Miércoles de la II Semana de Cuaresma. Lecturas


En la Hora Sexta


Is 5,16-25: Mostrará el Señor del universo grandeza en sus sentencias, y el Dios santo será santificado. Corderos pastarán como en sus pastizales y engordarán entre las ruinas los cabritos. ¡Ay de los que arrastran su culpa con lazos de engaño, su pecado como con cuerdas de carro, de los que dicen: «Que se dé prisa, que apresure su obra para que la veamos, que se aproxime y se cumpla el plan del Santo de Israel para que lo sepamos!». ¡Ay de los que llaman bien al mal y mal al bien, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! ¡Ay de quienes son sabios a sus propios ojos y se creen inteligentes! ¡Ay de los fuertes para beber vino, de los valientes para mezclar licores, de los que por soborno absuelven al culpable y niegan justicia al inocente! Como la lengua de fuego devora la paja, y el heno se consume en la llama así se pudrirá su raíz y sus brotes volarán como polvo, porque rechazaron la ley del Señor del universo y despreciaron la palabra del Santo de Israel. Por eso se encendió la ira del Señor contra su pueblo, extendió su mano contra él y lo golpeó, se conmovieron las montañas, y quedaron los cadáveres como carroña en medio de las calles. Y con todo, su ira no se aplaca y su mano sigue extendida.


En Vísperas


Gén 4,16-26: Caín salió de la presencia del Señor y habitó en Nod, al este de Edén. Caín conoció a su mujer; ella concibió y dio a luz a Henoc. Caín estaba edificando una ciudad y le puso el nombre de su hijo Henoc. A Henoc le nació Irad, e Irad engendró a Mejuyael; Mejuyael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec. Lamec tomó dos mujeres: una se llamaba Ada y la otra Sila. Ada dio a luz a Yabel, que fue el padre de los que habitan en tiendas con ganados. Su hermano se llamaba Yubal, que fue el padre de los que tocan la cítara y la flauta. Sila, a su vez, dio a luz a Tubalcaín, forjador de herramientas de cobre y hierro; la hermana de Tubalcaín era Naama. Lamec dijo a sus mujeres: «Ada y Sila, escuchad mi voz; mujeres de Lamec, prestad oído a mi palabra. A un hombre he matado por herirme, y a un joven por golpearme. Caín será vengado siete veces, y Lamec setenta y siete». Adán conoció otra vez a su mujer, que dio a luz un hijo y lo llamó Set, pues dijo: «Dios me ha dado otro descendiente en lugar de Abel, asesinado por Caín». A Set le nació también un hijo, que se llamó Enós. Por entonces se comenzó a invocar el nombre del Señor.


Prov 5,15-23;6,1-3: Bebe agua de tu propia cisterna, la que mana dentro de tu pozo. ¿Se derramarán tus fuentes por la calle, se perderán tus arroyos por las plazas? Guárdalos solo para ti, no los compartas con extraños. Sea bendita tu fuente, goza de la esposa de tu juventud: cierva encantadora, graciosa gacela, que siempre te embriaguen sus caricias, que de continuo te deleite su amor. No busques, hijo, deleite en la seductora, no cedas al abrazo de una desconocida; que el Señor vigila la conducta del hombre, observa atento todos sus pasos. Su propia maldad atrapa al malvado, queda preso en los lazos de su pecado; morirá por no dejarse corregir, tanta insensatez lo perderá. Hijo mío, si sales fiador de tu vecino, si das la mano en favor de un extraño; si te has enredado con tus palabras, dejándote atrapar por ellas, haz esto, hijo mío, para librarte.



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española