Hch 12,12-17: En aquellos días, Pedro se dirigió a casa de María, la madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde había muchos reunidos en oración. Habiendo golpeado la puerta de la entrada, se acercó una sirvienta llamada Rode para ver quién era. Reconoció la voz de Pedro, mas, llena de alegría, no abrió el portón, sino que corrió adentro a anunciar que Pedro estaba en la puerta. Ellos le dijeron: «Estás loca». Pero ella insistía afirmando que era así. Entonces ellos dijeron: «Será su ángel». Mientras tanto, Pedro seguía llamando. Abrieron, lo vieron y quedaron fuera de sí. Pero él, haciéndoles señas con la mano para que callaran, les contó cómo el Señor lo sacó de la cárcel. Y añadió: «Informad de esto a Santiago y a los hermanos». Y saliendo, se encaminó a otro lugar.
Jn 8,42-51: Dijo el Señor a los judíos que habían acudido a él: «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió. ¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo porque es mentiroso y padre de la mentira. En cambio, a mí, porque os digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios». Le respondieron los judíos: «¿No decimos bien nosotros que eres samaritano y que tienes un demonio?». Contestó Jesús: «Yo no tengo demonio, sino que honro a mi Padre y vosotros me deshonráis a mí. Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga. En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre».
Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española