Lucía era una cristiana de Campania en Italia que en el año 301 fue capturada por Recio el Vicario. Fue instada a ofrecer sacrificio a los ídolos y a rechazar a Cristo. No solo no logró convencerla, sino que ella logró ganarlo a él para la Fe de Cristo. Por esto, apreció mucho a Lucía y la estableció en un lugar tranquilo donde se dedicaba al ayuno y la oración.
Pronto llegó un momento en que Lucía intentó persuadir a Recio de que abandonara su oficio como vicario para que fuera con ella un testigo, mártir y discípulo de Cristo. Recio fue persuadido y partió con ella, dejando atrás a su esposa, hijos, riqueza y toda gloria mundana y temporal.
Después de ser detenidos por ciertos paganos, ambos invocaron a Cristo y lo confesaron como Dios verdadero ante el gobernador impío. A su vez, este los sentenció a ser decapitados, y de esta manera fueron coronados con una corona de victoria eterna por haber soportado la lucha del martirio.
También en este día, otros santos mártires fueron decapitados con ellos, incluidos los Santos Anatolio, Antonino, Licias, Neas, Serino, Diodoro, Dion, Apolonio, Apamo, Papiano, Cocio, Orono, Papico, Sátiro, Victor y otros nueve; es decir, veinticuatro mártires sufrieron con los Santos Lucía y Recio.
Esta Santa Lucía no debe confundirse con la otra Santa Lucía de Siracusa, conmemorada por la Santa Iglesia el 13 de diciembre.
Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
Adaptación propia