26/04 - Basilio (Basileo) el Santo Mártir, Obispo de Amasea


En la versión jeronimiana de la Crónica de Eusebio, bajo la 275ª Olimpiada (es decir, entre el 321 y el 324), se inscribe que Basilio (o Basileo), obispo de Amasea en el Ponto, sufrió martirio bajo el reinado de Licinio. De hecho, entre las firmas de los que asistieron a los concilios de Ancira y de Neocesarea en 314 se encuentra un Basileo de Amasea, y el propio Eusebio, en su Historia Eclesiástica (X,8), relata que en tiempo de Licinio los cristianos eran tratados con gran crueldad, especialmente en Amasea y otras ciudades del Ponto, y que en particular el gobernador infligió a varios obispos las penas ordinarias de los malhechores. San Atanasio menciona al gran Basilio del Ponto entre los obispos que en los primeros años de la cuarta centuria mantuvieron con firmeza la consustancialidad del Hijo con el Padre; esa referencia es evidente que apunta al obispo mártir de Amasea. El obispo Basilio animaba y consolaba a los cristianos que sufrían la persecución de los paganos.


Licinio ardía de pasión por una sirvienta de su esposa Constancia, cuyo nombre era Glafira. Ella informó de esto a la emperatriz y buscó su ayuda en el asunto. Habiéndola vestido con ropa de hombre y provista de dinero, la emperatriz Constancia la envió lejos de Nicomedia en compañía de un sirviente devoto hacia el Oriente. Le dijeron al emperador que la sirvienta se había vuelto loca y estaba al borde de la muerte. Glafira, en el camino a Armenia, permaneció en la ciudad de Amasea, donde el obispo local, San Basilio, la acogió.


En este momento el Santo estaba construyendo una iglesia en la ciudad. Glafira, para su construcción, entregó todo el dinero que había recibido de Constancia, y en una carta a la emperatriz le rogó que enviara fondos adicionales para completar la iglesia. La emperatriz cumplió con su pedido. Pero la carta de Glafira cayó en manos del emperador. El enfurecido Licinio exigió al gobernador de Amasea que le enviara al obispo Basilio y a la criada. Sin embargo, Glafira murió antes de que el edicto llegara a Amasea, por lo que enviaron a Basilio solo al emperador. Dos diáconos, Partenio y Teotimo, lo siguieron y se alojaron cerca de la prisión donde encerraron al Santo.


El piadoso cristiano Elpidoforo sobornaba al carcelero y todas las noches, junto con Partenio y Teotimo, visitaba al santo. La víspera del día de la prueba del santo, este cantaba salmos y decía: "Si estoy en lo más profundo del mar, allí me guiará tu mano y me sujetará tu diestra" (Sal. 138,9-10), y por tres veces rompió a llorar. Los diáconos temían que el santo estuviera angustiado por los tormentos venideros, pero él los calmó.

 

En el juicio, San Basilio rechazó resueltamente la sugerencia del emperador de convertirse en sumo sacerdote pagano y, por lo tanto, fue condenado a muerte. Elpidoforo sobornó a los soldados con dinero y permitieron que el Santo orara y hablara con sus amigos antes de la ejecución. Después de esto, el Santo le dijo al verdugo: "Amigo, haz lo que se te ordena", y tranquilamente se inclinó bajo el golpe de la espada.


Cuando el mártir fue decapitado, Elpidoforo intentó rescatar sus restos de los soldados. Pero los soldados le tenían miedo al emperador y se llevaron el cuerpo y la cabeza en una barca al mar, arrojando la cabeza al mar desde un lado de la barca mientras el cuerpo era arrojado por el otro lado. Después de esto, tres veces en un sueño, un ángel de Dios se apareció ante Elpidoforo con las palabras: "El obispo Basilio está en Sinope y te espera". Atendiendo a este llamado, Elpidoforo y los diáconos navegaron hacia Sinope, y allí contrataron pescadores para que bajaran sus redes. Cuando bajaron la red a sugerencia de los diáconos Teotimo y Partenio, no encontraron nada. Entonces Elpidoforo declaró que les pediría que bajaran la red en el nombre del Dios que adoraba. Esta vez la red sacó el cuerpo entero de San Basilio, porque he aquí, la cabeza se había vuelto a conectar con el cuerpo de una manera milagrosa, con solo el corte en el cuello que indicaba el golpe de la espada.


La reliquia de San Basilio fue honrada al ser ungida con mirra y hierbas aromáticas y el canto de himnos, y luego entregada a Amasea y enterrada en la iglesia construida por él mismo. El emperador Constantino levantó un ejército contra Licinio, lo derrotó, lo capturó y lo desterró al exilio a la Galia, donde acabó con su vida.


El martirio de San Basilio tuvo lugar el 26 de abril, y su reliquia fue encontrada el 30 de abril, por lo que es conmemorado en ambos días por estos hechos. Hoy su honorable cráneo está en el monasterio de Doquiario en el monte Ato, y una de sus manos está en el monasterio de los Iberos en el monte Ato.



Fuente: eltestigofiel.org / laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

Adaptación propia