Lunes de la VIII Semana de Mateo. Lecturas


1 Cor 9,13-18: Hermanos, ¿no sabéis que los que se ocupan en las cosas sagradas comen del templo, que los que sirven al altar participan del altar? De igual modo ordenó el Señor que los que anuncian el Evangelio vivan del Evangelio. Pero yo no he hecho uso de nada de esto. Es decir, que no he escrito estas cosas para que se haga así conmigo. (¡Más me valdría morir…!). Nadie me quitará esta gloria. El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. 


Mt 16,1-6: En aquel tiempo, se le acercaron a Jesús los fariseos y saduceos y, para ponerlo a prueba, le pidieron que les mostrase un signo del cielo. Él les contestó: «Al atardecer decís: “Va a hacer buen tiempo, porque el cielo está rojo”. Y a la mañana: “Hoy lloverá, porque el cielo está rojo oscuro”. ¿Sabéis distinguir el aspecto del cielo y no sois capaces de distinguir los signos de los tiempos? Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el de Jonás». Y dejándolos se marchó. Al pasar a la otra orilla, a los discípulos se les había olvidado tomar pan. Jesús les dijo: «Estad atentos y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos».



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española