El canon del Domingo de Ramos
En el cielo sentado en un trono, en la tierra en un pollino
El canon del oficio del matutino del Domingo de Ramos en la tradición bizantina es atribuido a Cosme, himnógrafo bizantino de la segunda mitad del siglo VII, monje de San Sabas y obispo de Maiouma. El texto retoma el tema de la resurrección de Lázaro: "El Hades todo tembloroso, a tu mandato dejó andar a Lázaro, muerto de cuatro días, porque Tú, oh Cristo, eres la resurrección y la vida: en tí ha sido consolidada la Iglesia que aclama: Hosanna, bendito eres tú que vienes". La Iglesia que con los niños alaba a Cristo es la misma que sobre él, piedra angular, es fundada: "Bebe el pueblo de Israel en la dura roca desquebrajada de la cual a tu mandato brotó el agua: pero la roca eres Tú, oh Cristo, y sobre esta piedra ha sido consolidada la Iglesia".
Algunos troparios del canon subrayan que quien entra humilde sobre un pollino es también el Creador del cielo y de la tierra: "En el cielo sentado en un trono, en la tierra sobre un pollino, oh Cristo Dio, tú has acogido la alabanza de los ángeles y la aclamación de los niños: Bendito eres tú que vienes a llamar de nuevo a Adán del exilio. Viéndote sobre un asno, te contemplaban como sentado sobre los querubines, y por esto así te gritaban: Hosanna en lo alto de los cielos".
El poema pone en paralelo las aclamaciones de los niños en este domingo con su llanto cuando fueron degollados por Herodes: "Porque has encadenado el Hades, oh inmortal, matado la muerte y resucitado el mundo, con palmas te exaltaban los niños, oh Cristo, como vencedor. Los niños no serán más sacrificados por el niño de María ya que por todos, niños y ancianos, tú serás crucificado. La espada no se volverá más contra nosostros, porque tu costado será atravesado por la lanza. Por esto decimos exultantes: Bendito eres tú que vienes a re-llamar a Adán del exilio".
Mons. Manuel Nin
Traducción del original italiano: P. Salvador Aguilera López
Flp 4,4-9: Hermanos, alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Jn 12,1-18: Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?». Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando. Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis». Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús. Al día siguiente, la gran multitud de gente que había venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramos de palmeras y salieron a su encuentro gritando: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel». Encontrando Jesús un pollino montó sobre él, como está escrito: «No temas, hija de Sión; he aquí que viene tu Rey, sentado sobre un pollino de asna». Estas cosas no las comprendieron sus discípulos al principio, pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que esto estaba escrito acerca de él y que así lo habían hecho para con él. Entre la gente que daba testimonio se encontraban los que habían estado con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos. Por esto, también le salió al encuentro la muchedumbre porque habían oído que él había hecho este signo.
Tropario del Domingo de Ramos