Miércoles de la V Semana de Cuaresma. Lecturas


En la Hora Sexta


Is 41,4-14: Así dice el Señor: «Yo soy el Señor desde el principio, y siempre el mismo, hasta con los últimos». Las islas lo han visto y temen, se estremecen los confines de la tierra, se acercan y se presentan las islas y naciones. Se ayudan uno a otro; uno dice a su compañero: «¡Ánimo!». Anima el artesano al orfebre, el que forja con el martillo, al que golpea el yunque, diciendo: «¡Buena soldadura!»; y lo sujetan con clavos para que no se mueva. Y tú, Israel, siervo mío; Jacob, mi escogido; estirpe de Abrahán, mi amigo, a quien escogí de los extremos de la tierra, a quien llamé desde sus confines, diciendo: «Tú eres mi siervo, te he elegido y no te he rechazado», no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortalezco, te auxilio, te sostengo con mi diestra victoriosa. Se avergonzarán humillados los que se enfurecían contra ti; serán aniquilados y perecerán los que pleiteaban contra ti. Buscarás a tus adversarios, y no podrás encontrarlos: serán aniquilados, como nada, los que te combaten. Porque yo, el Señor, tu Dios, te tomo por tu diestra y te digo: «No temas, yo mismo te auxilio». No temas, gusanillo de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio —oráculo del Señor—, tu libertador es el Santo de Israel».


En Vísperas


Gén 17,1-9: Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: «Yo soy Dios todopoderoso, camina en mi presencia y sé perfecto. Yo concertaré una alianza contigo: te haré crecer sin medida». Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así: «Por mi parte, esta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos. Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré fecundo sobremanera: sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti. Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios». El Señor añadió a Abrahán: «Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes en sucesivas generaciones».


Prov 15,20-16,9: Hijo sabio alegra a su padre, hijo necio deshonra a su madre. La necedad divierte al ignorante, el sensato camina con rectitud. Si faltan consultas, fracasan los planes, y si hay consejeros, se llevan a efecto. Respuestas adecuadas alegran al hombre, resulta agradable la palabra oportuna. El sensato camina hacia la vida y se libra de bajar al Abismo. El Señor derriba la casa del soberbio y mantiene firmes los linderos de la viuda. El Señor detesta los planes perversos; le agradan, en cambio, las palabras sinceras. Quien mucho codicia destruye su casa, quien odia el soborno vivirá. La mente del honrado medita la respuesta, la boca del malvado vomita maldades. El Señor está lejos de los malvados y escucha la oración de los honrados. Mirada benévola alegra el corazón, buena noticia fortalece el cuerpo. Oído que escucha corrección adecuada tiene entre los sabios su morada. Quien rechaza la corrección se desprecia, quien escucha la reprensión se hace sensato. Temer al Señor educa en la sabiduría, delante de la gloria va la humildad. El hombre tiene proyectos, el Señor proporciona la respuesta. El hombre se cree irreprochable, pero el Señor examina sus intenciones. Encomienda al Señor tus tareas, y tendrán éxito tus planes. El Señor da a cada cosa su destino, al malvado el día funesto. El Señor detesta al arrogante, tarde o temprano lo pagará. Amor y fidelidad reparan la culpa, temer al Señor aparta del mal. Si el Señor aprueba la conducta de alguien, lo reconcilia incluso con sus enemigos. Más vale poco con justicia que muchas ganancias injustas. El hombre proyecta su camino, el Señor dirige sus pasos.



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española