a cuerpo contra las tentaciones; cargó sobre sus hombros la cruz de Cristo, y de tal modo se hizo acepto a Dios, que este lo dotó con el don de curaciones, y de expulsar al demonio. Dio la vista a un ciego, el andar a un cojo, fortaleza a un hombre débil, y realizó muchos milagros semejantes, de tal modo que era estimado por el pueblo. A través de sus oraciones, hizo que lloviese durante una sequía y, como el profeta Eliseo, separó las aguas de un río, expulsó de los campos a las bestias dañinas, llenó las redes de pescadores cuando no tuvieron éxito en la pesca, entre muchos otros milagros.


Posiblemente su vida se desarrolló a mediados del siglo VIII, en tiempo de León el Isáurico, y a pesar de las persecuciones a las que eran sometidos los monjes que veneraban imágenes en aquellos tiempos, prefirió la vejaciones a renegar de la fe: como Abad del Monasterio de Pelecete en Asia Menor (que se cree estaba en Bitinia, no lejos de Frigia), sufrió mucho de manos de los iconoclastas, y reposó en el año 754.


No sabemos más detalles concretos de su cornología, y ni siquiera la ubicación exacta del monasterio de Pelecete, al que perteneció.



Fuente: eltestigofiel.org / goarch.org / laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

Traducción del inglés y adaptación propias

Lunes de la V Semana de Cuaresma. Lecturas


En la Hora Sexta


Is 37,33-38,6: Por eso, esto dice el Señor acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, no disparará contra ella ni una flecha, no avanzará contra ella con escudos, ni levantará una rampa contra ella. Regresará por el camino por donde vino y no entrará en esta ciudad —dice el Señor—. Yo haré de escudo a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David, mi siervo”». Aquella misma noche el ángel del Señor avanzó y golpeó en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres. Todos eran cadáveres al amanecer. Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento y regresó a Nínive, y se quedó allí. Un día, mientras estaba postrado en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Saréser lo mataron a espada y huyeron a la tierra de Ararat. Su hijo Asaradón reinó en su lugar. En aquellos días Ezequías enfermó mortalmente. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a decirle: «Esto dice el Señor: “Pon orden en tu casa, porque vas a morir y no vivirás”». Ezequías volvió la cara a la pared y oró al Señor: «¡Ah, Señor!, recuerda que he caminado ante ti con sinceridad y corazón íntegro; que he hecho lo que era recto a tus ojos». Y el rey se deshizo en lágrimas. Le llegó a Isaías una palabra del Señor en estos términos: «Ve y di a Ezequías: “Esto dice el Señor, el Dios de tu padre David: He escuchado tu plegaria y visto tus lágrimas. Añadiré otros quince años a tu vida y te libraré, a ti y a esta ciudad, de la mano del rey de Asiria y extenderé mi protección sobre esta ciudad”».


En Vísperas


Gn 13,12-18: Abrán habitó en Canaán; Lot en las ciudades de la vega, plantando las tiendas hasta Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecaban gravemente contra el Señor. El Señor dijo a Abrán, después que Lot se había separado de él: «Alza tus ojos y mira desde el lugar en donde estás hacia el norte, el mediodía, el levante y el poniente. Toda la tierra que ves te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Haré a tus descendientes como el polvo de la tierra: el que pueda contar el polvo de la tierra podrá contar a tus descendientes. Levántate, recorre el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar». Abrán alzó la tienda y fue a establecerse junto a la encina de Mambré, en Hebrón, donde construyó un altar al Señor.


Prov 14,27-15,4: Temer al Señor es fuente de vida, libra de los lazos de la muerte. Pueblo numeroso, gloria del rey; escasez de súbditos, ruina del príncipe. Quien tiene paciencia abunda en prudencia, quien es impulsivo demuestra torpeza. Ánimo tranquilo es vida del cuerpo, la envidia carcome los huesos. Quien oprime al pobre ofende a su Hacedor, quien se apiada del indigente lo honra. El malvado se hunde en su propia maldad, el honrado se halla seguro en su honradez. El corazón del sensato alberga sabiduría, entre los necios es desconocida. La justicia engrandece a una nación, su fracaso es la ruina de los pueblos. Siervo inteligente se gana al rey, el tonto se hace objeto de su ira. Respuesta amable calma la cólera, palabra áspera excita la ira. La lengua del sabio rezuma saber, la boca del necio profiere necedades. En todo lugar los ojos del Señor observan malvados y honrados. Lengua amable es árbol de vida, lengua áspera rompe el corazón.



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española

27/03 - La Santa Matrona de Tesalónica


La Santa de la que hablaré hoy fue en otro tiempo muy popular especialmente en Cataluña y en el mundo bizantino, aunque ha ido siendo reemplazada en popularidad por otras Santas de idéntico nombre, como la religiosa Matrona de Quíos y la celebérrima laica Matrona de Moscú. El nombre Matrona, al menos por lo que a la mártir respecta, es bastante curioso, pues alude a un estado de elevado estatus social -las matronas eran las esposas legítimas de alta cuna tanto el mundo griego como el romano- y, sin embargo, nuestra Santa de hoy estaba en el otro extremo de la jerarquía social: era una esclava. El nombre, pues, podría ser un seudónimo, y cabe añadir que al menos en ámbito catalán, se deforma levemente cambiando la T por la D, de suerte que es conocida como Madrona.


Los sinaxarios bizantinos la conmemoran el 27 de marzo, dedicándole una nota que en realidad es un resumen de la passio de la mártir, hoy desaparecida.


Esclava y mártir


Matrona era una joven esclava griega, originaria de Tesalónica, que pertenecía a una mujer hebrea llamada Plautila o Pantila, cuyo marido era un alto oficial (un estratopedarca) residente en esta misma ciudad. El nombre de la domina y su religión, a mi entender, no son cosa baladí: si en realidad su nombre era Plautila o Pantila, -nombres genuinamente griegos- entonces seguramente no era hebrea de origen y practicaba la religión judía por conversión, lo que era habitual en muchas damas de la alta sociedad grecorromana (ése fue el caso de Popea Sabina, la segunda esposa del emperador Nerón). Eso sería más lógico, puesto que no era costumbre de los hebreos desposarse con “gentiles” ni a los griegos y romanos les gustaba tomar esposas que no fueran de su mismo origen y alcurnia.


El caso es que esta esclava, Matrona, solía acompañar a su ama Plautila cada vez que ésta iba a la sinagoga, pero, como ella misma era cristiana, luego se acercaba ella a la iglesia de los cristianos. Plautila sabía que Matrona había cultivado su fe cristiana desde su niñez, y por eso la insultaba y despreciaba constantemente a causa de su fe, cuando no intentaba forzarla a abrazar el judaísmo. A pesar de las burlas y las humillaciones a las que la sometía su ama, Matrona encontraba tiempo para ir a las asambleas cristianas, hasta que un día fue sorprendida y se dio noticia a la domina. Cuando la dueña increpó a su esclava por asistir a las reuniones clandestinas de los cristianos y le preguntó por qué, en lugar de eso, no acudía a la sinagoga, la sangrante respuesta de Matrona fue: “Porque Dios está presente en la comunidad cristiana, pero hace mucho que abandonó tu sinagoga judía.”


Plautila montó en cólera al oír la respuesta de su esclava y, tomando un látigo, la azotó salvajemente, la maniató con cuerdas y la encerró dentro de una celda de castigo -otras versiones apuntan que era un armario oscuro o que, simplemente, la ató a un banco de madera, lo que sería más creíble teniendo en cuenta que hablamos de un domicilio particular y no de una cárcel- donde la dejó en la oscuridad toda la noche. A la mañana siguiente, cuando fue a verla, se encontró con que Matrona se había desatado. Cuándo le preguntó cómo era posible, pues ella la había atado muy bien, Matrona respondió que el Señor la había liberado.


Aquello enfureció aún más a Plautila, que volvió a golpearla despiadadamente, primero a bofetadas y puntapiés, y luego, armándose de una gruesa vara, la apaleó hasta romperle todos los huesos. La ató con fuertes correas y la encerró de nuevo. Mandó sellar la puerta para que ningún otro esclavo pudiera socorrerla, y allí la dejó cuatro días, sin comida ni agua.


La curiosidad la llevó a ir a verla de nuevo al cuarto día. Para su estupefacción, Matrona seguía viva, estaba de nuevo desatada -y eso sí que era raro ya, teniendo en cuenta que tenía el cuerpo destrozado- y rezaba silenciosamente. Plautila, perdidos de nuevo los estribos, arrojó a la esclava al suelo y, tomando una correa, la azotó con saña, hasta que le dolió el brazo y dejó la piel de Matrona colgando a tiras de su cuerpo. Arrastrándola de los cabellos la tiró de nuevo al armario, donde murió en la oscuridad, debido a las terribles heridas sufridas.


Al hallar el cadáver de Matrona, Pautila lo tomó y, saliendo al tejado de su casa, lo arrojó a la empedrada calle. Otras versiones dicen que lo tiró en unas rocas a las afueras de la ciudad, para que pareciese un accidente y no la acusaran a ella de asesinato. Al poco fue recogido por unos cristianos que la conocían y le dieron sepultura. Más tarde, el obispo Alejandro de Tesalónica levantaría una iglesia en su honor. A través de dos cartas de San Atanasio de Alejandría, se sabe que a mediados del siglo IV hubo en Tesalónica un obispo con ese nombre, Alejandro, luego los hechos debieron ocurrir en ese tiempo.


En cuanto a Pautila, la tradición nos dice que murió accidentalmente años después, cuando salió de nuevo al tejado y resbaló, rodó y fue a estrellarse en medio de la calle, siguiendo la funesta trayectoria del cuerpo de la inocente a la que había enviado a la tumba.


Pruebas históricas y literarias


El conflicto judeo-cristiano se lee en el texto original: Άθλησις της Αγίας Μάρτυρος Ματρώνης εκ πόλεως Θεσσαλονίκης. Αυτή θεράπαινα υπήρξε Παντίλλης τινός Ιουδαίας, γυναικός στρατοπεδάρχου εν τη Θεσσαλονικέων πόλει, lo que se traduce como: “Milagro de la mártir Santa Matrona de Tesalónica. Ella curó a una judía llamada Pantila, esposa de un comandante de la guarnición de la ciudad de los tesalonicenses”. ¿Es Pantila su ama, a la que ella mató; o es una beneficiada de un milagro suyo? ¿O ambas cosas a la vez?


El monasterio que se dedicó a la Santa en Tesalónica fue uno de los tres primeros monasterios de esta ciudad. Hasta el inicio de los gobiernos iconoclastas (766) se sabía que había un “monasterio de Santa Matrona, situado fuera de los muros de Tesalónica y fuertemente fortificado. Existió hasta finales del siglo VI, principios del VII”. El libro de los Milagros de San Demetrio menciona una iglesia dedicada a ella, probablemente la erigida por el obispo Alejandro, que estaba situado en la vía Egnatia y que el mismo obispo menciona.


En Occidente, Floro fue el primero en introducirla en su Martirologio redactando una especie de passio latina y colocándola el día 15 de marzo. Adón reprodujo la misma noticia en el mismo día y Usuardo, transformando un poco el elogio hecho por los dos anteriores, la colocó también en ese día, por lo cual, en todos los calendarios occidentales así se conmemoraba. Baronio la copió posteriormente tal cual en el Martirologio Romano. El Martirologio Jeronimiano, que es anterior a estos, la conmemora en una fecha más cercana a los sinaxarios, o sea, el día 25 y el Martirologio Siríaco del siglo IV ni siquiera la menciona.


Culto en Cataluña


Las fuentes no dicen mucho más acerca de ella ni de sus reliquias. Pero, de acuerdo a una tradición recogida en la Leyenda Áurea de Santiago de la Vorágine, cuando en el siglo X los turcos ocuparon Tesalónica, buscaron deshacerse de las reliquias de la Santa para privar a los cristianos locales de su culto y vendieron el cuerpo a unos mercaderes franceses, quienes pagaron 29 monedas de plata y no quisieron pagar 30 porque consideraron que ésa era la suma que se había pagado por Nuestro Señor cuando Judas lo vendió al Sanedrín y tenían muy claro que una Santa no valía tanto como Él.


Los mercaderes embarcaron el cuerpo en una nave que se dirigía a Marsella y se hicieron a la mar. Cuando el barco llegó a aguas de Barcelona se desencadenó un furioso temporal que puso a la nave en peligro. El patrón ordenó atracar en la playa de Sant Bertran, justo donde arrancaba el camino que conducía a la ermita de Sant Fruitós, en la montaña de Montjuïc, y allí depositaron el cuerpo de Santa Matrona en espera de que amainara la tormenta. Los elementos se calmaron pronto, y la tripulación decidió proseguir viaje con el cuerpo a bordo. Pero el fenómeno se repitió una y otra vez, las aguas se encrespaban para calmarse de inmediato en cuanto lo desembarcaban.


Finalmente, comprendieron que el deseo de la Santa era el de permanecer allí, y depositaron su cuerpo en la ermita Sant Fruitós, en la montaña de Montjuïc, Barcelona, ciudad que durante muchos siglos le rindió devoción.


Las reliquias fueron veneradas primero en la ermita que con el paso del tiempo pasó a ser jurisdicción de la Orden de los monjes capuchinos y al trasladadarse estos al convento de las Ramblas también trasladaron el cuerpo de la Santa. En el primitivo lugar todavía existe una capilla, también dedicada a Santa Madrona, restaurada en 1907.


Según la Leyenda Áurea, las golondrinas acompañaron el cuerpo de la santa desde que lo embarcaron en Tesalónica hasta su llegada a Barcelona. Al divisar la ciudad gritaron para avisarle del lugar donde se encontraba, desde entonces, cada año, el 27 de marzo, llegan las primeras golondrinas, más chillonas que nunca, en recuerdo de su gesta, puesto que la leyenda afirma que son descendientes de aquellas que viajaron con la Santa y cada año, fieles a una tradición familiar, la visitan y se quedan unos días en Barcelona para hacerle compañía.


Todo esto son tradiciones locales que ciertamente, no son conocidas fuera del ámbito catalán. Además de ser patrona de las comadronas y parturientas, así como de las sirvientas, fue protectora de navegantes y marineros, como también lo son las mártires Fermina, Devota, Julia y Áurea; aunque también se la invocaba contra fiebres malignas y para pedir lluvia en tiempos de sequía.


Lo cierto es que las reliquias fueron veneradas en Barcelona, concretamente en su nueva parroquia del Poble Sec, hasta el año 1909. En este año, y en el marco de los terribles sucesos acontecidos durante la llamada Semana Trágica de Barcelona, las reliquias de la Santa fueron profanadas y quemadas, siendo completamente destruidas. Sin embargo, posteriormente, un vecino llamado Evelí Bulbena donó a esta parroquia una pequeña reliquia que había podido salvar. Esta reliquia es actualmente venerada en la misma iglesia.


Patrona de Barcelona


En 1536, el Consell de Cent -órgano medieval de gobierno de la ciudad- declaró que el día de la fiesta de Santa Matrona -que en Barcelona se celebra el 15 de marzo- fuese declarado fiesta de precepto y a ella, copatrona de la ciudad. En momentos difíciles -como las guerras de Sucesión y la de los Segadores- se la invocaba y sus reliquias eran expuestas a veneración en el altar mayor de la catedral. Entre los siglos XIII-XVIII, fue una Santa de gran devoción barcelonina, y hasta mediados del siglo XX, muchas mujeres de Barcelona todavía llevaban en su honor el nombre de Madrona. El día de su fiesta era costumbre que las mujeres, vestidas de peregrinas, hicieran procesiones en honor a la Santa, especialmente vistosas en el s.XVI, y en el techo de su antigua ermita se colgaban muchos barquitos en miniatura como exvotos a la Santa.


Existen muchas otras tradiciones locales vinculadas a la Santa. Desgraciadamente, la popularidad de la Santa se ha ido extinguiendo y actualmente es la copatrona olvidada de Barcelona, quien centra la popularidad en otra mártir, Santa Eulalia -ésta sí, hispana-, y en la Virgen de la Merced, también patronas de la ciudad. Quizá la desaparición de las reliquias y la popularidad de estas otras patronas hayan contribuido a ensombrecer la devoción a esta esclava mártir que vino por mar.


Se podría decir mucho más, pero son ya aspectos de culto, tradición y devociones locales que mejor dejo a relatar a compatriotas que conozcan mejor que yo el culto catalán a la Santa. El descubrir a la mujer detrás de la Santa, que era mi objetivo, es bastante más difícil, pero al menos podemos concluir que es una mártir real y que sufrió martirio en el siglo IV en Tesalónica, cuyas reliquias llegaron por mar y actualmente están en su mayor totalidad desaparecidas.


Meldelen



Fuente: preguntasantoral

Adaptación propia

26/03 - Los 26 Mártires de Crimea


Alrededor del año 376 d.C., el rey godo Atanarico se enfureció al ver que sus súbditos abrazaban el cristianismo debido a la predicación del obispo arriano Ulfilas. Entonces, ordenó que muchos de ellos fueran torturados y ejecutados, a menudo sin juicio. Como registra el historiador Sozomeno:


"Por haber abandonado el culto de sus padres, Atanarico sometió a muchos individuos a muchos castigos; a algunos los mató después de haberlos llevado ante los tribunales y haber confesado noblemente la doctrina, y otros fueron asesinados sin que se les permitiera pronunciar una sola palabra en su propia defensa. Se dice que los funcionarios designados por Atanarico para ejecutar sus crueles mandatos hicieron construir una estatua que colocaron en un carro y la llevaron a las tiendas de los que se sospechaba que habían abrazado el cristianismo, a quienes se les ordenó adorar la estatua y ofrecer sacrificio; si se negaban a hacerlo, los hombres y las tiendas eran quemados juntos. Pero he oído que se perpetró un ultraje de atrocidad aún mayor en este período. Muchos se negaron a obedecer a los que los obligaban a sacrificar por la fuerza, entre ellos hombres y mujeres, de los cuales unos llevaban a sus hijitos y otros alimentaban a sus recién nacidos; todos huyeron a su iglesia, que era una tienda de campaña. Los paganos le prendieron fuego y todo fue destruido".


En el infierno de fuego perecieron 308 personas, de las cuales solo se conoce el nombre de veintiuna: 2 presbíteros, 1 monje y 18 laicos (11 hombres y 7 mujeres). A estos se suman los cinco hijos de los presbíteros Wereka y Batwin (dos hijos y tres hijas). Esto tuvo lugar en Gocia (Crimea).


Entre estos estaba cierto hombre cristiano que estaba trayendo los panes de la ofrenda a la iglesia para ser usados ​​para el sacrificio eucarístico en la Divina Liturgia, pero fue capturado por los soldados. Por tanto, en lugar de una ofrenda sin alma, él mismo se convirtió en una ofrenda viva a Dios al convertirse en ofrenda quemada por su confesión de Cristo, y fue contado entre los veintiséis mártires.


Los nombres de los mártires varían según la fuente, pero de los que se conocen son: Werekas (o Ouerkas, Verco) y Batwin (o Bathouses, Batusio) los presbíteros, Arpulas (Arpilo) el monje, los once laicos Abepas (Abibuo), Hagias (Agno), Ruias (Reas), Egatrsx (Igatrax), Escoes (Iscoo), Silas, Sigetzas (Signicuño), Swerilas (Sonerilas), Swemblas (Suimbalo), Terthas (Termo) y Filgas (Filo), y los siete laicas Ana, Alas (Ala), Baren (Beride, también registrada como Larisa), Moico (Monco), Camica (Mamica), Oneco (Virco) y Anemaide (Animais, Animaida).


Unos años más tarde, durante el reinado de Valentiniano y Teodosio (383-392), Gaata, la viuda del líder tribal Wingurico, designado por Atanarico para llevar a cabo la persecución de los cristianos, y su hija Duclida (o Dulcila, Duclida), ambas cristianas, reunieron los restos de los veintiséis mártires y con la ayuda de algunos sacerdotes y un laico llamado Tielas los trasladaron a Siria. Gaata luego regresó a su tierra natal, donde fue apedreada y murió como mártir junto con su hijo Agatón.


Las reliquias de los santos mártires quedaron en manos de Duclida, quien fue a Cícico en Asia Menor y entregó algunas de las reliquias para la fundación de una iglesia. Duclida murió en paz. En algunos calendarios Gaata, Duclida y Agatón también se conmemoran con los veintiséis mártires.



Fuente: johnsanidopoulos.com

Traducción del inglés: Google Translate

Adaptación propia

26/03 - Sinaxis en Honor del Arcángel Gabriel


Esta Sinaxis festiva es celebrada para la gloria del Arcángel Gabriel, ya que él sirvió de ministro para el maravilloso misterio de la dispensación encarnada de Dios como anunciador de la Encarnación de Cristo a la Virgen María. No hay periodo postfestivo debido a la Gran Cuaresma.


Consciente de las múltiples apariciones del santo Arcángel Gabriel y de su celoso cumplimiento de la voluntad de Dios, y al confesar su intercesión por los cristianos ante el Señor, la Iglesia bizantina llama a sus hijos a orar al gran Arcángel con fe y amor. La Sinaxis del Santo Arcángel Gabriel también se celebra el 13 de julio.


El nombre Gabriel significa "hombre de Dios". En la santa Escritura, se hace referencia al Arcángel Gabriel tres veces, una en el Antiguo Testamento y otras dos en el Nuevo.


A. En el Antiguo Testamento, nos lo presenta el profeta Daniel en una visión suya (Dan. 8, 15-27) cuando le pide la explicación de la misma. Allí se presenta frente a él un hombre, que era el Arcángel Gabriel, y le explica que el carnero con los dos cuernos simbolizaba a los reyes de Midia y de Persia, mientras que el macho cabrío peludo, al rey de Grecia.


B. En el Nuevo Testamento, el Arcángel Gabriel es enviado a Zacarías (Luc. 1, 11-19), a quien le anuncia que su mujer Isabel se quedará embarazada y dará a luz a Juan, el Precursor del Señor.


C. El Arcángel Gabriel también es quien anuncia a la Virgen María su embarazo sobrenatural y el nacimiento del Salvador Jesús Cristo, cuya memoria se celebró el día 25 de marzo.


Por qué celebramos dos veces la Sinaxis del Arcángel Gabriel, por John Sanidopoulos


El día después de la fiesta de la Anunciación a la Deípara por parte del Arcángel Gabriel el 25 de marzo, la Iglesia bizantina celebra una Sinaxis en honor al Arcángel Gabriel. Sin embargo, el 13 de julio nos encontramos celebrando otra Sinaxis en honor al Arcángel Gabriel. ¿Por qué celebramos dos Sinaxis del Arcángel Gabriel?


Parece que nadie sabe realmente la razón exacta de esto. San Nicodemo el Hagiorita (del Monte Ato) escribe en su Sikaxario (Vidas de santos expuestas brevemente para ser leídas principalmente e nla Iglesia) que buscó las fuentes de la celebración de la Sinaxis el 13 de julio, pero no pudo encontrar nada. Especula que este hecho tiene que ver con un milagro del Arcángel realizado en esta fecha, cuyos detalles se han perdido. Otros especulan que tiene que ver con la fiesta de la Anunciación, que cae durante la Gran Cuaresma, y para una mayor celebración de esta fiesta se trasladó al 13 de julio. El problema con estas dos teorías es que, aunque son completamente posibles y válidas, no hay pruebas que las apoyen.


San Nicolás Velimirovich en su Prólogo parece tener una posible razón para estas dos fiestas. Para el 26 de marzo escribe sobre la obra del Arcángel Gabriel con respecto a la Encarnación del Señor, y que esta Sinaxis conmemora su participación específica en la Encarnación. En cuanto al 13 de julio, habla de sus orígenes, colocándolos en el Monte Ato en el siglo IX, y tiene que ver con la aparición del Arcángel Gabriel en una celda cerca de Caries, donde reveló el himno "Axion Estin". 


Este milagro impulsó a los padres del Monte Ato a conmemorar todos los milagros del Arcángel Gabriel, desde los tiempos del Antiguo Testamento hasta el presente. Esta tradición local del Monte Ato finalmente pasó a toda la vida eclesiástica bizantina.


Parece, pues, razonable por todas las razones anteriores que celebremos al Arcángel Gabriel en su Sinaxis dos veces en nuestros calendarios eclesiásticos.



Fuente: goarch.org / laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

Traducción del inglés y adaptación propias

Domingo de San Juan Clímaco


«La Escala al Paraíso» fue un libro inmensamente popular en la Edad Media que logró para su autor, Juan el Escolástico, el sobrenombre de «Clímaco», por el que es generalmente conocido [ya que «climax» en latín es «subida»].


El origen del santo se pierde en la oscuridad, pero posiblemente procedía de Palestina y se dice que fue discípulo de san Gregorio Nacianceno. A la edad de dieciséis años, se unió a los monjes establecidos en el Monte Sinaí. Después de cuatro años que pasó probando su virtud, el joven novicio profesó y fue puesto bajo la dirección de un hombre santo llamado Martirio.


Guiado por su padre espiritual, dejó el monasterio y se instaló en una ermita cercana, aparentemente para acostumbrarse a dominar la tendencia a perder el tiempo en ociosas conversaciones. Al mismo tiempo, nos dice que, bajo la dirección de un director prudente, logró salvar obstáculos que no habría podido vencer si hubiera intentado hacerlo por sí solo. Tan perfecta fue su sumisión, que tuvo por regla nunca contradecir a nadie ni discutir cualquier argumento que sostuvieran aquellos que lo visitaban en su soledad.


Después de la muerte de Martirio, cuando San Juan tenía treinta y cinco años de edad, abrazó por completo la vida eremítica en Thole, un lugar solitario, pero suficientemente cercano a una iglesia que le permitiera a él y a los otros monjes y ermitaños de la región poder asistir los sábados y domingos al oficio divino y a la celebración de los santos misterios. En este retiro, el santo pasó cuarenta años, adelantando más y más en el camino de la perfección. Leía la Biblia con asiduidad, así como a los Padres y fue uno de los santos más eruditos del desierto; pero todo su propósito era ocultar sus talentos y esconder las gracias extraordinarias con que el Espíritu Santo había enriquecido su alma.


En su determinación de evitar toda singularidad, tomó parte en todo aquello que era permitido a los monjes de Egipto, pero se alimentaba tan frugalmente, que más parecía probar los alimentos que comerlos. Su biografía refiere con admiración que era tan intensa su compunción, que sus ojos parecían dos fuentes que nunca cesaran de manar lágrimas y que en la caverna a la que él acostumbraba retirarse para orar, las rocas resonaban con sus quejas y lamentaciones.


Era sumamente solicitado como director espiritual. Ciertamente en una ocasión alguno de los monjes, sus compañeros, ya fuera por celos o quizás justificadamente, le criticaban por perder el tiempo en infructuosos discursos. Juan aceptó la acusación como un caritativo consejo y se impuso un riguroso silencio en el que perseveró cerca de un año. La comunidad entera le pidió que volviera a ocuparse en dar consejo a los demás y que no ocultara los talentos que había recibido; de esta suerte, él continuó impartiendo sus enseñanzas y llegó a ser considerado como otro Moisés en aquel santo lugar, «ya que subió al monte de la contemplación y habló con Dios, cara a cara, para después bajar a los suyos, llevando las tablas de la Ley de Dios, su escala de la perfección».


La Escala es un tratado completo de vida espiritual, en el que Juan Clímaco describe el camino del monje desde la renuncia al mundo hasta la perfección del amor. Es un camino que -según este libro- se desarrolla a través de treinta peldaños, cada uno de los cuales está unido al siguiente. El camino se puede sintetizar en tres fases sucesivas: la primera consiste en la ruptura con el mundo con el fin de volver al estado de infancia evangélica. Lo esencial, por tanto, no es la ruptura, sino el nexo con lo que Jesús dijo, o sea, volver a la verdadera infancia en sentido espiritual, llegar a ser como niños.


San Juan comenta: “Un buen fundamento es el formado por tres bases y tres columnas: inocencia, ayuno y castidad”. Una de las fases del camino es el combate espiritual contra las pasiones. Cada peldaño de la escala está unido a una pasión principal, que se define y diagnostica, indicando además la terapia y proponiendo la virtud correspondiente.


Según san Juan Clímaco, es importante tomar conciencia de que las pasiones no son malas en sí mismas; lo llegan a ser por el mal uso que hace de ellas la libertad del hombre. Si se purifican, las pasiones abren al hombre el camino hacia Dios con energías unificadas por la ascética y la gracia y, “si han recibido del Creador un orden y un principio (…), el límite de la virtud no tiene fin”.


La última fase del camino es la perfección cristiana, que se desarrolla en los últimos siete peldaños de la Escala. Estos son los estadios más altos de la vida espiritual; los pueden alcanzar los “hesicastas”, los solitarios, los que han llegado a la quietud y a la paz interior; pero esos estadios también son accesibles a los cenobitas más fervorosos. San Juan, siguiendo a los padres del desierto, de los tres primeros —sencillez, humildad y discernimiento— considera más importante el último, es decir, la capacidad de discernir. Todo comportamiento debe someterse al discernimiento, pues todo depende de las motivaciones profundas, que es necesario explorar. Aquí se entra en lo profundo de la persona y se trata de despertar en el eremita, la sensibilidad espiritual y el “sentido del corazón”:


“Como guía y regla de todo, después de Dios, debemos seguir nuestra conciencia”. De esta forma se llega a la paz del alma, la hesychia, gracias a la cual el alma puede asomarse al abismo de los misterios divinos.


El estado de quietud, de paz interior, prepara al “hesicasta” a la oración, que en san Juan es doble: la “oración corporal” y la “oración del corazón”. La primera es propia de quien necesita la ayuda de posturas del cuerpo: tender las manos, emitir gemidos, golpearse el pecho, etc. la segunda es espontánea, porque es efecto del despertar de la sensibilidad espiritual. En san Juan toma el nombre de “oración de Jesús” (Iesoû euché), y está constituida únicamente por la invocación del nombre de Jesús, una invocación continua como la respiración: “El recuerdo de Jesús se debe fundir con tu respiración; entonces descubrirás la utilidad de la hesychia“, de la paz interior. Al final, la oración se hace algo muy sencillo: la palabra “Jesús” se funde sencillamente con nuestra respiración.


Se nos dice que Dios le concedió una gracia extraordinaria para curar los desórdenes espirituales de las almas. Entre otros a quienes él ayudó, hubo un monje llamado Isaac, llevado casi al borde de la desesperación por las tentaciones de la carne. Juan se dio cuenta de la lucha que sostenía y después de elogiar su fe, dijo: «Hijo mío, acudamos a la oración». Se postraron ambos en humilde súplica y, desde aquel momento, Isaac quedó libre de sus tentaciones. Otro discípulo, cierto Moisés, que parece en algún tiempo haber vivido cerca del santo, después de acarrear tierra para plantar legumbres, fue vencido por la fatiga y se durmió bajo el ardiente sol, al amparo de una gran roca. Repentinamente fue despertado por la voz de su maestro y se precipitó hacia adelante, justo a tiempo para evitar el ser aplastado por un alud de piedras. San Juan, en su soledad, tuvo conocimiento del peligro que lo amenazaba y había estado rogando a Dios por su seguridad. El buen hombre tenía entonces setenta años de edad, pero a la muerte del abad de Monte Sinaí, fue unánimemente escogido para sucederle. Poco después, durante una gran sequía, la gente acudió a él como a otro Elías, rogándole que intercediera ante Dios por ellos. El santo encomendó su desgracia al Padre de las Misericordias y una abundante lluvia contestó a sus oraciones.


Tal era su reputación, que san Gregorio Magno, que ocupaba entonces la Silla de San Pedro, escribió al santo abad pidiéndole sus oraciones y enviándole camas y dinero para el uso de los numerosos peregrinos que acudían al Monte Sinaí. Durante cuatro años, San Juan gobernó a los monjes con tino y prudencia. Sin embargo, había aceptado el cargo con cierta renuencia y encontró manera dé renunciar a él poco antes de su muerte. Había llegado a la edad de ochenta años, cuando entregó su alma en la ermita que le había sido tan querida. Jorge, su hijo espiritual, que le había sucedido como abad, rogó al santo agonizante que no permitiera que ellos dos se separaran. Juan le aseguró que sus oraciones habían sido oídas y el discípulo siguió a su maestro en el lapso de pocos días. Además del «Climax» -como se titula su «Escala al Paraíso»- tenemos otra obra de san Juan: una carta escrita al abad de Raithu, en la que describe las obligaciones de un verdadero pastor de almas. En el arte, Juan es siempre representado con una escalera.



LECTURAS DE LA DIVINA LITURGIA


Heb 6,13-20: Hermanos, cuando Dios hizo la promesa a Abrahán, no teniendo a nadie mayor por quien jurar, juró por sí mismo, diciendo: Te llenaré de bendiciones y te multiplicaré abundantemente; y así, perseverando, alcanzó lo prometido. Los hombres juran por alguien mayor, y, con la garantía del juramento, queda zanjada toda discusión. De la misma manera, queriendo Dios demostrar a los beneficiarios de la promesa la inmutabilidad de su designio, se comprometió con juramento, para que por dos cosas inmutables, en las que es imposible que Dios mienta, cobremos ánimos y fuerza los que buscamos refugio en él, aferrándonos a la esperanza que tenemos delante. La cual es para nosotros como ancla del alma, segura y firme, que penetra más allá de la cortina, donde entró, como precursor, por nosotros, Jesús, Sumo Sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec.


Mc 9,17-32: En aquel tiempo uno de la gente le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces». Él, tomando la palabra, les dice: «¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo». Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?». Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos». Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe». Entonces el padre del muchacho se puso a gritar: «Creo, pero ayuda mi falta de fe». Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él». Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?». Él les respondió: «Esta especie solo puede salir con oración». Se fueron de allí y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».



Fuente: eltestigofiel.org / catholic.net / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española

Adaptación propia