En los días en que Jesús caminó junto al Mar de Galilea y realizó milagros a lo largo de Palestina, el reino que ahora conocemos como “Gran Bretaña” era una tierra primitiva de ciénagas y pantanos traicioneros, ocupada por feroces tribus guerreras.
En ese distante pasado de 2000 años atrás -mucho antes de que los primeros Anglo-Sajones llegaran alrededor del año 700 después de Cristo– la vida en esta gran isla que los romanos llamaban “Britania” era violenta, peligrosa y usualmente corta. De hecho estos nativos belicosos eran tan feroces que aún las valientes Legiones Romanas fueron vencidas, eventualmente, por ellos… quienes abandonaron en masa la Isla Británica, dejando tras de sí un sencillo y gran monumento de su intento fallido de colonizar: la gran valla de piedra que habían construido en la mitad de la isla principal (hoy día Inglaterra) conocida por la historia como el “Muro de Adriano.”
Dentro de este reino oscuro y primitivo sólo los más intrépidos viajeros se atrevían a aventurarse. Un viajero de ese tipo era el Apóstol Aristóbulo –uno de “Los Setenta” apóstoles que habían sido elegidos por los Doce Originales para predicar el Santo Evangelio a través del mundo conocido en las décadas inmediatamente después de la Crucifixión y Resurrección de Jesucristo.
Nacido en la Isla de Chipre, el Apóstol Aristóbulo fue el hermano de Bernabé, también uno de Los Setenta. Estos dos hermanos jugaron un papel importante en el crecimiento de la Iglesia primitiva. Ellos eran hijos de padres judíos, quienes pertenecían a la tribu de Leví… junto con las bien conocidas figuras del Antiguo testamento como Moisés, Aarón y Samuel.
Aunque sucedió que estos dos Apóstoles nacieron en la gran isla que se encuentra cerca de las naciones de Grecia y Turquía, sus orígenes se encuentran en Palestina, en donde sus padres poseían grandes granjas de orquídeas en las afueras de Jerusalén, antes de haber sido desplazados de la región por las continuas guerras.
Como exilados adinerados, ellos fueron capaces de enviar a sus hijos lejos de casa con el fin de que pudieran tener la mejor educación que el dinero les pudiera permitir… lo cual significa que el joven San Aristóbulo terminaría estudiando con su hermano Bernabé bajo el gran tutor judío Gamaliel en una reconocida academia en Jerusalén. Fue ahí, mientras dominaba los textos y las leyes hebreas de su cultura antigua, que ambos, San Aristóbulo y San Bernabé, llegaron a ser amigos de una figura carismática que jugaría un enorme impacto en sus vidas. Su nuevo amigo se llamaba Saulo… aunque su nombre se cambiaría posteriormente por Pablo, tras su conversión al Cristianismo.
Y fue con este mismo San Pablo, el gran codificador y maestro de los principios básicos, que San Aristóbulo pasaría muchos de sus años de adulto viajando ida y vuelta y -de aquí para allá- a lo largo de Medio oriente en una lucha continua por propagar el Santo Evangelio del Señor.
Mencionado por San Pablo en su Epístola a los Romanos (Rom. 16, 10), el dedicado y notablemente valiente San Aristóbulo sería eventualmente enviado a predicar en Britania, en donde convertiría a cientos de nativos guerreros mientras soportaba grandes persecuciones por la causa del Evangelio.
Era tan efectivo llevando la Palabra de Dios a los habitantes bárbaros que muy prontamente San Aristóbulo fue ordenado por el mismo San Pablo como el primer Obispo de Bretaña. Describiendo el mundo violento y brutal que enfrentó el recién ordenado obispo en Britania, el historiador Griego Herodian lo señalaría en su clásico "Historia del Imperio Romano" (escrito en el Siglo Tercero):
“La mayoría de Bretaña es un pantanal porque está inundada por las continuas mareas del océano. Los bárbaros nadan usualmente en esos pantanos o corren a lo largo de ellos, sumergidos hasta la cintura. Por supuesto ellos están prácticamente desnudos y no les importaba el lodo pues para ellos les era extraño el uso de ropas. Ellos adornan sus cinturas y cuellos con hierro como expresión de prosperidad de la misma manera como otros bárbaros valoran el oro. Ellos también tatuaban sus cuerpos con varios patrones y dibujos de todo tipo de animales. He aquí la razón por la cual no usaban ropas, para no cubrir las figuras en sus cuerpos. Son luchadores muy feroces y peligrosos, protegidos sólo por un escudo delgado y una lanza, con una espada cubriendo sus cuerpos desnudos. Ellos no están familiarizados con el uso de pectorales y cascos, los cuales consideraban como un impedimento para cruzar las ciénagas. Debido a la densa neblina que emergía de los pantanos, la atmósfera en esta región siempre se veía bastante pesimista.”
El mundo de Bretaña durante los tiempos Bíblicos era un lugar oscuro y peligroso. Sin embargo a pesar de los obstáculos que enfrentó el ingenioso Aristóbulo continuó haciendo conversos hasta su muerte en Britania alrededor del año 80. Su vida fue un testimonio de la gracia de Dios, la cual fue una gran fuente de consuelo a lo largo de sus muchos años en un mundo que lo probó hasta el límite de toda resistencia humana. Mientras se enfrentaba a las luchas inevitables de la vida, muchos de nosotros encontramos fácil quejarnos de que nuestra situación es muy difícil de soportar y que representa un gran peso el que debemos cargar. Cuanto podemos aprender de este valiente e incansable apóstol de Cristo, quien fue capaz de soportar todo porque confiaba totalmente en la ayuda del Señor.