Lunes de la IV Semana de Cuaresma. Lecturas


En la Hora Sexta


Is 14,24-32: Lo ha jurado el Señor del universo: como lo había proyectado ha ocurrido, y lo que había decidido se cumplirá: quebrantar a Asiria en mi propia tierra, pisotearla en mis montañas. Se apartará de ellos su yugo y su carga de sus hombros. Este es el proyecto decidido sobre todo el país, esta es la mano extendida sobre todas las naciones. El Señor del universo lo ha decidido. ¿Quién podría frustrarlo? Su mano está extendida. ¿Quién podría apartarla? El año de la muerte del rey Ajaz se proclamó este oráculo: No te alegres, nación filistea, porque se ha quebrado la vara que te golpeaba. Porque de la raíz de la serpiente saldrá una víbora, y su fruto será un áspid volador. Los más pobres serán alimentados, y los indigentes reposarán seguros. Pero haré morir de hambre la raíz y lo que de ti quede será eliminado. Gima el pórtico, grite la ciudad, tiemble toda Filistea, porque se eleva desde el norte una columna de humo. De su compacta formación nadie se aparta. ¿Qué responder a los mensajeros de esa nación? Que el Señor ha fundado Sión y en ella se refugian los desvalidos de su pueblo.


En Vísperas


Gén 8,21-9,7: El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo: «No volveré a maldecir el suelo a causa del hombre, porque la tendencia del corazón humano es mala desde la juventud. No volveré a destruir a los vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche». Dios bendijo a Noé y a sus hijos diciéndoles: «Sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra. Todos los animales de la tierra y todas las aves del cielo os temerán y os respetarán; todos los reptiles del suelo y todos los peces del mar están a vuestra disposición. Todo lo que vive y se mueve os servirá de alimento: os lo entrego todo, lo mismo que los vegetales. Pero no comáis carne con sangre, que es su vida. Pediré cuentas de vuestra sangre, que es vuestra vida; se las pediré a cualquier animal. Y al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano. Quien derrame la sangre de un hombre, por otro hombre será su sangre derramada; porque a imagen de Dios hizo él al hombre. Vosotros sed fecundos y multiplicaos, moveos por la tierra y dominadla».


Prov 11,19-12,6: Quien obra rectamente va derecho a la vida, quien va tras la maldad camina hacia la muerte. El Señor detesta el corazón perverso, se muestra complacido en la conducta limpia. El malvado no escapará al castigo, el linaje del honrado se salvará. Como anillo de oro en jeta de puerco es mujer hermosa falta de seso. El deseo del honrado se cumple, la esperanza del malvado se malogra. Hay quien es generoso y se enriquece, quien ahorra injustamente y empobrece. El hombre generoso prosperará, quien alivia la sed será saciado. El pueblo maldice al que acapara trigo; a quien lo vende, lo cubre de bendiciones. Quien se afana en el bien será favorecido; al que busca el mal, el mal lo encontrará. Quien confía en sus riquezas se marchita, como follaje reverdecen los honrados. Quien descuida su casa hereda viento, el necio acaba esclavo del sabio. El fruto de la honradez es árbol de vida, quien es sensato cautiva a la gente. Si el honrado recibe su paga en la tierra, ¡cuánto más el hombre malvado y pecador! Quien ama la reprensión ama el saber, quien odia la corrección se embrutece. El honrado alcanza el favor del Señor, el hombre intrigante será condenado. Quien se apoya en la maldad se tambalea, la raíz del honrado se afianza segura. Mujer de valía es corona del marido; mujer indigna, carcoma de sus huesos. Los planes del honrado son rectos; las ideas del malvado, traidoras. Las palabras del malvado son trampa mortal, lo que dice el honrado salva a la gente.



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española