En la Hora Sexta
Is 10,12-20: Cuando el Señor haya concluido su tarea en la montaña de Sión y en Jerusalén, pedirá cuentas de la soberbia de corazón del rey de Asiria y de la arrogancia de su mirada altanera. Porque se decía: «Con la fuerza de mi mano lo he hecho, con mi saber, porque soy inteligente. He borrado las fronteras de las naciones, he saqueado sus tesoros y, como un héroe, he destronado a sus señores. Mi mano ha alcanzado a las riquezas de los pueblos, como si fueran un nido; como quien recoge huevos abandonados, recogí toda su tierra. Ninguno batió el ala, ninguno abrió el pico para piar». ¿Se enorgullece el hacha contra quien corta con ella? ¿Se gloría la sierra contra quien la mueve? ¡Como si el bastón moviera a quien lo sostiene, o la vara sostuviera a quien no es de madera! Por eso, el Señor, Dios del universo, debilitará a los hombres vigorosos y bajo su esplendor encenderá un fuego abrasador. La luz de Israel se convertirá en fuego, el Dios santo en llamas, arderá y devorará en un día sus espinos y zarzas. Consumirá el esplendor de su bosque y de su huerto, de la médula a la corteza. Será como un enfermo que se extingue. Árboles contados quedarán de su bosque, un niño podría contarlos. Aquel día, el resto de Israel y los supervivientes de la casa de Jacob no volverán a apoyarse en su agresor, sino que se apoyarán con lealtad en el Señor, en el Santo de Israel.
En Vísperas
Gén 7,6-9: Tenía Noé seiscientos años cuando vino el diluvio a la tierra. Noé entró en el arca con sus hijos, su mujer y sus nueras, para librarse de las aguas del diluvio. De los animales puros e impuros, de las aves y de todos los reptiles de la tierra, entraron con Noé en el arca de dos en dos, macho y hembra, como Dios había mandado a Noé.
Prov 9,12-18: Si eres sensato, lo serás en tu provecho; si te burlas, solo tú lo pagarás. La mujer necia es bullanguera, la ingenua no tiene vergüenza; se sienta a la puerta de su casa, en un asiento que domina la ciudad, para gritar a la gente que pasa, a los que van derechos por el camino: «Vengan aquí los inexpertos; quiero hablar a los faltos de juicio. El agua robada es más dulce; el pan a escondidas, más sabroso». Y no saben que en su casa están las sombras, que sus invitados bajan a lo hondo del Abismo.
Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española