En la Hora Sexta
Is 9,8-10,4: Lo entenderá el pueblo entero, Efraín y los habitantes de Samaría, que andan diciendo con soberbia y presunción: «Si se han caído los ladrillos, construiremos con sillares; si han cortado los sicómoros, los sustituiremos por cedros». El Señor levantará a sus enemigos contra él, e incitará a sus adversarios: al Oriente Siria, los filisteos a Occidente: devorarán a Israel de un bocado. Y con todo, su ira no se aplaca y su mano sigue extendida. Porque el pueblo no se ha vuelto a quien lo castigaba, ni ha buscado al Señor del universo, el Señor cortará de Israel cabeza y cola, palmera y junco en un solo día. El anciano y el noble son la cabeza, y el profeta, maestro de mentiras, es la cola. Los que guían a este pueblo lo extravían, y los guiados perecen. Por eso, el Señor no se apiada de los jóvenes, no tiene compasión de huérfanos y viudas; porque todos son impíos y perversos, y toda boca profiere necedades. Y con todo, su ira no se aplaca y su mano sigue extendida. Se propaga la maldad como un incendio que consume zarzas y cardos: arde en la espesura del bosque y se enrosca en columnas de humo. Por la ira del Señor del universo arde el país, y el pueblo es pasto del fuego: ninguno se apiada de su hermano; destroza a la derecha, y sigue hambriento, devora a la izquierda, y no se sacia. Cada uno devora la carne de su prójimo: Manasés a Efraín, Efraín a Manasés, juntos, los dos contra Judá. Y con todo, su ira no se aplaca y su mano sigue extendida. ¡Ay de los que establecen decretos inicuos, y publican prescripciones vejatorias, para oprimir a los pobres en el juicio y privar de su derecho a los humildes de mi pueblo, haciendo de la viuda su botín y despojando a los huérfanos! ¿Qué haréis cuando tengáis que rendir cuentas, cuando la devastación llegue de lejos? ¿A quién acudiréis buscando auxilio, y dónde dejaréis vuestra fortuna? No les quedará más que encorvarse con los prisioneros y caer entre los muertos. Y con todo, su ira no se aplaca y su mano sigue extendida.
En Vísperas
Gén 7,1-5: El Señor dijo a Noé: «Entra en el arca con toda tu familia, pues tú eres el único justo que he encontrado en tu generación. De cada animal puro toma siete parejas, macho y hembra; de los no puros, una pareja, macho y hembra; y lo mismo de los pájaros, siete parejas, macho y hembra, para que conserven la especie en la tierra. Dentro de siete días haré llover sobre la tierra durante cuarenta días con sus noches, y borraré de la superficie del suelo a todos los vivientes que he hecho». Noé hizo todo lo que le mandó el Señor.
Prov 8,32-9,11: Por tanto, hijos míos, escuchadme: dichosos los que siguen mis caminos; escuchad la instrucción, no rechacéis la sabiduría. Dichoso el hombre que me escucha, velando día a día en mi portal, guardando las jambas de mi puerta. Quien me encuentra, encuentra la vida y alcanza el favor del Señor. Quien me pierde se arruina a sí mismo; los que me odian aman la muerte». La sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columnas; ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y ha preparado la mesa. Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la ciudad: «Vengan aquí los inexpertos»; y a los faltos de juicio les dice: «Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la inteligencia». Quien corrige al insolente recibe insultos; quien reprende al malvado, desprecios. No corrijas al insolente, que te odiará; reprende al sensato y te querrá; instruye al sabio, y será más sabio; enseña al honrado, y aprenderá. El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor, conocer al Santo implica inteligencia. Por mí prolongarás tus días, se añadirán años a tu vida.
Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española