23/07 - El Santo Hieromártir Apolinar, Obispo de Rávena


La comunidad cristiana de Ravenna o Rávena es muy antigua, situándose el pontificado de su primer obispo, San Apolinar, a mediados del siglo II. La presencia de San Severo, su undécimo sucesor en el Concilio de Sardica, celebrado desde el año 343 al 344, nos hace llegar a esa suposición. Esta consideración estaría también confirmada por la llamada "𝐄𝐬𝐭𝐞𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐀𝐧𝐭𝐢𝐟𝐨𝐧𝐞”, que es una antigua inscripción cristiana de finales del siglo II, encontrada en Classe, que como todos sabemos, es un suburbio portuario de Ravenna.


Las fuentes más antiguas que nos han llegado sobre este santo tienen carácter litúrgico. El Martirologio Jeronimiano lo conmemora diciendo: “𝐗 𝐤𝐚𝐥𝐞𝐧𝐝𝐚𝐬 𝐀𝐮𝐠𝐮𝐬𝐭𝐢𝐑𝐚𝐯𝐞𝐧𝐧𝐚𝐞 𝐀𝐩𝐨𝐥𝐥𝐢𝐧𝐚𝐫𝐢𝐬”. Este pequeño párrafo es una anotación de un antiguo calendario recopilado en el norte de Italia, que llegó a integrarse en este Martirologio Jeronimiano en el año 422. Esta sencilla anotación se nos presenta nimia, simple en comparación con las fuentes posteriores procedentes de la misma Ravenna, como por ejemplo, la que dice: “𝐊𝐚𝐥𝐞𝐧𝐝𝐚𝐬 𝐟𝐞𝐛𝐫𝐮𝐚𝐫𝐢𝐢 𝐑𝐚𝐯𝐞𝐧𝐧𝐚𝐞 𝐝𝐞𝐩𝐨𝐬𝐢𝐭𝐢𝐨 𝐬𝐚𝐧𝐜𝐭𝐢 𝐒𝐞𝐯𝐞𝐫𝐢 𝐞𝐩𝐢𝐬𝐜𝐨𝐩𝐢 𝐞𝐭 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐬𝐨𝐫𝐢𝐬”. Esta anotación, siendo simple, contiene mucha más información. 


San Pedro Crisólogo, que fue arzobispo de Ravenna a mediados del siglo V, cuando hace referencia al arca que contenía las reliquias de San Apolinar llega a decir que a la inscripción: “𝐚𝐫𝐜𝐚 𝐛𝐞𝐚𝐭𝐢𝐀𝐩𝐨𝐥𝐥𝐢𝐧𝐚𝐫𝐢𝐬𝐬𝐚𝐜𝐞𝐫𝐝𝐨𝐭𝐢𝐬 𝐞𝐭 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐬𝐨𝐫𝐢𝐬” le falta el añadido de “𝐦𝐚𝐫𝐭𝐲𝐫𝐢𝐬” y esto lo hace porque en los documentos anteriores existentes en la iglesia ravennata existía una cierta falta de precisión, ya que por ejemplo, en el calendario oficial, refiriéndose a San Apolinar, solo se decía: “𝐩𝐫𝐢𝐦𝐮𝐬 𝐬𝐚𝐜𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬 𝐞𝐭𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐨𝐫”. Sin duda alguna, este último calificativo de “𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐨𝐫” es equivalente al de “𝐦𝐚́𝐫𝐭𝐢𝐫”, pero nos confirma que en los primeros tiempos, las anotaciones eran relativamente simples.


Aún así, el propio Pedro Crisólogo no se explaya dando más información en su sermón 128, limitándose a comentar que “𝐒𝐚𝐧 𝐀𝐩𝐨𝐥𝐢𝐧𝐚𝐫 𝐟𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫 𝐨𝐛𝐢𝐬𝐩𝐨 𝐝𝐞 𝐑𝐚𝐯𝐞𝐧𝐧𝐚𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨́ 𝐝𝐮𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐩𝐨𝐫 𝐬𝐮𝐈𝐠𝐥𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐬𝐮𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥𝐥𝐚𝐥𝐚𝐫𝐠𝐨𝐬 𝐲 𝐫𝐞𝐩𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨𝐬 𝐭𝐨𝐫𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐥 𝐝𝐞𝐫𝐫𝐚𝐦𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞”. Continúa diciendo que “𝐦𝐮𝐫𝐢𝐨́ 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐞𝐜𝐮𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐡𝐞𝐫𝐢𝐝𝐚𝐬 𝐫𝐞𝐜𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐦𝐚𝐫𝐭𝐢𝐫𝐢𝐨 𝐲 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐮𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐬𝐞𝐩𝐮𝐥𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐦𝐞𝐝𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐮𝐬 𝐟𝐢𝐞𝐥𝐞𝐬”. Eso y solo eso es lo que dice. Me he permitido poner el texto en castellano y no en latín a fin de evitar que se me recuerde que lo traduzca.


Poco tiempo después de la muerte de San Pedro Crisólogo, apareció un nuevo documento llamado “𝐏𝐚𝐬𝐬𝐢𝐨 𝐬𝐚𝐧𝐜𝐭𝐢 𝐀𝐩𝐨𝐥𝐥𝐢𝐧𝐚𝐫𝐢𝐬”, que nos facilita otras informaciones, tanto de detalle como de carácter general. Se dice que Apolinar era un ciudadano de Antioquia que fue enviado por San Pedro para que evangelizara Ravenna, que predicó el evangelio, realizó numerosos milagros entre ellos la curación y posterior conversión del tribuno de la ciudad, que fue exiliado en Oriente donde continuó con su labor apostólica, pero que retornado a Ravenna, allí sufrió diversos tormentos que lo dejaron malherido teniendo que ser atendido por una viuda durante siete meses y que a consecuencia de las heridas le sobrevino la muerte un 23 de julio, según unos en tiempos de Vespasiano y según otros, en tiempos del emperador Valente. Aunque esta fuente gozó de gran prestigio, fue puesta en entredicho por Zattoni y Lanzoni quienes manifestaban que su antigüedad no era anterior al siglo VII, por lo que esta “passio” estaba contaminada por las polémicas surgidas en el año 666 entre las Iglesias de Roma y la de Ravenna, que buscaba ser considerada como iglesia autocéfala.


Sin embargo, los otros hagiógrafos no se muestran tan beligerantes, anticipando su elaboración al siglo VI, al menos en su primitiva redacción que es conocida como la del “𝐋𝐢𝐛𝐞𝐫 𝐏𝐨𝐧𝐭𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚𝐥𝐢𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐠𝐧𝐞𝐥𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐑𝐚𝐯𝐞𝐧𝐧𝐚”, así como por otros elementos que son dignos de toda credibilidad, como por ejemplo, la plena verosimilitud del ambiente fuertemente militar existente en el barrio de Classe, lo cual se nota en la redacción del texto. De otros textos de la época que mencionan a los “𝐨𝐛𝐢𝐬𝐩𝐨𝐬 𝐯𝐚𝐠𝐚𝐛𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬” que iban de un lugar a otro predicando el evangelio y por las alusiones a que muchos orientales vivían en el barrio portuario de Classe, se puede deducir que no parece descabellado que San Apolinar tuviese ese cierto carácter viajero y que fuera en Classe donde desarrollase su apostolado. O sea, que esta información facilitada por la “passio” no es descabellada, sino que puede considerarse cierta.


El argumento petrino utilizado para justificar la evangelización de San Apolinar, o sea, que San Pedro fue quién lo envió, es inadmisible pues mientras el apóstol vivió en el siglo I, el santo arzobispo vivió en el II. Sin embargo este argumento se “revalorizó” cuando se originó la lucha entre las dos iglesias para conseguir Ravenna la autocefalía, ya que ésta argumentaba esta directa sucesión apostólica. Cierto es que en las fuentes del siglo VI el obispo de Ravenna es denominado “𝐯𝐢𝐫 𝐚𝐩𝐨𝐬𝐭𝐨𝐥𝐢𝐜𝐮𝐬”, pero esa expresión era comúnmente utilizada por todos los obispos, sin tener en cuenta cual había sido el origen de su iglesia.


En tiempos de San Pedro Crisólogo, la tumba de San Apolinar estaba identificada y era venerada; sin embargo, la “passio” dice que el santo fue sepultado “𝐟𝐮𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐦𝐮𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐂𝐥𝐚𝐬𝐬𝐞𝐞𝐧 𝐮𝐧 𝐚𝐫𝐜𝐚 𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐭𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚”. En la zona circundante al barrio de Classe existían cuatro cementerios cristianos: uno junto a la basílica de San Eleucadio y los otros tres, junto a las iglesias de San Probo, San Severo y San Apolinar. En este último cementerio cristiano sería donde se encontrase la tumba del santo, probablemente en un lóculo encontrado en unas excavaciones realizadas en el año 1949, que estaba adosado al muro sur de la basílica, en un punto equidistante de las dos primeras puertas laterales del mencionado muro y a algo más de un metro bajo el nivel del actual pavimento de la iglesia.


Cuando en el año 549, las reliquias fueron transportadas al interior de la iglesia, aquel primer enterramiento quedó señalado con esta inscripción: “𝐈𝐧 𝐡𝐨𝐜 𝐥𝐨𝐜𝐨 𝐬𝐭𝐞𝐭𝐢𝐭 𝐚𝐫𝐜𝐚 𝐛𝐞𝐚𝐭𝐢 𝐀𝐩𝐨𝐥𝐢𝐧𝐚𝐫𝐢𝐬𝐬𝐚𝐜𝐞𝐫𝐝𝐨𝐭𝐢𝐬 𝐞𝐭 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐬𝐨𝐫𝐢𝐬 𝐚 𝐭𝐞𝐦𝐩𝐨𝐫𝐞 𝐭𝐫𝐚𝐧𝐬𝐢𝐭𝐮𝐬 𝐬𝐮𝐢…”. No sabemos si la construcción de esta basílica – que no era precisamente “𝐚𝐝 𝐜𝐨𝐫𝐩𝐮𝐬” -, se hizo con la única intención de erigirla en una zona más alta a fin de salvarla de alguna posible inundación. Vuelvo a recordar que el barrio de Classe era la zona portuaria de Ravenna.


La basílica de San Apolinar in Classe es un monumento de una belleza incomparable, por la armonía de sus líneas y el esplendor de sus mosaicos, fue construida por Julián Argentario, una especie de enchufado del emperador Justiniano a instancias del obispo San Ursicino. Fue consagrada el día 9 de mayo del 549, coincidiendo con el traslado solemne de las reliquias del santo que fueron puestas bajo el primitivo altar mayor. A finales del siglo IX fue reconstruido y renovado el presbiterio de la basílica construyéndose una cripta semicircular con un corredor central donde se puso el cuerpo del santo.


En Ravenna, la ubicación del sepulcro de San Apolinar fue objeto de discusiones muy apasionantes. A mediados del siglo XII se divulgaba un escrito titulado “𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐧𝐬𝐥𝐚𝐭𝐢𝐨𝐧𝐢𝐬 𝐬𝐚𝐧𝐜𝐭𝐢 𝐀𝐩𝐨𝐥𝐥𝐢𝐧𝐚𝐫𝐢𝐬” donde se contaba que para eludir las amenazas de los asaltantes del litoral, el arzobispo Juan VII había transportado las reliquias dentro de la ciudad, a la antigua basílica palatina de Teodorico reconvertida al culto católico a finales del siglo VI con el nombre de San Martín in Ciel d’Oro. A esto contestaron los monjes camaldulenses del monasterio de Classe los cuales objetaban una tradición que venía desde los tiempos de San Romualdo, según la cual el cuerpo se encontraba aun sepultado en la basílica de Classe. Y allí, de hecho, el 23 de octubre del 1173 se procedió al reconocimiento canónico e identificación de los restos. Esto fue autenticado mediante decreto del cardenal legado romano, Ildebrando Grassi y relatado en un “𝐓𝐫𝐚𝐜𝐭𝐚𝐭𝐮𝐬 𝐝𝐞 𝐢𝐧𝐯𝐞𝐧𝐭𝐢𝐨𝐧𝐞 𝐜𝐨𝐫𝐩𝐨𝐫𝐢𝐬 𝐛𝐞𝐚𝐭𝐢𝐬𝐬𝐢𝐦𝐢 𝐀𝐩𝐨𝐥𝐥𝐢𝐧𝐚𝐫𝐢𝐬”. Hoy se sabe que en realidad, solo parte de las reliquias se trasladaron a la basílica de San Martín in Ciel d’Oro y que la mayor parte de las mismas permanecieron en San Apolinar in Classe.


El culto a San Apolinar tuvo una gran difusión durante toda la Edad Media; de hecho, fue considerado como un santo nacional de la dominación bizantina en Occidente. Esta difusión no faltó ni siquiera en los territorios longobardos, que competían por conseguir reliquias hasta el punto de que los milaneses llegaron a presumir de tener el cuerpo completo del santo. Cuando Federico Barbarroja  saqueó Milán en el año 1158 se llevó estas presuntas reliquias a Alemania.


A la difusión de su culto contribuyeron los monasterios benedictinos y camaldulenses, que siempre quedaron relacionados con la Basílica de San Apolinar de Classe. En tiempos de la Contrarreforma, la iglesia romana de San Apolinar en Campo Marzio, anexa al Colegio Germánico, se convirtió en el lugar donde se preparaba a los sacerdotes que debían partir hacia la evangelización de la Alemania luterana y en este sentido, San Apolinar se convirtió en el santo de la reconquista germánica.


Según el “𝐋𝐢𝐛𝐞𝐫 𝐏𝐨𝐧𝐭𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚𝐥𝐢𝐬”, el Papa San Simmaco (498-514) le dedicó en Roma un oratorio en la Rotonda de San Andrés y el Papa Honorio (635-638) una basílica cercana al Vaticano estableciendo que todos los sábados del año se organizase una procesión que fuera desde allí hasta la Basílica de San Pedro. La fiesta del 23 de julio ya aparece en el Martirologio Jeronimiano y fue en esa fecha cuando San Pedro Crisólogo pronunció su célebre discurso en Ravenna, del cual ya hemos hecho mención. Pero la festividad de San Apolinar no aparece en los sacramentarios veronés, Gelasiano y Gregoriano, aunque si en el “Leccionario de Würzburg”, pero con un texto ciertamente polémico en lo referente a las célebres discusiones sobre la autocefalía de la iglesia de Ravenna. 


Iconográficamente, casi siempre se le representa como un obispo griego vestido con el palio y una dalmática o una casulla. La imagen más famosa del santo es la que se erige en el ábside de la Basílica in Classe, puesta allí en el siglo VI por el obispo Urso, en la cual el santo aparece como un anciano, vestido de manera muy simple y en actitud de oración. Lo rodean doce ovejas y encima tiene una gran cruz que simboliza a Cristo. En las paredes de la iglesia de San Apolinar Nuevo en Ravenna, el santo está representado con cabellos y barba blancos, acompañados con veinticuatro mártires que ofrecen sus coronas a Cristo. Tiene muchas iglesias dedicadas en su honor por todo el mundo, tanto en Oriente como en Occidente.


Para realizar este artículo he utilizado la siguiente bibliografía:


Delehaye, H., “La antigua hagiografía de Ravenna”, Analecta bollandista XLVII, 1929; Farabulini, D., “La historia de la vida y el culto de San Apolinar”, Roma, 1974; Lanzoni, F., “Las fuentes de la leyenda de San Apolinar”, Bologna, 1915; Mazzotti, M., “La Basilica de San Apolinar in Classe”, Ciudad del Vaticano, 1954; VV.AA., “Bibliotheca sanctórum, tomo II”, Città Nuova Editrice, Roma, 1990


Antonio Barrero Avilés (Célula de los Santos Isapóstoles Cirilo y Metodio)



Fuente: https://www.facebook.com/profile.php?id=100090028757223