En la Hora Sexta
Is 2,11-21: Los ojos orgullosos serán humillados, será doblegada la arrogancia humana; solo el Señor será exaltado en aquel día, el Día del Señor del universo, contra cuanto es orgulloso y arrogante, contra cuanto es altanero —que será abajado—, contra todos los cedros del Líbano, arrogantes y altaneros, contra todas las encinas de Basán, contra todos los montes elevados, contra todas las colinas encumbradas, contra toda alta torre, contra toda muralla inexpugnable, contra todas las naves de Tarsis, contra todos los navíos opulentos. Será doblegado el orgullo del mortal, será humillada la arrogancia humana; solo el Señor será exaltado en aquel día, y los ídolos desaparecerán. Se meterán en las cuevas de las rocas, en las grietas de la tierra, ante el terror del Señor y la gloria de su majestad, cuando se levante, aterrando al país. Aquel día cada cual arrojará a los topos y a los murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que se había fabricado para postrarse ante ellos, y se meterá en las grutas de las rocas y en las hendiduras de las peñas, ante el terror del Señor, y la gloria de su majestad, cuando se levante, aterrando el país.
En Vísperas
Gén 2,4-19: Esta es la historia del cielo y de la tierra cuando fueron creados. El día en que el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el suelo; pero un manantial salía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo. Luego el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos para la vista y buenos para comer; además, el árbol de la vida en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. En Edén nacía un río que regaba el jardín, y allí se dividía en cuatro brazos: el primero se llama Pisón; rodea toda la tierra de Javilá, donde hay oro. El oro de este país es bueno; allí hay también bedelio y lapislázuli. El segundo río se llama Guijón; rodea toda la tierra de Cus. El tercero se llama Tigris y corre al este de Asiria. El cuarto es el Éufrates. El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara. El Señor Dios dio este mandato al hombre: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el día en que comas de él, tendrás que morir». El Señor Dios se dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le ayude». Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó a Adán, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le pusiera.
Prov 3,1-20: Hijo mío, no olvides mi enseñanza, guarda en el corazón mis preceptos, pues te traerán largos días, años de vida y prosperidad. Que no te dejen la bondad y la lealtad, llévalas colgadas al cuello, grábalas bien en el corazón: alcanzarás favor y aceptación lo mismo ante Dios que ante los hombres. Confía en el Señor con toda el alma, no te fíes de tu propia inteligencia; cuenta con él cuando actúes, y él te facilitará las cosas; no te las des de sabio, teme al Señor y evita el mal: será salud para tu cuerpo, medicina para tus huesos. Honra a Dios con tus riquezas, con la primicia de todas tus cosechas: tus graneros se colmarán de grano, rebosarán mosto tus lagares. Hijo mío, no rechaces la reprensión del Señor, no te enfades cuando él te corrija, porque el Señor corrige a los que ama, como un padre al hijo preferido. Dichoso el que encuentra sabiduría, el hombre que logra inteligencia: adquirirla vale más que la plata, es más provechosa que el oro y más valiosa que las perlas; no se le comparan las joyas. En la diestra trae largos años, honor y riquezas en la izquierda; sus caminos son deleitosos, todas sus sendas prosperan; es árbol de vida para quienes la acogen, son dichosos los que se aferran a ella. El Señor cimentó la tierra con sabiduría y afirmó el cielo con inteligencia; con su saber se abren los veneros y las nubes destilan rocío.
En Completas
Mt 7,7-11: Dijo el Señor: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!».
Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española