Martes de la I Semana de Cuaresma (Martes Puro). Lecturas


En la Hora Sexta


Is 1,19-31;2,1-3: Así dice el Señor: «Si sabéis obedecer, comeréis de los frutos de la tierra; si rehusáis y os rebeláis, os devorará la espada —ha hablado la boca del Señor—». ¡Cómo se ha prostituido la villa fiel: estaba llena de rectitud; la justicia moraba en ella, y ahora moran los asesinos! Tu plata se ha vuelto escoria, está aguado tu vino; tus gobernantes son bandidos, cómplices de ladrones: amigos de sobornos, en busca de regalos. No protegen el derecho del huérfano, ni atienden la causa de la viuda. «Por eso —oráculo del Señor, Dios del universo, del Fuerte de Israel—: tomaré satisfacción de mis adversarios, y me vengaré de mis enemigos. Volveré mi mano contra ti: purificaré tu escoria en el crisol, separaré de ti toda la ganga, te daré jueces como los de antaño, consejeros como los del tiempo antiguo: entonces te llamarás Ciudad Justa, Villa Fiel. Sión será rescatada por el juicio, sus habitantes por la justicia». Vendrá la ruina sobre rebeldes y pecadores, los que abandonan al Señor perecerán. Os avergonzaréis de las encinas en las que os habéis deleitado, os sonrojaréis de los jardines que elegíais. Seréis como una encina con las hojas marchitas, como un jardín donde no corre el agua. Vuestra fortaleza será la estopa, su obra la chispa, arderán los dos juntos y no habrá quien lo apague. Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén. En los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas. Hacia él confluirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos y dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén».


En Vísperas


Gén 1,14-23: Dijo Dios: «Existan lumbreras en el firmamento del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años, y sirvan de lumbreras en el firmamento del cielo, para iluminar sobre la tierra». Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas. Dios las puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto. Dijo Dios: «Bullan las aguas de seres vivientes, y vuelen los pájaros sobre la tierra frente al firmamento del cielo». Y creó Dios los grandes cetáceos y los seres vivientes que se deslizan y que las aguas fueron produciendo según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Luego los bendijo Dios, diciendo: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad las aguas del mar; y que las aves se multipliquen en la tierra». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.


Prov 1,20-33: La sabiduría pregona por las calles, en las plazas levanta la voz; grita en lugares concurridos, en la plaza pública proclama: «¿Hasta cuándo, ignorantes, amaréis la ignorancia, y vosotros, insolentes, recaeréis en la insolencia, y vosotros, necios, rechazaréis el saber? Prestad atención a mis razones, derramaré mi espíritu sobre vosotros, quiero comunicaros mis palabras. Os llamé, y vosotros rehusasteis; extendí mi mano y la rechazasteis; despreciasteis mis consejos, no aceptasteis mis advertencias. Pues bien, yo me reiré de vuestra desgracia, me burlaré cuando os alcance el terror. Cuando os alcance como tormenta el terror, cuando os llegue como huracán la desgracia, cuando os alcancen la angustia y la aflicción, me llamaréis, pero no os escucharé; me buscaréis, pero no me encontraréis. Por haber menospreciado el saber y no querer temer al Señor, por no aceptar mis consejos y despreciar mis reprensiones, comerán el fruto de su conducta, se hartarán de los planes que hicieron. La indisciplina matará a los irreflexivos, la indolencia acabará con los necios; mas quien me escucha vivirá tranquilo, seguro y sin temor a la desgracia».


En Completas


Mt 6,1-13: Dijo el Señor: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”».



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española