Rom 11,2-12: Hermanos, ¿es que no sabéis lo que dice la Escritura cuando Elías se queja a Dios contra Israel? Señor, han matado a tus profetas, han derribado tus altares; he quedado yo solo y buscan mi vida. Pero ¿qué le responde el oráculo? Me he reservado siete mil hombres que no han doblado la rodilla ante Baal. Así, pues, también en la actualidad ha quedado un resto, elegido por gracia. Y si es por gracia, no lo es en virtud de las obras; de otro modo, no es ya gracia. Entonces, ¿qué? Que Israel no consiguió lo que buscaba, mientras que sí lo consiguieron los elegidos. Los demás se endurecieron, según está escrito: Dios les dio un espíritu de embotamiento, ojos para no ver y oídos para no oír hasta el día de hoy. Y David dice: Que su mesa se convierta en trampa y en lazo, en ocasión de tropiezo y en retribución para ellos; que sus ojos se oscurezcan hasta no ver y que su espalda se vaya encorvando continuamente. Digo, pues: ¿acaso cometieron delito para caer? De ningún modo. Lo que ocurre es que, por su caída, la salvación ha pasado a los gentiles, para darles celos a ellos. Pero si su caída ha significado una riqueza para el mundo y su pérdida, una riqueza para los gentiles, ¡cuánto más significará su plenitud!
Mt 11,20-26: En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Pues os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Pues os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti». En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien».
Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española