24/07 - Los Santos Megalomártires Román (Boris) y David (Gleb)


Eran dos de los doce hijos de san Vladimiro, gran duque de Kiev, e introductor del cristianismo en Rusia. Vladimiro murió el 15 de julio de 1015, y dejó el reino repartido entre sus hijos, o quizás no claramente establecida la manera de tal división.


Boris desde pequeño fue muy piadoso y pensó ser monje pero, siguiendo el consejo de su padre, se casó siendo joven. Era gobernador de la ciudad de Rostov mientras que Gleb de la ciudad de Murom. Los hermanos se amaban y sobre todo amaban a Dios. Pero tenían un hermano mayor, Esviatopolk, que era sanguinario y se reveló sin éxito contra su padre. Boris le perdonó, pero el joven no cambió de corazón. Una vez muerto su padre, decidió matar a sus hermanos para obtener poder absoluto. Boris se enteró y se enfrentó con un dilema: ¿como debe actuar un cristiano en esta circunstancia? Recordó las palabras del Nuevo Testamento: "Si un hombre dice amar a Dios pero odia a su hermano, es un mentiroso" Después de una difícil lucha interna, decidió no presentar resistencia. Boris despidió a sus hombres y se quedó solo con un sirviente junto al rió Alta para esperar a los asesinos. Pasó su última noche en lágrimas y oración, confortado por los salmos y los Evangelios. Recordó también como Sta. Bárbara fue asesinada por su propio padre. En la mañana entraron los asesinos a su tienda y lo hirieron. Boris pidió que le dejaran vivir un momento mas para finalizar su oración. Entonces se ofreció como cordero de sacrificio diciendo: "Dense prisa en completar vuestro trabajo y que la paz sea con mi hermano Esviatopolk y con ustedes mis hermanos". Por este gesto de mansedumbre fue asesinado. Era el 24 de julio.


Poco más tarde, en septiembre, su hermano Gleb -de bautismo David-, fue convocado a conferenciar a Kiev por el hermano asesino, y el 5 de septiembre fue asesinado por los sicarios en el río Dnieper. Al principio pidió que no le matasen, pero al fin aceptó su destino con paz y dijo a los asesinos: "Si desean saciar su sed con mi sangre, me entrego a ustedes, mis hermanos, y a mi hermano, mi príncipe". Proclamó entonces que la muerte es el nacimiento a una vida nueva”.


Los dos hermanos no buscaron la muerte ni murieron por causa de su fe sino por intereses políticos del hermano mayor. Pero ante la muerte los dos hermanos libremente optaron por actuar como cristianos, no devolvieron mal por mal sino que optaron por el perdón y la confianza en Dios. 


El pueblo ruso, recién convertido al cristianismo, quedó profundamente impresionado con la conducta cristiana de los dos jóvenes príncipes que se unieron a la pasión de Cristo. Para ellos el ejemplo de Boris y Gleb fue una maravillosa enseñanza de cómo vivir el cristianismo y del poder que Dios otorga para lograrlo. "Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen". 


En el 1019, Yaroslao, el primogénito de Vladimiro y príncipe de Novgorod, venció a Esviatopolk y se apoderó de Kiev, a la que gobernó por 35 años. Al año siguiente, es decir, en 1020, hizo trasladar los cuerpos de Boris y Gleb a la iglesia de San Basilio en Visgorod, y fomentó su culto y consideración como mártires, por la trágica muerte que padecieron.


En el siglo XII el metropolita griego de Kiev realizó la canonización formal de los dos príncipes, y en 1724 el papa de Roma Benedicto XIII reconoció su culto. El Martirologio trata de destacar que murieron en defensa del amor fraterno.


Sus nombres se citan siempre juntos, y en la tradición rusa acabaron por confundirse en uno solo, Borisoglebsk, nombre con el que se titulan muchos monasterios y pueblos.



Fuente: eltestigofiel.org / es.catholic.net

Adaptación propia