Martes de la II Semana de Cuaresma. Lecturas


En la Hora Sexta


Is 5,7-16: Así dice el Señor: «La viña del Señor del universo es la casa de Israel y los hombres de Judá su plantel preferido. Esperaba de ellos derecho, y ahí tenéis: sangre derramada; esperaba justicia, y ahí tenéis: lamentos». ¡Ay de los que añaden casa a casa, y juntan campos con campos hasta no dejar sitio y poder habitar solo ellos el país! Lo ha jurado a mis oídos el Señor del universo: «Sus muchas casas, amplias y hermosas, serán arrasadas, quedarán deshabitadas. Diez yugadas de viña darán un cántaro de vino, diez medidas de simiente producirán una sola». ¡Ay de los que madrugan, en busca de licores, y alargan el crepúsculo, encendidos por el vino, con cítaras y arpas, panderetas y flautas, y vino en sus festines, pero no consideran la acción del Señor, ni tienen en cuenta la obra de sus manos! Por eso mi pueblo es deportado, porque no comprende, los notables mueren de hambre, la muchedumbre se abrasa de sed. Por eso ensancha sus fauces el abismo, dilata su boca sin medida, allá bajan notables y plebeyos, su bullicio y sus festejos. Será doblegado el mortal, humillado el hombre, abajada su mirada altiva. Mostrará el Señor del universo grandeza en sus sentencias, y el Dios santo será santificado.


En Vísperas


Gén 4,8-15: Caín dijo a su hermano Abel: «Vamos al campo». Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. El Señor dijo a Caín: «¿Dónde está Abel, tu hermano?». Respondió Caín: «No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?». El Señor le replicó: «¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde el suelo. Por eso te maldice ese suelo que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano. Cuando cultives el suelo, no volverá a darte sus productos. Andarás errante y perdido por la tierra». Caín contestó al Señor: «Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Puesto que me expulsas hoy de este suelo, tendré que ocultarme de ti, andar errante y perdido por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará». El Señor le dijo: «El que mate a Caín lo pagará siete veces». Y el Señor puso una señal a Caín para que, si alguien lo encontraba, no lo matase.


Prov 5,1-15: Hijo mío, atiende a mi sabiduría, presta atención a mi experiencia, de ese modo serás reflexivo y tus labios sabrán lo que dicen. La seductora tiene miel en los labios, sus palabras son más suaves que el aceite, pero al final son amargas como ajenjo, letales como espada de dos filos. Corren sus pies hacia la muerte, sus pasos se encaminan al Abismo; le da igual el camino de la vida, no le importa que su senda se extravíe. Así pues, hijo mío, escúchame, no rechaces los consejos que te doy: aleja de ella tu camino, no te acerques a la puerta de su casa, pues cederías a otros tu honor, tu dignidad a gente implacable. Así no gozarán extraños de tus bienes, ni tu renta acabará yendo a casa ajena. Al final acabarías lamentándolo, con tu cuerpo y tu carne agotados. Pensarás: «¿Por qué rechacé la disciplina, por qué mi corazón despreció la corrección? ¿Por qué no escuché a mis maestros y no hice caso a mis preceptores? Me he encontrado al borde de la ruina en medio de la asamblea convocada». Bebe agua de tu propia cisterna, la que mana dentro de tu pozo.



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española