Martes de la V Semana de Mateo. Lecturas


Rom 14,9-18: Hermanos, para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? De hecho, todos compareceremos ante el tribunal de Dios, pues está escrito: ¡Por mi vida!, dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua alabará a Dios. Así pues, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios. Dejemos, pues, de juzgarnos unos a otros; cuidad más bien de no poner tropiezo o escándalo al hermano. Sé, y estoy convencido en el Señor Jesús, que nada es impuro por sí mismo; lo es para aquel que considera que es impuro. Pero si un hermano sufre por causa de un alimento, tú no actúas ya conforme al amor: no destruyas con tu alimento a alguien por quien murió Cristo. Por tanto, que no sea objeto de reproche lo que para vosotros es un bien. Porque el reino de Dios no es comida y bebida, sino justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo; el que sirve en esto a Cristo es grato a Dios, y acepto a los hombres.


Mt 12,14-17;22-30: En aquel tiempo, al salir de la sinagoga, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos lo siguieron. Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo, y lo curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. Y toda la multitud asombrada decía: «¿No será este el hijo de David?». Pero los fariseos al oírlo dijeron: «Este expulsa los demonios con el poder de Belzebú, príncipe de los demonios». Pero él, dándose cuenta de sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido internamente va a la ruina y toda ciudad o casa dividida internamente no se mantiene en pie. Si Satanás expulsa a Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino? Y si yo expulso los demonios con el poder de Belzebú, ¿vuestros hijos con el poder de quién los expulsan? Por eso ellos os juzgarán. Pero si yo expulso a los demonios por el Espíritu de Dios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios. ¿Cómo podrá uno entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse su ajuar, si no ata primero al fuerte? El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama».



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española