En la Hora Sexta
Is 11,10-12,2: Así dice el Señor: «Aquel día, la raíz de Jesé será elevada como enseña de los pueblos: se volverán hacia ella las naciones y será gloriosa su morada». Aquel día, el Señor tenderá otra vez su mano para rescatar el resto de su pueblo: los que queden en Asiria y en Egipto, en Patros, Cus y Elán, en Sinar, Jamat y en las islas del mar. Izará una enseña hacia las naciones, para reunir a los desterrados de Israel, y congregar a los dispersos de Judá, desde los cuatro extremos de la tierra. Cesará la envidia de Efraín, se acabará la hostilidad de Judá: Efraín no envidiará a Judá, ni Judá será hostil a Efraín. Caerán contra el flanco de los filisteos a Occidente, juntos despojarán a los hijos del Oriente: Edón y Moab son su propiedad, los amonitas son sometidos. El Señor secará la lengua del mar de Egipto, agitará su mano contra el Nilo, con su soplo ardiente lo dividirá en siete brazos, lo cruzarán en sandalias, y habrá una calzada para el resto de su pueblo que quede en Asiria, como la calzada de Israel cuando subió de Egipto. Ese día dirás: «Te doy gracias, Señor, porque estabas airado contra mí, pero ha cesado tu ira y me has consolado. Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación».
En Vísperas
Gén 7,11-8,3: En el año seiscientos de la vida de Noé, el día diecisiete del segundo mes, reventaron las fuentes del gran abismo y se abrieron las compuertas del cielo, y estuvo lloviendo sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. Aquel mismo día entró Noé en el arca con sus hijos, Sem, Cam y Jafet, su mujer y sus tres nueras; y con ellos toda clase de fieras, de ganados, de reptiles, que se arrastran por la tierra, y de aves (pájaros y seres alados), según sus especies. Entraron con Noé en el arca parejas de todas las criaturas con aliento vital; de todas las criaturas entraron macho y hembra, como se lo había mandado Dios. Y tras él cerró el Señor la puerta. El diluvio duró cuarenta días sobre la tierra; el agua creció y levantó el arca, que se alzó por encima de la tierra. El agua se hinchaba y crecía mucho sobre la tierra y el arca flotaba sobre la superficie del agua. El agua se hinchaba más y más sobre la tierra, hasta cubrir las montañas más altas bajo el cielo; unos siete metros por encima subió el agua, cubriendo las montañas. Perecieron todas las criaturas que se movían en la tierra: aves, ganados, fieras y cuanto bullía sobre la tierra; y todos los hombres. Todo lo que exhalaba aliento de vida, todo cuanto existía en la tierra firme, murió. Así fueron exterminados todos los seres de la superficie del suelo, desde los hombres hasta los ganados, los reptiles y las aves del cielo; todos fueron exterminados de la tierra. Solo quedó Noé y los que estaban con él en el arca. Las aguas llenaron la tierra durante ciento cincuenta días. Entonces Dios se acordó de Noé, de todas las fieras y de todo el ganado que estaban con él en el arca; Dios hizo soplar el viento sobre la tierra y el agua comenzó a bajar. Se cerraron los manantiales del abismo y las compuertas del cielo, y cesó la lluvia del cielo. El agua se fue retirando poco a poco de la tierra y decreció.
Prov 10,1-23: Hijo sensato, alegría de su padre; hijo necio, tristeza de su madre. Tesoros injustos de nada sirven, mas la justicia libra de la muerte. El Señor no deja que el justo pase hambre, pero rechaza la codicia del malvado. Manos perezosas generan pobreza; brazos diligentes, riqueza. Hombre prudente recoge en verano, quien duerme durante la cosecha se abochorna. La cabeza del honrado atrae bendiciones, la boca del malvado encubre violencia. El recuerdo del justo es bendito, el nombre del malvado se extingue. El hombre juicioso acepta el mandato, el que habla necedades se pierde. Hombre sincero camina seguro, hombre retorcido queda al descubierto. Guiñar el ojo acarrea pesares, reprender con franqueza es buen remedio. Manantial de vida es la boca del justo, pero la boca del malvado encubre violencia. El odio provoca reyertas, el amor disimula las ofensas. En labios prudentes hay sabiduría, la espalda del necio se mide con la vara. El sabio atesora saber, la boca del necio es ruina inminente. La fortuna del rico es su baluarte, la miseria es la ruina del pobre. El salario del honrado es la vida; la ganancia del malvado, el fracaso. Quien se deja instruir se encamina a la vida, quien rechaza la reprensión se extravía. Labios embusteros encubren el odio, quien difunde calumnias es un insensato. Quien mucho habla no escapa al pecado, quien refrena los labios se llama sensato. Plata de ley la boca del honrado, mente perversa no sirve de nada. Labios honrados apacientan a muchos, la falta de juicio mata a los necios. La bendición del Señor enriquece, junto a ella el esfuerzo no es nada.
Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española