El antiguo monasterio serbio de Quilandario posee un icono muy antiguo llamado «La Madre de Dios (Theotokos) de las tres manos (Triquerusa)». Tradicionalmente, este icono está asociado a la milagrosa curación por parte de la Virgen de una herida en la mano de San Juan Damasceno en torno al año 717.
Según cuenta la tradición, este icono se originó en Siria en el siglo VIII durante la lucha en defensa de los iconos, en plena persecución iconoclasta. En aquel tiempo un emperador de Constantinopla, León III el Isaúrico, iconoclasta (hereje que negaba el culto a las sagradas imágenes, “iconos”) dispuso prohibir el culto a las imágenes, metiéndose él en los asuntos de la Iglesia, cosa que no le pertenecía, y demostrando una gran ignorancia en religión, como posteriormente se lo probó en una famosa carta el Papa de Roma Gregorio II. Y fue entonces cuando le salió al combate con sus escritos San Juan Damasceno (el primero de los tres grandes Padres defensores de las imágenes sagradas). Como nuestro santo vivía en territorios que no pertenecían al emperador (Siria era de los Califas), podía escribir libremente sin peligro de ser encarcelado. Y así fue que empezó a propagar pequeños escritos a favor de las imágenes, y estos corrían de mano en mano por todo el imperio.
Dicen autores muy antiguos que el emperador León III, el isáurico, que por rabia contra San Juan Damasceno y por lo bien que escribía en favor de las imágenes, acusó injustamente a Juan Damasceno ante el Califa de Damasco. El emperador León delata a Juan ante el califa como un traidor que ha entregado los planos de la ciudad de Damasco al enemigo. Entonces el Califa manda amputar la mano derecha de San Juan. Lleno de angustia, en la cárcel, Juan pasó toda la noche rezando, y prometió a Dios que seguiría luchando en defensa de los iconos si le devolvía la mano. Al momento sintió la voz de la Virgen que le prometió la curación. A la mañana siguiente la mano estaba de nuevo en su sitio. La Virgen se le apareció en sueños y le tranquilizó: “Tu mano ha curado; cumple con tu promesa”. Al despertar y verse sano, Juan compuso el himno “En ti se alegra toda la creación” y colgó una mano de plata, como exvoto, sobre el icono de la Virgen” (como se ve en el icono).
Después de este milagro decidió abandonar el mundo y hacerse monje. Ingresó en el monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén, a los 30 años aproximadamente. Fue luego ordenado sacerdote por el patriarca Juan de Jerusalén. Allí, en la laura de San Sabas, fue donde escribió sus famosos tres grandes “Discursos en defensa de las sagradas imágenes”; y allí fue donde redactó sus grandes obras teológicas. San Juan supo por los monjes del monasterio, que San Sabas, antes de su bienaventurada muerte (en el siglo VI), dijo proféticamente que un día el monasterio sería visitado por un joven príncipe que también se llamaría Sabas, y que cuando éste venerara sus reliquias, su báculo de abad caería al suelo. San Sabas ordenó otorgar como ofrenda y bendición a este príncipe Sabas su báculo de abad, junto con el ícono de la Madre de Dios “Dadora de Leche – Mlekopitatelnitsa” que se conservaba en el monasterio. Entonces San Juan Damasceno dejó su deseo de que también se le diera al príncipe Sabas su ícono de la Madre de Dios “De las Tres Manos”.
Luego de cinco siglos, en el 1217, llegó al monasterio de San Sabas un monje simple pero a la vez príncipe, el monje Sabas del Monasterio serbio de Quilandario, en el Monte Ato, quien luego sería San Sabas, el Primer Arzobispo de Serbia e iluminador de los Serbios. Apenas se dispuso a venerar las reliquias de San Sabas el Santificado, el báculo de abad de este gran santo cayó al suelo. Entonces los monjes del monasterio recordaron la profecía, y pensaron que él podría ser el visitante desconocido. Cuando se enteraron de que se llamaba Sabas y de que era príncipe, se asombraron gratamente. Sin embargo, para estar bien seguros que se trataba de la persona correcta, los monjes regresaron el báculo a su lugar. Al día siguiente, el monje Sabas se inclinó por segunda vez ante las reliquias de su homónimo y el báculo volvió caer. Así los monjes resolvieron toda duda y con regocijo le entregaron a Sabas el báculo de abad y los iconos de la Madre de Dios “Dadora de Leche – Mlekopitatelnitsa” y “De las Tres Manos – Triquerusa”. Con esta triple bendición, San Sabas regresó desde Palestina hacia el Monte Ato. Hasta el día de hoy, estas tres reliquias se conservan y veneran en el Monasterio Serbio de Quilandario, fundado por San Sabas y su padre San Simeón, siendo la Madre de Dios la Abadesa del Monasterio, con la presencia de su ícono “De las Tres Manos”. Fue ahí donde nació la versión en la que la tercera mano no cuelga del cuello de la Virgen como exvoto, sino que surge “naturalmente” de su manto.
El 28 de julio de 1663, Nicón, patriarca de Moscú, solicitó al monasterio de Quilandario una copia del icono, y a partir de ahí se difundió por Rusia, como muchos otros iconos del monte Athos durante el siglo XVII.
Fuente: iconos.verboencarnado.net / iglesiaortodoxaserbiasca.org
Adaptación propia