En la Hora Sexta
Is 7,1-14: Cuando reinaba en Judá Ajaz, hijo de Jotán, hijo de Ozías, subieron a atacar Jerusalén Rasín, rey de Siria, y Pécaj, hijo de Romelías, rey de Israel, pero no lograron conquistarla. Se lo comunicaron a la casa de David: «Los arameos han acampado en Efraín», y se agitó su corazón y el corazón del pueblo como se agitan los árboles del bosque con el viento. Entonces el Señor dijo a Isaías: «Ve al encuentro de Ajaz, con tu hijo Sear Yasub, hacia el extremo del canal de la alberca de arriba, junto a la calzada del campo del batanero y dile: “Conserva la calma, no temas y que tu corazón no desfallezca ante esos dos restos de tizones humeantes: la ira ardiente de Rasín y Siria, y del hijo de Romelías. Porque, aunque Siria y Efraín y el hijo de Romelías tramen tu ruina, diciendo: ‘Marchemos contra Judá, aterroricémosla, entremos en ella y pongamos como rey al hijo de Tabeel’, así ha dicho el Señor: ‘Ni ocurrirá ni se cumplirá: Damasco es capital de Siria, y a la cabeza de Damasco está Rasín. (Dentro de sesenta y cinco años, Efraín, destruido, dejará de ser un pueblo). Samaría es capital de Efraín, y a la cabeza de Samaría está el hijo de Romelías. Si no creéis no subsistiréis’”». El Señor volvió a hablar a Ajaz y le dijo: «Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo». Respondió Ajaz: «No lo pido, no quiero tentar al Señor». Entonces dijo Isaías: «Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo».
En Vísperas
Gén 5,32;6,1-8: Noé tenía quinientos años cuando engendró a Sem, Cam y Jafet. Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la superficie del suelo y engendraron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran bellas y se escogieron mujeres entre ellas. Dijo entonces el Señor: «Mi espíritu no durará por siempre en el hombre, porque es carne; solo vivirá ciento veinte años». Por aquel tiempo había gigantes en la tierra; e incluso después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y engendraron hijos. Estos fueron los héroes de antaño, los hombres de renombre. Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra y que todos los pensamientos de su corazón tienden siempre y únicamente al mal, el Señor se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra y le pesó de corazón. Dijo, pues, el Señor: «Voy a borrar de la superficie de la tierra al hombre que he hecho, junto con los cuadrúpedos, reptiles y aves del cielo, pues me pesa haberlos hecho». Pero Noé obtuvo el favor del Señor.
Prov 6,20-35;7,1-2: Atiende, hijo, la instrucción de tu padre, no rechaces la enseñanza de tu madre. Llévalas siempre en tu corazón, cuélgalas en torno a tu cuello: cuando camines serán tu guía, velarán junto a ti cuando duermas, hablarán contigo cuando despiertes. Lámpara es la instrucción y luz la enseñanza, camino de vida la reprensión que corrige. Te protegerán de la mala mujer, de la lengua seductora de la extraña. Que tu corazón no ansíe su hermosura, no dejes que te atrapen sus miradas; con la prostituta basta un trozo de pan, mas la mujer casada pretende apoderarse de la vida del varón. ¿Puede alguien meter fuego en su seno sin que así se le queme la ropa? ¿Puede alguien andar sobre brasas sin que así se le quemen los pies? Pues lo mismo el que se acerque a la mujer del prójimo: no quedará indemne quien la toque. ¿No es despreciado un ladrón cuando roba, aunque sea para saciar el hambre? Si le pillan, pagará siete veces, tendrá que dar todo su patrimonio. Quien comete adulterio carece de juicio, arruina su vida quien actúa de ese modo; cosechará golpes e insultos, nunca se borrará su infamia. Los celos enfurecerán al marido, no perdonará el día de la venganza; no se avendrá a compensaciones, ni las querrá por generosas que sean. Hijo mío, conserva mis palabras, guarda como tesoro mis mandatos; conserva mis mandatos y vivirás, mi enseñanza como la niña de tus ojos.
Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española