Sábado de la VIII Semana de Mateo. Lecturas


Rom 13,1-10: Hermanos, que todos se sometan a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios y las que hay han sido constituidas por Dios. De modo que quien se opone a la autoridad resiste a la disposición de Dios; y los que le resisten atraen la condena sobre sí. Pues los gobernantes no dan miedo al que hace el bien, sino al que obra el mal. ¿Quieres no tener miedo a la autoridad? Haz el bien y recibirás sus alabanzas; de hecho, la autoridad es un ministro de Dios para bien tuyo; pero si haces el mal, teme, pues no en vano lleva la espada; ya que es ministro de Dios para aplicar el castigo al que obra el mal. Por tanto, hay que someterse, no solo por el castigo, sino por razón de conciencia. Por ello precisamente pagáis impuestos, ya que son servidores de Dios, ocupados continuamente en ese oficio. Dad a cada cual lo que es debido: si son impuestos, impuestos; si tributos, tributos; si temor, temor; si respeto, respeto. A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo; porque el que ama ha cumplido el resto de la ley. De hecho, el no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquiera de los otros mandamientos, se resume en esto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal a su prójimo; por eso la plenitud de la ley es el amor.


Mt 12,30-37: Dijo el Señor: «El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Por eso os digo que cualquier pecado o blasfemia serán perdonados a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y quien diga una palabra contra el Hijo del hombre será perdonado, pero quien hable contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este mundo ni en el otro. Plantad un árbol bueno y el fruto será bueno; plantad un árbol malo y el fruto será malo; porque el árbol se conoce por su fruto. Raza de víboras, ¿cómo podéis decir cosas buenas si sois malos? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. El hombre bueno saca del caudal bueno cosas buenas, pero el hombre malo saca del caudal malo cosas malas. En verdad os digo que el hombre dará cuenta en el día del juicio de cualquier palabra inconsiderada que haya dicho. Porque por tus palabras serás declarado justo o por tus palabras serás condenado».



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española